Allí donde estuvieras, fuera donde fuera, eras energía libre.

Un día cualquiera, a una hora cualquiera y en un lugar cualquiera (energéticamente acordado de antemano), después de tu big bang particular, el SISTEMA te eligió para entrar “en el juego”.

Ahí empezó tu participación.

Ahí empezó tu VIAJE.

Al entrar, se te concedió un cuerpo magistralmente entrenado durante miles de millones de años por la evolución (todo estaba preparado), para que sobrevivir no fuera un problema y pudieras vivir una grandísima experiencia.

Se te dio un kit extraordinaria y minuciosamente preparado para el viaje.

Ni te faltaba ni te sobraba nada.

Información, energía y conexión (vía wi fi) para “jugar”.

Y lo más importante, se te dio inteligencia para ser consciente de la consciencia.

Ahí todavía eras energía libre.

Todavía eras parte de un TODO en sincronía.

Ahí todavía estabas conectado a la lógica universal.

Ahí eras parte del poder del Universo y de la Vida.

Pero entraste en un lugar llamado TIERRA.

Ese lugar era un auténtico y abundante paraíso, pero estaba lleno de humanos asustados y desconectados que lo habían convertido en un infierno.

Estaban desconectados de la tierra, de la Madre Naturaleza y de la VIDA.

Era un lugar donde los humanos se habían rendido al SEÑOR de las tinieblas.

Un lugar donde los humanos estaban abducidos por el MIEDO.

Solo entrar, siendo una energía libre, pura e inocente como la de un pájaro, empezaste a absorber toda esa energía oscura, tan densa y tan pesada.

Se adhirió a tu cuerpo, colándose en cada una de tus células, sin poder evitarlo.

Desde el miedo a la muerte, a la nada, a no ser nadie, a la soledad, a la incertidumbre, a no ser amado, al abandono, a la exclusión, a no ser digno, al fracaso …. Y huyendo de lo humano y vulnerable, el SEÑOR de la oscuridad se apropió de ti.

Te hizo suyo.

Solo empezar el “juego” caíste en sus redes.

La oscuridad estaba en todas partes.

En los humanos.

En la civilización.

En la historia.

En la sociedad.

En la familia.

En los padres.

En los profesores.

En la escuela.

En los amigos.

En la religión.

En la política.

En la cultura.

En todo lo que te rodeaba.

O imitabas o te rebelabas, pero sin saberlo, te estabas empapando de esa energía que había abducido a tus semejantes.

Con esa energía densa y oscura ya metida en tu cuerpo, desde lo más profundo de tu ser, el SEÑOR,  utilizando a tus buenas amigas las emociones, la vergüenza, la tristeza, la rabia, la frustración, la pena, coló en tu morada a su bella y amada SEÑORA, la CULPA, y entre los dos fueron tejiendo en ti una RED maquiavélica adueñándose de todas tus redes neuronales.

Una RED llena de creencias absurdas, pensamientos distorsionados, ideas incoherentes y juicios endiablados sobre la VIDA que fue instalándose silenciosa y lentamente como una enredadera en tu cerebro.

Tanto se enredó en tu mente, que mirar hacia afuera fue tu único aprendizaje. De tanto enfocar al exterior, te olvidaste de ti y desapareciste.

Te desconectaste de ti, de la VIDA y de tu único poder.

La sabiduría universal.

El SEÑOR y la SEÑORA, sin que te dieras cuenta, te entrenaron perfectamente en el hábito.

Te enseñaron a repetir, a repetir, a repetir y a repetir hasta crear en ti un patrón de pensamiento, un patrón de sensaciones corporales, un patrón de movimiento, un patrón de comportamiento y un patrón de decisión.

Instalaron en tu la duda, la indecisión, la desconfianza, la inseguridad, la codicia, la avaricia, la vanidad, la prepotencia, la soberbia, el resentimiento, la envidia, el odio, los celos, la ingratitud, la comparación, la necesidad, …

Te llenaron de energía oscura.

Instalaron en ti una historia hasta que te la creíste.

Hasta que caíste en su trampa.

Te enredaste tanto que como salida solo pudiste optar por la queja y por el drama.

La energía era tan densa y dolorosa que para intentar calmarla, “ilusoriamente” ibas inventando más y más pensamientos, creyendo que “pensar” calmaría lo que solo se calma con “sentir”.

Pensabas, pesabas, pensabas…

Cada vez más buscando una solución a todos tus males.

Cuanto más pensabas, más ibas reprogramándote en el hábito.

Mientras lo hacías, ellos, el SEÑOR y la SEÑORA se reían satisfechos, porque cada vez que te repetías reafirmabas su reino con aquello en lo que ellos mismo te habían entrenado.

“Pensar” es alimento para el SEÑOR y la SEÑORA.

Ellos se nutren de la oscuridad, de la repetición y de la ignorancia.

Respirar, “SENTIR”, mirarles a la cara, descubrir su trampa, comprender y decidir es alimento para la VIDA.

Es nutrirse de coherencia.

Ellos son el SEÑOR y la SEÑORA, pero tú, cuando conectas, eres la auténtica ENERGÍA.

Esa, tan eterna y poderosa, que incluso creó al SEÑOR y la SEÑORA.

Esa, tan eterna y poderosa, que no necesita al SEÑOR y la SEÑORA para fluir en libertad.


Rafa Mota

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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