Celulita ya había bajado a tierra.

Los árboles ya habían desaparecido.

En este “juego”  llamado VIDA empezaba una nueva pantalla para ella.

El Sistema, que lo tenía todo pensado, había preparado un nuevo entreno para Celulita.

Un nuevo programa.

El “programa control”.

Celulita había pasado millones de años entrenándose en el  programa básico, el “programa supervivencia”, para estar magistralmente preparada en caso de peligro de muerte.

Se había estado entrenando también perfectamente durante millones de años en un programa más avanzado, el “programa apego”, para poder tener seguridad, ternura  y confianza en sí misma y así poder explorar poderosamente este juego.

Una vez estuvo entrenada en los dos primeros programas, el Sistema ideó un nuevo “programa” que sirviera a Celulita como combustible para evolucionar y ser cada vez más completa.

 Así pues, el Sistema creó el tercer programa.

El “programa distorsión”, que también podría llamarse “MIEDO o amenaza original”.

En este entreno, como vimos en la entrega anterior, el Sistema le puso a Celulita las condiciones necesarias, duras y desagradables,  para que bajara a tierra y grabara en lo más recóndito de su cerebro que la “VIDA es amenaza”.

El Sistema sabía perfectamente lo que hacía.

Si Celulita no hubiese grabado ese “programa”, jamás hubiera pasado a la siguiente pantalla.

Jamás se hubiese puesto en pie.

Sentirse amenazada fue el combustible ideal para espabilarse.

El Sistema sabía que el combustible era necesario, pero Celulita ya empezaba a estar bastante cabreada.

Estaba hasta el gorro de tanta angustia.

No era consciente todavía de nada, pero en su interior iba grabando cada vez más miedo.

Tanto, que estaba a punto de enviar a paseo al Sistema.

Ella hubiera preferido quedarse en los árboles, fresquita y risueña, tocándose el “mondongo”, pero el “juego” no va de estar fresquita ni risueña, ni de dormirse en los árboles ni en los laureles.

El “juego” va de evolución.

El “juego” va de transformación continua.

Y el Sistema, como la amaba tanto, la quería bien completita.

Así que aunque estuviera muy cabreada, Celulita, todavía siendo un primate a cuatro patas, se vio obligada a salir por territorio africano en busca de comida y un hábitat mejor.

Pasó tanto miedo, tanta amenaza y tanta angustia que al final dijo,… ¡basta!

O me pongo de pie o de aquí no salgo viva.

Y tomó la decisión que haría que millones de años más tarde apareciésemos nosotros en el «juego».

Tomó la decisión de ponerse en pie para poder observar mejor.

El entreno en el “programa control” había comenzado.

Se dio cuenta de que de pie podía controlar, pero solo podía hacerlo de forma esporádica.

Se cansaba mucho, le dolía la nueva posición, no aguantaba.

Tenía que desplazarse todavía a cuatro patas.

Pero los beneficios  de “controlar” eran demasiado importantes y adictivos como para que Celulita, en su afán de huir de los depredadores y sobrevivir ante las amenazas, no intentara una y otra vez caminar de pie.

Lo intentó hasta que, al fin,  lo consiguió.

Se puso y caminó totalmente en pie.

Celulita pasó a ser el primer primate bípedo de la historia.

El Sistema quiso que Celulita pasara a ser un Austrolopithecus.

Se alimentaba de hojas, raíces, semillas y frutos.

Se pasó cientos de miles de años con dolores de espalda y dolores musculares para poder adaptarse a su nueva posición.

Celulita fue avanzando por el continente africano, lleno de peligros y amenazas, entrenándose perfectamente en el “programa control”.

Controlaba y observaba todo lo que veía a su alrededor, lo que hizo que desarrollara una especie de capacidad de abstracción muy primaria.

Más que inteligencia, era un “darse cuenta”.

Se dio cuenta de que  al  estar de pie y no necesitar las extremidades delanteras para moverse, podía utilizarlas para hacer “cosas” y para defenderse.

Empezó a tirar piedras contra sus enemigos.

No hizo mucho más.

Su gran hito fue ponerse en pie y caminar.

Pero se convirtió así en el paso previo al “género homo”.

Celulita iba avanzando en el “juego”.

Cabreada pero avanzando.

Los depredadores seguían siendo los reyes del planeta.

Pero Celulita había dado un paso más.

Ahora observaba y controlaba.

Estaba lista para empezar a ser “homo”.

El Sistema lo tenía todo a punto para pasar a la siguiente pantalla, donde Celulita empezaría a idear herramientas.

Ahí fue cuando se le subió la tontería a la cabeza, se puso chulita  y cayó en el “pecado original”.

CONTINUARÁ….

Rafa Mota

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“Celulita se pone chula”

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

La «orden»
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