El efecto de la causa

By noviembre 26, 2015Espiritualidad

Ayer te contaba el por qué no puedes dejar de pensar.

Hoy te explicaré el por qué no puedes dejar de reaccionar como reaccionas.

El porqué de aquellas reacciones que condicionan tu vida.

Que secuestran tu libertad.

Que dominan tus relaciones.

Que controlan tu comportamiento.

Que coartan tus decisiones.

Y que siempre te superan.

Por mucho que lo intentes.

Aquellas reacciones que conscientemente entiendes que están fuera de lugar.

Pero que inconscientemente no puedes controlar.

Y te llenan de culpabilidad.

Aquellas que te dices a ti mismo “ no volverá a ocurrir”.

Pero ocurren una y otra vez.

Sin poder evitarlo.

Porque hay algo dentro de ti que se te lleva por delante.

Y en este grupo caben todo tipo de comportamientos y actitudes.

No sólo los agresivos asociados a la rabia.

Sino también los bloqueos asociados al miedo.

La tristeza que te embarga.

La ansiedad que no te deja vivir.

La preocupación por todo lo que te rodea.

El estrés constante de ir corriendo a todas partes.

El pánico que te entra cuando revives una situación.

Y todas aquellas que no puedes gestionar voluntariamente.

En este paquete de comportamientos reactivos también entrarían las adicciones.

El juego, el sexo, el tabaco, la comida, la televisión, el alcohol…

E incluso muchos de los TOCS.

Porque todo son reacciones para calmar carencias, heridas y dolor latentes en tu interior.

Son el efecto visible de la causa invisible.

De la causa inconsciente.

La vida que ves es el resultado de lo que no ves.

Precisamente lo que te hace reaccionar en el presente tiene su origen en el pasado.

Y más concretamente en tus doce primeros años.

Las carencias que tuviste.

Las conexiones neuronales que asociaste.

Las grabaciónes de las experiencias que viviste.

El dolor que acumulaste.

Todo está ahí.

En tu software.

En tu interior.

En tu inconsciente.

Información latente y bien grabada.

Pero no la ves.

Ni lo asocias.

Ni siquiera te la imaginas.

Pero es lo que a día de hoy te hace reaccionar.

Por inverosímil que te parezca.

La solución no es luchar por aplacar esas reacciones.

Ni culpar al mundo ni a los demás.

Ni tú sentirte culpable.

Ni castigarte ni flagelarte por tenerlas.

Es perdonarte y comprenderte.

Luchar, luchar y luchar te llevará al desgaste energético.

Y no lo conseguirás.

Porque el inconsciente es muchísimo más poderoso que la voluntad.

Pretender “curar” el efecto sin solucionar la causa es misión faraónica.

Por eso las adicciones son tan difíciles de erradicar.

Y no digamos el “es que yo soy así”.

O los problemas de sobrepeso con las dietas.

Que la gran mayoría tampoco funcionan.

Porque se basan en el esfuerzo y la lucha sobre el efecto.

Y no hay que trabajar sobre el efecto.

Hay que ir a la causa.

Al origen.

Y desconectar.

Desprogramar.

Y una vez se logra, desaparece el efecto.

Sin luchar.

Ni esforzarse.

Llevándolo a metáfora.

Es como tener brasas en tu interior.

En tu “cocina”.

Latentes.

Unas brasas que nunca se apagaron.

Y te siguen quemando.

Siguen en activo.

Pero tú no lo sabes.

Ni eres consciente.

Ni las notas.

Pero te queman y te incomodan.

Y para calmar esa incomodidad.

Ese fuego.

Necesitas adicciones.

Comportamientos obsesivos.

O reacciones inconscientes.

Gritar a alguien cuando no te respeta, ”montar un pollo” cuando no te hacen caso, “morirte” cuando te abandonan, sentirte triste cuando no te valoran, preocuparte obsesivamente siempre por lo mismo, mostrarte agresivo cuando no te dan la razón…

O fumar, practicar sexo compulsivamente, drogarte para huir de la realidad, limpiar constantemente la casa, estar constantemente compitiendo contigo mismo por ser mejor…

Son sólo ejemplos.

Son todo reacciones.

Hay miles.

Y todas esconden una causa invisible.

No te voy a decir que te sea fácil desconectarlas.

Porque uno mismo no puede “ver” el foco de su reacción.

Para eso ya estamos los que nos dedicamos a ello.

Pero el primer paso para desconectarlas.

Y dejar de ser prisionero de ellas.

Es darte cuenta de que sólo son un efecto.

Ni eres así.

Ni son parte de tu personalidad.

Ni es el mundo quien te las provoca.

Perdónate, ámate, obsérvate y compréndete.

Si comprendes que esas actitudes son reacciones provocadas por tus carencias.

Sólo por el hecho de “verlo”.

Bajarán de intensidad.

Y te estarás dando la oportunidad de volver a empezar.

De cambiar lo que ves.

Sanando lo que no ves.

Si quieres dar un vuelco espectacular a tu vida.

Perdónate el efecto.

Y trabájate la causa.

La vida no es que sea muy difícil.

Es que te esfuerzas donde no debes.

Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

One Comment

  • encarna dice:

    Hoy estoy leyendo .El efecto de las causa y porque no pudo dejar de pensar.

    Y que verdad tienes , pues ami es todo lo que me pasa .Y es verdad que todo me viene desde antes de los doce años.Pero no creía que eso tuviera la culpa de como me he encontrado durante toda mi vida .Y tengo 66 años. Después
    de leerlo ,y escuchar algunos vídeo tuyos voy a intentar cambiar mi vida .muchas gracias.

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