Los Reyes Magos no existen.

Son los padres.

El mundo está lleno de bonitas (y no tan bonitas) “historias”, que son piadosas mentiras.

La civilización humana en sí misma es una “historia” montada sobre el MIEDO original de no saber quiénes somos, ni a dónde vamos, ni qué es esto llamado VIDA ni qué hacemos aquí.

Estamos llenos de “historias” para calmar el dolor original.

El ser humano siempre ha sido esclavo de la necesidad de buscar algo que dé sentido a su existencia.

Ha sido esclavo de buscar, de huir, de luchar.

La cuestión ha sido siempre escaparse del misterio, sin cuestionarse nunca que quizá el calmante a tanto sufrimiento sea recolocar toda esa energía que se está malgastando en enfocar hacia fuera,  y traerla para dentro, donde está la única probabilidad de crear un mundo en paz, empezando por uno mismo.

La ley de la atracción como tal, yo diría que no existe.

Al menos, según he podido experimentar en mi proceso.

Es una “bonita historia”, eso si, pero montada desde la necesidad de escapar de lo que ES.

La verdadera «ley de la atracción», mejor sería llamarla energía, es la VIDA tal cual es.

Sin muchas más historias que contar.

Respirar y poco más.

Pero esta no nos sirve.

Es tan simple y tan sencilla, que a la mente no le vale.

La mente tiene que buscar, desear, hacer, exigir, luchar, pelear, necesitar, discutir, razonar…si no, no le vale.

VIVIR, permitiéndose vivir, aceptando lo que ES, es la experiencia suprema más completa.

Hacerlo sin miedo, ni culpa ni juicio es algo que la mente no permite.

A los humanos nos encanta montarnos «pajas mentales».

Con tal de no SENTIR la química emocional que tenemos incrustada en el cuerpo, nos inventamos lo que haga falta.

Incluso que, estando desconectados de la VIDA, podemos tener el poder de atraer al mismísimo Universo y que encima, trabaje para nosotros.

El Universo ni confabula ni deja de confabular.

Ni contra ti ni a favor de ti.

Ni trabaja ni deja de trabajar.

No trabaja para nadie.

Si acaso nos tiene a nosotros para experimentarse.

Nos “utiliza” para conocerse.

El Universo se mueve.

La energía vibra.

La VIDA se transforma.

El Sistema evoluciona. 

Lo único que hacemos los humanos es resistirnos y bloquear ese fluir o aceptar y formar parte de un todo en movimiento. 

«Creer» que el sistema se mueve en tu contra o a tu favor es «creerse» el centro de este juego y es de una tremenda falta de humildad.

Es precisamente al revés.

Cuando te rindes a la VIDA, cuando cedes el control, cuando te conviertes en una humilde partícula del sistema y te unes a él para la evolución, es cuando todo empieza a fluir en una misma dirección.

Cuando dejas  de «creer» como ha de ser la vida, comienzas a aceptarla, a vivirla, sin darle órdenes ni imponer deseos, es cuando aparecen «pantallas» nuevas y empiezas a crear vida nueva a velocidad de vértigo. 

Es ahí, cuando en tu vida hay transformaciones asombrosas.

Pero no por atracción, sino por rendición.

No por prepotencia, sino por humildad.

No por «ley», sino por lógica.

La «atracción» natural, está en el cuerpo y en la biología.

En la tierra, en nuestro «tomatierra».

El problema es que el cuerpo humano está infestado de miedo y de química y nunca llegamos a limpiarlo.

No hables. 

No cuentes historias. 

No quieras atraer nada. 

Para.

Respira.

Respira.

Respira.

Baja al cuerpo.

Sigue en silencio. 

Observa tus necesidades.

Observa tus deseos.

Deja pasar los pensamientos. 

Baja.

Baja.

Baja.

Al cuerpo.

Al cuerpo.

Al cuerpo.

Siente cómo el cuerpo desea otra realidad.

Siente cómo se encabrita.

Siente que no acepta.

Siente cómo arde.

Siente las sensaciones.

Baja. 

Baja.

Baja.

Siente el miedo.

Siente la rabia.

Siente la tristeza.

Siene la frustración.

Siente.

Siente.

Siente.

Siente la química emocional.

Siente el malestar.

Atraviésalo.

Permítete vivir ahí.

No huyas.

Si no, te contarás “historias” otra vez.

Vívelo.

Vívelo.

Si, ahí.

Duele.

Claro que duele.

La mente quiere huir de ahí.

No lo soporta.

Por eso se quiere largar y busca “leyes”.

No lo acepta de ninguna manera.

Quiere «historias», no verdades.

Pero respira.

Sigue sintiendo.

Vívelo.

Vívelo.

Vívelo.

Transítalo. 

Respira.

Respira.

Respira.

Sigue ahí.

Sigue.

«Muérete»

Respira…

Hasta que sientas paz.

¿Escuchas el silencio sepulcral?

¿Ese que tanto asusta?

Cierra los ojos.

Mantente ahí.

Sí, ahí, donde no hay NADA. 

SIENTE.

¿Respiras el silencio?

Ahora sí.

Ahora ya eres abundante.

Ahora ya has recolocado la energía.

Ahora estás alineado con la VIDA.

Ahora sí.

Ahora ya eres atracción.

No te hace falta ninguna ley.

Ahora eres VERDAD.

Rafa Mota

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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