Antes que humano fui primate.

Antes que primate fui mamífero.

Antes que mamífero fui reptil.

Antes que reptil fui bacteria.

Antes que bacteria fui vegetal.

Antes que vegetal fui mineral.

Antes que mineral fui partícula.

Antes que partícula fui onda de energía.

Así que, en origen, tras esta apariencia humana, si soy algo, soy energía.

Si soy energía, soy todo lo demás.

Si soy humano, soy todo lo demás.

No soy “yo” y lo demás.

Soy todo, ahora mismo en este instante.

Y lo puedo utilizar a favor para vivir de otra manera.

Gracias a todo lo demás soy lo que soy.

Sin  energía no vibraría, no me movería.

Sin el sistema no sería partícula.

Sin la bacteria no respiraría.

Sin el reptil no sobreviviría.

Sin el mamífero no abrazaría.

Sin el primate no daría los paseos que doy y seguiría a cuatro patas.

Sin el homo habilis no tendría la capacidad de crear herramientas e imaginar.

Sin el homo erectus no comería los guisos que me como y no tendría fuego para calentarme.

Sin los sapiens no dispondría de un lenguaje para expresarme y no tendría inteligencia para ser consciente de lo que vivo.

Sin la evolución, no existiría.

Faltar al respeto y ningunear todo lo que me rodea sería faltar al respeto  a lo que soy.

Si mato lo que me rodea, me estoy aniquilando.

Sin el pasado no sería quién soy.

Sin el “juego” no estaría jugando.

Sin interconexión nada de esto estaría ocurriendo.

No existiría sin lo que me rodea.

Soy el sistema.

Soy el “juego” mismo.

Lo tengo todo a mi alcance.

Tengo en origen todas las infinitas probabilidades.

Cuando respiro en el silencio accedo a la Fuente original.

Cuando respiro en el silencio abro la puerta para que emerjan nuevas probabilidades.

Cuando respiro en el silencio permito que brote energía nueva y pueda volver a re-crearme.

Un día fui libre ( si lo fui, lo sigo siendo aunque haya «algo» que no me lo permita)

Fui pura energía, llena de infinitas probabilidades.

Mi movimiento original era la vibración.

Vibraba a una frecuencia estratosféricamente alta.

Nací y entré en el “juego”.

Me etiquetaron.

Me pusieron un nombre, como si yo fuera algo o alguien.

Como si fuera algo “pequeño”.

Ahí empecé a encerrarme.

En ese momento, al entrar, noté una enorme contracción.

Sentía algo raro en el ambiente.

Una energía densa y muy cargada.

Había entrado en un planeta dominado por personas.

Un sistema humano.

Un mundo dominado y creado desde el MIEDO.

Un mundo distorsionado y desconectado de la armonía y la sincronía del sistema.

Mi vibración era muy rápida y la que había al entrar era muy lenta.

Tuve un desencuentro vibracional.

Me ralenticé.

Se me dieron unos padres.

Ellos eran los que me tenían que cuidar.

Los que me tenían que acoger.

Los que me tenían que proteger.

Entré en un sistema familiar y  por AMOR, me sometí.

Imitándolo o rebelándome, pero me sometí.

Creé mi patrón original.

El energético.

El que creará todo mi destino a no ser que me de cuenta.

Absorbí toda esa energía y me fui tornando densa.

Mi vibración cada vez era más lenta.

Mi amor hacia papá y mamá era incondicional.

Les necesitaba.

Sin ellos, estaba en peligro de muerte.

Por tanto, obedecí.

Les hice caso.

Me adapté inconscientemente e hice todo lo necesario para anclarme en el sistema y no quedarme sola.

Me empezaron a poner normas.

Me empezaron a decir esto sí, esto no.

Sentía que decían una cosa de palabra pero su cuerpo decía otra.

Me mareaban.

Decían sí cuando querían decir no.

Decían no cuando querían decir sí.

Decían que era amor pero era necesidad y dependencia.

Decían que hacían las cosas por bondad pero lo hacían por controlar.

Decían que lo hacían de corazón y lo hacían por miedo.

Era un mundo raro de cojones.

Decían “no se entera, es muy pequeño/a”, pero me enteraba de todo.

No me enteraba por las palabras pero sí por la vibración que me llegaba.

Nadie me podía engañar.

A esa profundidad cazas las mentiras “ipso facto”, aunque seas un bebé.

Los mayoría de humanos no saben que es la vibración la que crea su vida y la que les delata.

Se juzgaban unos a otros sin saber que era la misma energía densa y oscura la que les movía.

Fui absorbiendo su incoherencia de forma inevitable.

Era un mundo raro.

Artificial.

Antinatural.

Iban al revés.

Pero desde mi inocencia me tuve que adaptar, de lo contrario me hubieran excluido.

No entendía nada, pero “creí” que la incoherencia y la mentira eran lo correcto.

Creí que yo tenía la culpa de ser pura, libre y sana y me fui convirtiendo en energía distorsiona, limitada y densa.

Todavía no tenía la suficiente inteligencia ni consciencia para poder elegir.

Me lo «comí» todo.

Por MIEDO dejé de ser libre y pasé a ser condicionada.

Así me adapté también a un sistema social.

Me olvidé de lo que soy y pasé a ser quien “creo” que soy.

Me olvidé de ser energía y pasé a ser un personaje limitado y asustado.

Me olvidé de ser libre y caí en la trampa del miedo, de la culpa, de las creencias y de los juicios.

El ego me secuestró y me liquidó.

Ahí empezó “mi” historia.

Desde el patrón energético que asumí al entrar, pasé a crear un patrón de identidad, que a su vez creó un patrón de movimiento y que a su vez, creó un patrón de realidad.

Se fue creando una máscara.

Se fue creando una forma de pensar, una forma de sentir, una forma de decidir y una forma de actuar,

Una forma de vivir.

Ese “yo” fue creando “su” realidad.

Quedé condicionada y encerrada en esa identidad.

Con esos patrones ocultos en la profundidad, seguí caminando y seguí creando realidad.

Como lo creaba desde el MIEDO, cuanto más caminaba, más me distorsionaba.

Como me “creía” muy poquita cosa, una de dos, o me hundía en mi miseria o lo contrario, me “creía” que podía con todo -para compensar-.

O me “creía” infalible o me “creía” que no sabía hacer nada.

Cuanto más luchaba, más me castigaba o más me hundía, más me alejaba de mi verdadera conexión.

Tanto me alejé, que tarde o temprano, el sistema viendo que estaba tan distorisonada, vino a socorrerme.

Vino a romper al personaje en mil pedazos para que tuviera la oportunidad de reconstruirme desde el centro.

Lo pasé muy mal del ostión que me dio, pero hasta hoy así es este «juego» de la vida.

Mientras los humanos sigan en modo supervivencia y no tomen consciencia de los patrones ocultos que les mueven esto seguirá siendo una guerra de patrones y un baño de sufrimiento.

O ERES libre por consciencia e información o ERES libre por experiencia y sufrimiento.

Ahora cada vez soy menos personaje y más energía libre.

Ahora sé que cuando respiro conecto con lo que soy.

Ahora sé que cuando respiro me permito vivir sin condición.

Ahora sé que cuando respiro desato “mi locura” aunque no agrade a los demás.

Ahora sé que cuando respiro vuelvo a casa.

Ahora sé que  cuando respiro SOY lo que siempre fui.

Ahora sé que cuando respiro SOY energía sin condición.

Firmado:

La energía

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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