¿Por qué quiero cambiar y no puedo?

De vez en cuando recibo mensajes como éste:

“Leyéndote todo parece muy fácil, cuando acabo de leer tus post me entran unas enormes ganas de cambiar pero a los dos días vuelvo a lo de siempre  y me desespero”

Te voy a ser sincero.

No quiero engañarte ni venderte motos que no son.

Cambiar una vida no es fácil.

Y menos si la has de cambiar enterita y reconstruirla desde cero.

O desde más allá del cero.

Desde el menos….mucho.

Que me lo digan a mí, que la mía quedó como un desierto y todavía hay días que sigo recogiendo pedacitos.

Cambiar una vida requiere tiempo.

Otra cosa es disponer de las herramientas para cambiarla y empezar a notar cambios desde el inicio.

Eso sí.

Pero cambiarla completamente requiere tiempo.

Justo lo que a la mente le molesta y le cabrea.

Porque la mente quiere empezar hoy y que el cambio sea para ayer.

Y eso es imposible.

Eso es ir contra las leyes del Universo.

Así que la primera condición para empezar a cambiar tu situación actual es paciencia, paz y serenidad.

Y comprender que los cambios requieren tiempo porque son los cimientos para la construcción de una nueva realidad.

Después de comprender, la segunda es enfocarte en aquella vida que quieres tener.

No sirve enfocarte en la que no quieres tener.

Si quieres conseguir algo has de saber exactamente qué quieres conseguir.

Y cuanto más detallado, mejor.

Si no, no sirve de nada el trabajo.

Las personas no consiguen lo que quieren, no porque no puedan, sino porque no saben lo que quieren conseguir.

Cuando lo sepas, márcate una estrategia, planifica y apunta todos los pasos a seguir.

Y una vez enfocado y planificado el camino, aprende a vivir en el presente y a anclarte en el pasito que darás hoy sin pensar en los pasos que te quedan.

Disfruta el de hoy y olvídate del de mañana.

Y cada vez que la mente se impaciente y se te vaya a donde querrías estar y no estás, respiras, contactas con tu cuerpo y la haces volver.

Y si la has de hacer volver un millón de veces, la haces volver un millón de veces.

A esto se le llama entrenamiento mental.

La paz, la tranquilidad y la serenidad son estados que no se consiguen de la noche a la mañana.

Son estados que se entrenan.

Así que vete olvidando aquello de empezar hoy y cambiar tu vida mañana.

Si no, sería como ir al gimnasio con una barriga cervecera y pretender al segundo día salir marcando tableta de chocolate como abdominales.

O como salir del puerto de Cádiz en barco destino a Alaska y al tercer día quejarte porque todavía no has llegado.

Hombre.

Pues no.

Al tercer día todavía no habrás llegado.

No sólo no habrás llegado sino que todavía te quedará un largo camino por recorrer.

Otra cosa es que haya quien te diga por ahí que no.

Que Alaska está aquí al lado y que llegarás en un santiamén.

Y con cuatro afirmaciones y cuatro gritos, al ritmo de “sí puedo, soy el mejor” como en las películas de academias militares americanas, en dos días habrás llegado.

Hombre.

Pues no.

Al menos por mi experiencia ( y es la que te transmito cada noche) te puedo decir que no.

Que Alaska está donde está, lo mires por donde lo mires.

Y que los cambios profundos y duraderos requieren de un trabajo muy serio y muy disciplinado.

Y que la abundancia llega, pero con el tiempo y después de mucho trabajo interior y de mucho autoconocimiento.

Y lo puedo decir porque yo he hecho la travesía a nado y sin barco.

Ahogándome hasta el cuello.

Y con más de cuarenta y cinco años ( lo digo por aquello que se dice por ahí de que con más de cuarenta y cinco estás fuera)

Y te puedo decir que llegar, se llega.

Y que se cambia.

Y que se transforma una vida.

Y que se consigue.

Y que los sueños se cumplen.

Pero todo a su debido tiempo y con el trabajo necesario.

Con tranquilidad.

Con paciencia.

Con mucho amor y “buentrato” hacia uno mismo.

Con mucho compromiso con tu cambio.

Con mucha constancia con tus nuevos hábitos.

Con mucha responsabilidad con tus objetivos.

