Karma en sánscrito significa “acción”.

Más bien es la energía que imprime esa acción en el que la piensa o el que la hace.

Una acción simplemente.

Hasta aquí nada del otro mundo.

El problema no es la acción.

El problema no es el karma.

En sí mismo, el karma es energía y acción.

Como la VIDA, que en sí misma es acción y energía, de lo contrario no habría existencia.

El problema es no “verlo” y que te coma.

El problema es no hacerlo consciente y repetirlo enternamente.

El problema es convertir la vida en un “karmón”  de cojones.

Vamos, un dramón.

Que para los humanos, más o menos…

Cuando naces, eres una partícula nueva que entras a formar parte de un sistema energético ya establecido–en particular, el familiar-.

Como tal, tu misión es adaptarte y encajar.

Todo sistema tiende a compensarse buscando el equilibrio.

Así pues, según sea ese sistema familiar –padre, madre, si ya hay hermanos…- tú asumirás- más bien lo hará la energía, la vida o el “juego”, dile como quieras- un rol energético para equilibrarlo, de lo contrario la presión sería insostenible y el sistema estallaría.

Irremediablemente, de entrada, ya desde el útero, se te colgará ese “San Benito” energético, que  jamás te quitarás de encima a no ser que lo hagas consciente y que lo “veas”.

Si en el sistema ya hay una partícula “buena”, probablemente tú serás la “mala”, si ya hay una “responsable”, tú serás la “desastre”, si ya hay una “visible” tú serás la “invisible”, si ya hay una “formal”, tu serás la “rebelde”….

Si el sistema tiene mucha temperatura –energía caliente, rabia, ira, frustración…-probablemente tu vendrás a enfriarlo –energía fría- o al revés…

Y así infinitamente según sea cada sistema.

La energía decide qué misión vas a cumplir en el sistema.

Ese patrón energético –tu “San Benito” particular- marcará tu forma de mirar el mundo –no lo mira igual una partícula “buena” que una “mala” o una “responsable” que una “rebelde”- y moldeará tu percepción –tu mundo mental que nada tiene que ver con el real-.

Y con esa percepción, crearás una identidad.

Una “personita”.

Un personaje que «creerá» saber muchas cosas pero en realidad, no sabrá nada. Solo lo que ha percibido su cabezita ( que comparado con la eternidad de la VIDA y la infinita información que mueve la energía es infímamente ridícula)

Un personajete que, como todos los humanos, tendrá la percepción de la VIDA distorsionada por ideas, creencias, pensamientos, asociaciones, memorias, imágenes que sólo son una inteprepretación de la realidad, pero no la realidad.

Desde esa percepción limitada, esa personita “accionará” un patrón de comportamiento.

Acción a acción irá creando patrones mentales, emocionales y corporales.

Irá repitiendo una forma de pensar,  de sentir, de moverse y de actuar que se irá grabando en las células.

Irá repitiendo, repitiendo, repitiendo…

Irá creando tendencia.

Creará un “personaje tendenciero” hasta hacerlo automático.

En pocos años tendrá instalado aquel patrón energético original en la biología sin poder evitarlo.

Ahí el karma automático e inconsciente empezará a ser quien decida.

Ahí se habrá convertido en un “karmón”.

Como ese karma tiene una carga que pesa enormemente y en muchos casos, duele demasiado, los humanos empezamos a buscar fuera “calmantes kármicos”…

Éxitos, parejas, trabajos, propósitos de vida, misiones, dinero, casas, coches, espiritualidad, caminos, gurús, maestros, atajos, carreteras, montañas, mantras, lecturas, secretos, escaleras hacia el cielo….

Bla, bla, bla…

Buscaremos lo que haga falta para eliminar este dichoso “karmón”.

Buscaremos de todo, menos a nosotros mismos, que es precisamente donde reside el «karma».

Pero no, eso no.

Eso no porque duele.

Eso ya mejor, si acaso, otro día… -no vaya a ser que nos sintamos vulnerables y sintamos demasiado el MIEDO-

En realidad, no hay nada que buscar.

O al menos, no hacia afuera.

El único «portal» capaz de romper con el karma es la consciencia. Y esa, es la capacidad que tienes para «ver» desde dónde te estás relacionando contigo mismo, con los demás y con el mundo.

Hay mucho karma por diluir.

Hay mucho por karma “ver”.

Hay mucho por comprender.

Mientras no lo hagamos, seguiremos viviendo en la inconsciencia y seguiremos teniendo “karmones” de por vida.

Le seguiremos llamando «mala suerte».

Le seguiremos llamando «es lo que hay…»

Le seguiremos llamando «es que yo soy así…»

«Es que tú tienes la culpa….»

Le seguiremos llamando cualquier otra cosa:

karma, karmita o karmón…

La cuestión es que haya drama.

Si no, nos «moriríamos» y no sabríamos ni quién somos.

Y eso, ufff, ya es otra historia.

Eso es ser de «otro mundo».

Así que mejor seguir siendo de éste y seguir dándole bola al «karmón».



Rafa Mota


Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

One Comment

  • Angela dice:

    No sé si estoy de acuerdo con eso de que ya estando en el útero recibimos esa energia, más que nada porque no sé si será cierro o no. Pero sí que creo que nuestras creencias moldean nuestra realidad y al revés, porque funcionan como un sistema que se retroalimenta. Y también creo que es cierto que heredamos problemas, situaciones, responsabilidades, cuestiones pendientes o cómo lo quieran llamar de nuestra familia y que, en muchos casos, cargamos con ellos… Y cierto es que el primer paso, como en todo, es identificar que ese es el origen. Esa es la parte «menos complicada». La difícil llega luego, cuando pretendes cambiar eso. El sistema familiar es como un red de la que es difícil soltarse…

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