Ya lo dije en uno de mis post.

Desde que tengo recuerdos quería ser payaso.

Si, ya ves.

Payaso.

Mi ídolo era Fofó.

Llegaba incluso a la obsesión.

Circo que venía a Barcelona.

Circo al que mis padres tenían que llevarme.

Si no montaba un número.

Ya de mayorcito, con diez o doce años.

Me escapaba del cole para ir a ver los carromatos.

Mi alma de niño soñaba con los payasos.

Pero nunca me planteé por qué.

Un buen día en casa me hicieron la típica pregunta.

“Qué quieres ser de mayor?”

Y lo solté.

¡Payaso!

Le dije a mi familia que quería ser payaso.

La cara con la que me miraron me frustró.

En mi casa aquello frase de “te vas a morir de hambre si eres artista” era una de las favoritas.

Pero enseguida reaccioné.

Enseguida dije: “Pero payaso empresario”.

Y ahí se quedó.

Tampoco nunca me planteé porqué dije lo de empresario.

Lo dije, sin más.

Pasaron los años y por supuesto, no me convertí en payaso.

Ahí quedó en el recuerdo.

Pero sí me convertí en lo segundo.

Empresario.

Y así he vivido todos estos años.

Hasta que todo se desmoronó.

Y tuve que volver a empezar.

Ahí todo cuadró.

Lo que nunca me planteé de crío.

Ni de adolescente, ni de joven.

Me lo planteé de mayor.

En plena pesadilla económica y personal.

He tenido muchos golpes en mi vida.

Ahora sé que no eran golpes.

Eran señales.

Pero ni me daba cuenta.

Hasta que llegó el golpe definitivo.

La señal que necesitaba para poner luz a mi vida.

La vida trata de unir puntos y dar sentido a tu existencia.

Después de nacer sin expectativas de vida.

Estar en una incubadora en la UCI donde me dieron no más de 24 horas.

Atropellarme a los 8 años para devolverme a la UVI.

Tener ataques de pánico desde los 14 hasta los 30 años.

De los que te levantas por la noche con la camiseta chorreando de sudor.

Vivir varios intentos de suicidio de alguien muy muy allegado a mí.

Y ser yo mismo quien lo entrara en urgencias muriéndose.

Ir dos veces a la quiebra.

Y estar toda mi vida luchando y peleándome con el mundo.

Entre ellos mi padre.

Al final lo conseguí.

Cuadré todos los puntos de mi vida.

Y lo comprendí.

Jamás quise ser empresario.

Mi alma quería ser payaso.

Pero la traicioné.

Y ya sé por qué.

Lo de empresario fue para pertenecer al clan.

Para no defraudar a la familia.

Decisión inconsciente de niño, claro.

No porque mi alma me lo pidiera.

Si no porque el miedo me la jugó.

Me traicioné por miedo al rechazo.

En décimas de segundo decidí ser lo que no quería ser.

Para enterrar lo que quería ser.

Y me olvidé de mi sueño.

Ser payaso.

Por eso el Universo constantemente me lo recordaba.

Con todos los golpes.

Bueno, señales.

Y ahora también sé por qué quería ser payaso.

Porque los payasos eran el alma.

No había circos sin ellos.

Los payasos eran la esperanza.

La alegría.

La inocencia y la ilusión.

Las sonrisas.

Eran el sueño de todo circo que se preciara

Y los que entusiasmaban a los niños.

Los payasos eran todo corazón.

Por eso me hacían volar.

Pero como la vida es muy sabia.

Y tarde o temprano lo pone todo en su lugar.

A mí me dio la oportunidad de volver a empezar.

Algunos le llamarán suerte.

Otros, desgracia.

Pero a mí me dejó en el cero absoluto.

Hice caso al Universo y a mi esencia.

Abandoné lo de empresario.

Y así me transformé.

Me reinventé.

Volví a mi origen.

Recogí el alma de mi niño.

Aquella a la que un día mi miedo traicionó.

Me di todo el amor que necesité.

Y desde ahí decidí dedicarme a mi verdadera vocación.

A construir ilusiones.

A acompañarte para que recuperes la sonrisa y así puedas disfrutar de la vida.

A acompañarte para que te reencuentres con tu alma y recuperes tu esperanza.

A ayudarte a conseguir que tus sueños se hagan realidad y vueles tan alto como sea posible.

A trabajar para conseguir que tu niño o tu niña sean felices y dejen atrás todos sus miedos.

Y a entregarme para que día a día recuperes tu luz y tu motivación.

Porque cada vez que un alma se ilumina.

El mundo se recarga de ilusión.

Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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