CELULITA SE ENTERNECE (CAP.3)

 

CELULITA fue entrenándose para vivir de forma cada vez más completa en toda clase de organismos.
Ya siendo mamífero, guiada por las emociones, fue capaz de ir mejorando aquellas estrategias de supervivencia que empezaron hace unos 3.500 millones de años.
Fue automatizando procesos.
Con la información que le daban las emociones de los mamíferos y el instinto, la capacidad de lucha y la reacción de los reptiles, construyó un kit de supervivencia impresionante, que hacía que en milésimas de segundo, pudiera salvar la vida de forma magistral.

Celulita también siguió mejorando en el arte de mimar, abrazar y relacionarse con otros de su especie.
Fue «empapándose» de oxitócica.
Celulita, a su manera, como mamífero, iba entrenándose en el arte amatorio y se derretía cuando nacían sus crías.
Había integrado perfectamente que a pesar de ser un animal salvaje, necesitaba ternura para sobrevivir.
Había aparecido el amor, aunque fuera en minúsculas.
Celulita vivía, respiraba, estaba magistralmente entrenada para sobrevivir, protegía a su descendencia y además, tenía mimos cuando los necesitaba.
La creación había empezado a amar y a confiar.
El sistema seguía bailando con ella en una bella sincronía.
Celulita, el sistema eran belleza infinita.
Pero faltaba algo.
Era inconsciente y automática.
En realidad, no sabía lo que hacía.
Vivía, sí.
Pero no decidía.
Celulita solo reaccionaba.
Y en un paraíso tan bello, con tantos árboles, con tantos frutos, con tanta magia, faltaba libertad de elección.
Faltaba un árbol.
Era hora de dar otro salto evolutivo.
Y el sistema, como un perfecto videojuego, se decantó por los primates.

«Y Dios puso el árbol del conocimiento, el del bien y del mal, para dar a Adán y Eva la oportunidad de decidir.

Seréis libres. Más no comáis del árbol del bien y del mal, porque el día que de él comieres, ciertamente, morirás»

El sistema le dijo a Celulita:

“Tendrás consciencia y libertad para DECIDIR pero no juzgues, ni bien ni mal (no la líes, que te conozco)”

.
Y ahí celulita, la pobre se perdió, se empezó a montar pajas mentales y “la lió parda”.

 

CONTINUARA……

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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