Con mucho tesón con tu trabajo personal.

Con mucha motivación por construir tu nueva vida.

Con mucha ilusión por conseguir tus  sueños.

Y con mucho entreno día a día.

Que más duro será cuanto mayor haya sido la distorsión del personaje que has creado a lo largo de tu vida.

Y me explico.

Imagina que empiezas esta partida llamada vida en un punto cero.

En tu origen.

Allí donde  tienes todo lo necesario.

Sabiduría.

Amor.

Talento.

Energía.

Recursos.

Paz.

Serenidad.

Reconocimiento.

Y desde ahí, lo natural sería crecer y avanzar de frente en línea recta expandiéndote según la lógica universal que es la que marca tu camino.

Pero  como al poco de empezar a jugar esta partida ya entra en funcionamiento la mente y su distorsión, dejas de hacer el camino natural para hacer el camino adulterado.

Y te vas alejando lentamente de tu camino original.

Escorándote hacia un lado o hacia el otro.

Dejando de ser quien eres para ser quien otros quieren que seas.

Dejando de ser quien eres para ser quien “crees” que debes ser.

O dejando de ser quien eres por miedo a ser quien realmente has venido a ser.

Alejándote de tu esencia original y creando una máscara artificial.

Hasta  que llega el día que con esa máscara te has alejado tanto de tu “original” que la vida te dice “hasta aquí hemos llegado”.

Y el “hasta aquí hemos llegado” viene disfrazado de mil y una formas.

De depresión.

De ansiedad.

De enfermedad.

De estrés.

De patología crónica.

De fatiga energética.

De quiebra económica.

De desesperación.

De insatisfacción e infelicidad permanente.

De lo que sea.

Y es el aviso que te da la vida de que te has alejado demasiado de tu esencia auténtica y original.

Y estás en las antípodas de donde deberías estar.

Con lo que si quieres tener una vida armoniosa, equilibrada y feliz a partir de ahora has de hacer triple trabajo.

Comprender por qué has llegado donde has llegado.

Y una vez comprendido  el por qué, ponerte a trabajar para eliminar la distorsión, conectar con tu esencia original y emprender de nuevo el rumbo hacia las estrellas.

Las tuyas.

Porque ellas siempre te han estado esperando.

El problema nunca fueron las estrellas.

El problema fue que te perdiste por el camino y ni siquiera te enteraste.

Así que ahora por lo menos,  cuando vayas en busca de las estrellas y de tus sueños, no quieras correr ni pretendas llegar antes de tiempo.

Porque si lo haces, lo único que conseguirás es satisfacer a tu malvada mente, frustrarte y abandonar.

Así que alégrate de haberte dado cuenta de tu distorsión y disfruta de cada paso del camino de regreso a casa.

Respira.

Toma consciencia.

Recuerda que el mundo se creó en siete días ( no en uno).

Ten paciencia.

Toma aire.

Toma fuerza.

Toma energía.

Dosifícate.

Date mucho amor ( todo el que no te has dado hasta ahora)

Mímate.

Perdónate.

Valórate.

Ármate de valor y compromiso con tus estrellas y con tus sueños.

Visualiza quien quieres ser.

Y empieza.

Da un pasito que te acerque a tu nueva realidad.

Sólo uno.

Pero pase lo que pase, dalo.

No busques excusas ni justificaciones.

Da igual que la nueva vida te quede muy lejos.

Olvídala.

Ahora no toca.

Ahora sólo toca el pasito.

Dalo.

Y disfrútalo.

Pisa fuerte.

Y el resto, ya vendrá.

Eso sí, cuando empieces a caminar recuerda que  la vida no trata de llegar.

Trata de caminar siendo auténtico y original.

Y haciéndolo así, algún día, brillarás como las estrellas.

 

Rafa Mota

Personal Coach

www.rafamota.com

 

 

 

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

2 Comentarios

  • Conchita dice:

    Has descrito la vida misma….y lo ke nos pasa y estamos sufriendo algunos….por andar perdidos….

    • rafamota dice:

      La mayoría de veces se sufre por desconocimiento de cómo funciona la vida y por mala gestión emocional. No es la vida, es la gestión qu ese hace con ella. Gracias Conchita.

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