Hoy te voy a hablar de mi y de mi experiencia de vida.

Lo digo porque igual no es tan interesante como otros días.

De jovencito, me gustaba la filosofía y la astronomía.

Recuerdo que me encantaba estudiar a los clásicos, Platón, Sócrates y Aristóteles.

Y leer sobre las galaxias, las estrellas y el universo.

Fantasear con que era mucho más que el cuerpo en el que estaba metido.

Por las noches cerraba los ojos, me dejaba llevar por la imaginación y volaba para sentirme libre.

Nunca me ha gustado sentirme atado a nada.

Hasta que un día, con dieciséis años, leyendo un libro sobre astronomía, me dio el mayor ataque de pánico de mi vida.

De aquellos ataques que vives la muerte en directo como si te atravesara el alma.

Y allí se quedó toda mi vocación.

Lo cerré todo en un armario y me olvidé de todo.

Me dio tal terror volver a abrir un libro que hablara sobre la inmensidad y el infinito que creo que mi inconsciente bloqueó cualquier acercamiento a este mundo tan abstracto.

Y tan potente a la vez.

Me pasé prácticamente dos años sin poder mirar a las estrellas.

Y durante el día, a duras penas podía mirar el cielo.

Era imaginar la inmensidad del espacio y empezar a temblar.

Ni en verano podía tirarme en la playa a observar el cielo estrellado de esas noches de verano.

Porque empezaban las palpitaciones, los sudores, las taquicardias, la ansiedad y al final el temido ataque de pánico.

Era jovencito y no sabía qué me estaba ocurriendo.

No se lo dije a nadie por miedo a que me dijeran que estaba loco.

Y así pasé los dos peores años de mi vida.

Con mareos, sufrimiento, miedos, terror, pánico e incertidumbre.

Sé perfectamente lo que es despertarse de la cama con la camiseta chorreando de sudor y tiritando sin poder evitarlo.

Y lo sufrí en el más absoluto silencio.

Hasta que poco a poco no sé cómo ni por qué se me fueron los ataques.

Del todo, no.

Pero al menos se me espaciaron mucho en el tiempo.

Y seguí teniendo de vez en cuando algún ataque de pánico hasta los treinta y pico.

Todo aquello truncó mi verdadera vocación.

Las humanidades, el ser humano, la psicología y la inmensidad del Todo.

Ahora lo comprendo.

E hizo que cogiera el camino más fácil.

Que a la larga, es el más insatisfactorio.

¿Qué estudiar que tuviera más salidas?

Y como en mi familia el mundo los negocios era lo normal.

Decidí lo que todo el mundo me decía.

Estudia económicas que seguro que tendrás trabajo.

Y así lo hice.

Hasta que me harté.

Ahora lo comprendo (el por qué me harté)

Y me metí en el mundo de los negocios.

Como venía de familia hostelera.

¿A qué me dediqué?

A la hostelería.

Monté varios negocios de hostelería.

Vivía muy bien.

Y así la mayor parte de mi vida.

Hasta que hice una inversión millonaria.

Y al segundo día de haberla hecho, ya me di cuenta de que me había equivocado.

Y me iría a la ruina.

Sin poder evitarlo.

Y encima, mi pareja me dejó.

A los cuarenta y tres años estaba hecho un asco.

Estuve metido en un bucle en el que no veía ninguna salida.

Metido en mis pensamientos destructivos día tras día.

Así, un año entero.

Destruyéndome cada día.

Hasta que un día decidí que no podía más.

Hice un proceso de terapéutico durante ocho meses.

Y mi vida dio un salto cuántico espectacular.

Conecté con mi esencia de los dieciséis años.

Supe perfectamente cuál era mi verdadera vocación.

Leí y estudié todo lo que no había podido hacer durante todos estos años.

Me reencontré conmigo mismo.

Salté treinta años atrás.

Y fui a recuperar aquello que todo el mundo busca y poco gente encuentra.

Mi esencia interior.

Comprendí todo el viaje de mi vida.

Y entendí que todo era necesario para llegar al punto donde estoy.

Sin todo este camino ahora me sería totalmente imposible ayudar a los demás.

Ahora identifico a cada segundo de mi vida lo que me dice mi cuerpo.

Lo que me dice mi emoción.

Y cuando me voy al piloto automático, me salgo lo más rápido que puedo.

Ahora disfruto de mi profesión.

Y la vivo intensamente cada día.

Me encantan mis clientes.

Cómo no podía ser de otra manera, tengo una excelente relación con los que tienen ataques de pánico.

Me apasiona acompañarles.

Me seduce verles mejorar de la manera que lo hacen.

Y su mejora diaria es mi mejora.

Jamás había escrito nada hasta que empecé este blog.

Y ahora escribo por inspiración.

Porque me sale del corazón.

Y por amor a mi mismo, porque me lo permito.

Y porque intento ayudar desde aquí a personas que quizá se encuentren en esa situación de cuando yo era jovencito.

Que por miedo a enfrentarse a sí mismas, están sufriendo.

Y hoy me he inspirado escribiéndote sobre mí.

Porque quiero decirte que te pase lo que te pase.

Estés en la situación que estés.

Y por muy mal que lo estés pasando.

Siempre, siempre, siempre hay una solución.

Aunque tú no la veas.

El miedo, el pánico, el terror, la tristeza o la rabia aunque parezcan demoníacos.

No lo son.

Te avisan de algo.

No hagas como yo hice de meterlos en un armario.

Y hacer como si no existieran.

Porque tarde o temprano, lo volverás a pasar.

La vida es tan sabia que si no aprendes de una situación.

Te la vuelve a repetir una y otra vez.

Hasta que aprendes la lección.

Pide ayuda si la necesitas.

Tu vida dará un cambio espectacular.

Porque al final, no es lo que vives.

Es cómo lo vives.

Hazte un favor, vivas lo que vivas.

Vívelo bien.

Porque siempre hay salida.

Y la salida está dentro.

La salida ERES TU.

Rafa Mota

Personal Coach

www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

Deja un comentario