Del milagro al “ mi logro” ( 9ª parte: comprendiendo la oscuridad)

Llegados a este punto, ahora ya podemos empezar a jugar.

Pero lo haremos de forma consciente.

Porque de forma inconsciente ya lo has hecho durante muchos años.

Vivir de forma consciente no es más que iluminar toda tu existencia, desde el primero de tus días hasta hoy.

Es alumbrar tu vida con un potente de foco  de luz para poder “ver” hasta el rincón más escondido.

¿Y cómo abres la luz en tu vida?

Pues ralentizando tu día a día y poniendo la atención en ti.

Enfocándote.

Primer paso.

Observando  tu pasado.

Tu presente no es más que el resultado de todo lo que has vivido hasta hoy.

Si entiendes tu pasado, comprenderás tu presente.

Lo lograrás observando a tus padres o a tus cuidadores.

Cómo pensaban, cómo actuaban, cómo sentían, qué creencias tenían acerca de la vida, cómo percibían el mundo…

Porque todo ello conforma la percepción que ahora tienes de la vida.

Y muchos de tus patrones de comportamiento son heredados de tu familia.

O por imitación o por rebelión.

Pero heredados.

O te rebelas contra tus padres.

O los imitas.

Por supuesto, sin darte cuenta, de forma inconsciente.

Si lo que quieres es cambiar tu vida, tendrás que cambiar tu percepción, tus pensamientos, tus emociones, tus reacciones y tus comportamientos.

Y lo primero será darte cuenta de dónde vienen.

Segundo paso.

Observar tu presente.

Observar tus pensamientos, tus emociones, tu cuerpo y tu respiración para así poder detectar patrones mentales, pensamientos repetitivos, vicios emocionales, carencias afectivas, grabaciones y reacciones que se repiten una y otra vez.

Y cuando detectes los que te limitan, empezar a cambiarlos.

No hay recetas mágicas.

Hay repetición.

Tercer paso.

Una vez analizado tu pasado y tu presente, visualizar tu futuro.

Entrenarte una y otra vez en visualizar, pensar y sentir  aquello que quieres crear en tu vida.

Y en lugar de poner todo tu foco y tu energía en las preocupaciones y los miedos por lo que puede pasar y casi nunca pasa, ponerlo en lo que quieres que pase y jamás trabajas para que pase.

Esto es vivir tu vida de forma despierta, consciente y creadora.

Así que todo pasa por volver a encender la luz.

Y cuanta más potente, mejor.

No es nada fácil, pero sí sencillo.

En la vida no hay misterio.

Todo efecto tiene una causa.

Pero a veces la causa está tan alejada del efecto, que si no se observa con “altura” suficiente es difícil ver la conexión.

Así que vamos a tomar la perspectiva necesaria para “ver” tu vida desde arriba, conectar puntos y así poder comprenderla.

En un punto de origen, naces.

Y la energía decide que nazcas en una geografía determinada del planeta.

Con una genética determinada.

Y en el seno de una familia en concreto.

Todo lo necesario para vivir tu experiencia.

Y para jugar esta partida tienes un padre y una madre.

Que como niño, desearías que fueran los padres perfectos y celestiales.

Pero son los imperfectos y  terrenales.

Con todas sus carencias y todas sus limitaciones.

Ellos también son parte del juego y los has de aceptar como parte del plan maestro.

Entras en esa familia con toda la pureza energética.

Y es aquí donde empieza toda tu distorsión.

Desde que naces hasta los dos años tu cerebro funciona con ondas inconscientes.

Ondas Delta.

Subconsciente profundo.

Aquí todavía eres energía pura.

Electromagnetismo de la más alta vibración.

Pero lentamente vas absorbiendo las vibraciones de tus padres.

Las altas y las bajas.

Lo bueno y lo malo.

Todo.

Y se van creando las primeras interferencias entre lo que irradias y lo que recibes.

A esa edad eres una esponja energética.

Lo absorbes todo.

T-O-D-O.

Desde la tristeza de tu madre hasta la ira de tu padre.

Los miedos más profundos.

Las creencias, conversaciones, emociones,  energías del ambiente, pensamientos del inconsciente familiar.

Todo.

Todo empieza a formar parte de tu software mental subconsciente más profundo.

De los dos a los siete años, vas creciendo, y  sigues funcionando en ondas cerebrales inconscientes.

Ondas Theta.

Sigues en subconsciente profundo.

Por tanto sigues grabando y “tragando”.

Los pensamientos repetitivos de tu madre.

Los de tu padre.

Las creencias de tus abuelos.

Las de tus cuidadores.

Los patrones mentales de tus padres.

Esos que les llevaban a la culpabilidad.

A la queja constante.

Al sufrimiento.

Al miedo.

Al fracaso.

A la autoexigencia.

A la intolerancia.

Al castigo.

Da igual.

Los que sean.

Cada familia tiene los suyos.

Y todos los grabas a fuego.

También los patrones y vicios emocionales.

Tristezas, rabias, frustraciones, discusiones…

Todo lo vas añadiendo a tu “carrito de la compra” inconsciente.

Hasta los siete años lo “compras” todo.

Aunque haya quien diga aquello de “ da igual, que el niño no se entera”.

Pues se entera.

Y mucho.

Y no sólo se entera, sino que lo graba a fuego para siempre jamás.

Evidentemente todo lo bueno también lo grabas, claro.

Pero remarco lo malo porque de lo que se trata es de desactivar todo lo que te limita para que tu expansión sea infinita.

Y una vez lo has grabado todo, ahí se queda.

Latente en tu cajita negra.

A eso has de sumarle lo que te “meten” en la escuela.

En la etimología más antigua, “educar” significaba “sacar de dentro a afuera”.

Es decir, educarte debería consistir en sacar lo mejor de ti, extraer tu parte más creativa, incentivar tu talento y hacer que descubrieras tus dones naturales para utilizarlos y que tuvieras la capacidad de crear una vida expansiva en este planeta.

Pero nada más lejos de la realidad.

En lugar de sacarte lo mejor, te meten lo peor.

Los miedos, los “deberías”, los “ni se te ocurra”, los “tienes que”, el no hacer nada bien, los castigos, las frustraciones, las exigencias, los chantajes emocionales y todo aquello que te va apartando de tu estado y de tu vibración natural.

En lugar de hacer que seas más grande, cada año que pasa te haces más pequeño.

Hasta, en muchos casos, llegar a la anulación preocupante.

Y para rematarte está el inconsciente colectivo.

La religión.

La sociedad.

Los compañeros de colegio.

Y todo el entorno distorsionado en el que te mueves.

Y así vas formando tu propia autoimagen.

Tu ego o personalidad, que cada vez se va alejando más de tu verdadera esencia.

Y hasta los doce años sigues funcionando en ondas inconscientes, ondas Alfa, ya no tan profundas pero inconscientes todavía.

Con lo que sigues “tragando” pensamientos, patrones, creencias, vicios emocionales…

Hasta que queda formada y grabada a fuego tu percepción del mundo y de la vida en tu subconsciente más profundo.

Y a partir de los doce años en adelante vas danzando por la vida con todo este software mental integrado.

Y así empieza tu historia de adolescente y adulto.

A partir de aquí  las experiencias lo único que hacen es reforzar esa percepción que ya tienes creada y aumentar cada vez más tu distorsión.

Vas creciendo.

Vas repitiendo los patrones que has aprendido.

Vas integrando pensamientos, sentimientos, diálogos internos,comportamientos.

Vas creando hábitos.

Lo haces una y otra vez sin darte cuenta.

Repitiéndolos millones y millones de veces.

Vas creando conexiones neuronales (pensamientos) limitantes.

Cuanto más los repites, más los integras y más inconscientes los haces.

Esos pensamientos crean reacciones emocionales.

En esas reacciones emocionales tu cerebro envía químicos al cuerpo, que son auténticos “chutes” para tus células.

Los receptores de las células de tu cuerpo se van abriendo y se van habituando a recibir esos químicos que envía tu cerebro.

Y así van pasando los años.

Tralarí-tralará…

Diciendo aquello de “yo soy así” y quedándote tan pancho.

Vas solidificando tus redes neuronales.

«Chutes» y más «chutes» hasta normalizarlos.

Vas creando una vibración energética determinada que es la que atraerá una realidad acorde a esa vibración.

Te vas acostumbrando a tu forma de pensar.

A tu forma de sentir.

A tus reacciones.

Y poco a poco, vas perdiendo el control de tu vida.

Y el inconsciente se va apoderando de ti.

Vas creando una realidad que no te gusta  sin enterarte.

Van pasando los años.

Y a cada año que pasa estás un poco más lejos de tu centro.

Y como la vida te observa  y se da cuenta de tu distorsión, te va dando señales para informarte de que no vas por buen camino.

Pero como tú no estás por la labor, no las ves, y con aquello de “ la vida es así” te quedas tan a gusto.

Tralarí- tralará…

Vas pasando los años.

Hasta que un día ya estás tan distorsionado y alejado de tu origen, que la vida, harta de ti, se planta y te dice “hasta aquí hemos llegado”.

Y aquí es cuando ya has perdido todo el control.

En ese momento es cuando uno suelta perlitas como éstas:

“Ya no puedo más”

“No puedo seguir así”

“Basta”

“Mi vida es un infierno”

“La vida es un asco”

“Todo es un sufrimiento”

“Qué he hecho yo para merecer esto”

No has hecho nada.

En realidad ese has sido el problema.

Que tú no has hecho nada consciente para crear tu vida.

Y el inconsciente o el piloto automático la ha creado por ti.

Y así estás ahora.

Apagado, fundido y jodido.

Llegados aquí sólo queda un paso.

Reconocer la oscuridad y empezar a trabajar para recuperar tu luz.

Que de conseguirlo, será tu mayor logro.

Rafa Mota

Personal Coach

www.rafamota.com

Descripción de la foto para invidentes: En la foto aparece a un lado medio rostro femenino de color gris difuminado y ensombrecido sobre fondo totalmente negro

 

 

 

 

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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