Fíngelo que triunfarás

By marzo 2, 2015Gestión mental

Nunca he sido un tipo muy académico que digamos, ni muy tradicional ni muy dado a cumplir las normas porque siempre he creído que con ellas la vida es más aburrida, más monótona, más encorsetada y encima dificultan que fluya la creatividad. Así que el librito de instrucciones que te prometí no será del tipo instrucción número uno, instrucción número dos, instrucción número tres…

Ni tema uno, autoestima, temas dos, asertividad, tema tres, emociones…

No seguirá un orden lineal ni será un librito convencional donde haya un índice con la solución a cada tipo de conflicto, sencillamente porque yo no soy así y tampoco creo que exista ese tipo de librito, pero en cada historia que escriba (de hecho, hasta ahora ya lo estoy haciendo) te ofreceré todo lo que yo he aprendido y te daré lo mejor de mi como coach y como persona por si quieres aplicártelo y entrenar en la distancia (será una especie de blogcoaching entre tú y yo que si te gusta, puedes recomendar a quien tú quieras). En breve, inauguraré mi videoblog y allí te daré herramientas para que también te puedas trabajar.

Y como soy de los que piensan que el conocimiento, las posibilidades de evolucionar y las herramientas para mejorar han de ser universales, expansivas y al alcance de todo el mundo pensé que la mejor manera de transmitir mi forma de entender la vida y fluir con ella era abrir un blog.

Como nunca me había puesto a escribir en mi vida, al empezar este blog pensé que modelar a los más visitados sería la mejor opción para que alguien me leyera (se supone que si quieres expandirte es imprescindible que te lean). Así que escogí a los mejores bloggers en temas de felicidad, crecimiento personal, motivación, liderazgo, éxito empresarial y bienestar emocional, los leí y releí hasta que un día acabé tan harto de ver blogs y no identificarme con ninguno que decidí olvidarme de todos y empezar a fluir.

O sea, a escribir lo que me diera la gana cómo me diera la gana, sin pensar en si me iba a leer alguien o no. Bien, mal o regular pero decidí hacerlo desde mi más pura esencia original. Y así lo hago. Pasito a pasito. Post a post. Día a día. Sin pensar en nada más.

Porque abrir un blog (o cualquier otro proyecto) pensando en gustar y contentar a todo el mundo es el primer paso hacia el fracaso.

Así que permitirme escribir un poco cada día, sin haberlo hecho nunca antes, siendo yo mismo y escribiéndote con el corazón y desde el alma, para mí ya es tener éxito.

He aprendido que el éxito no es más que la suma de “exititos” diarios, aquellos que no se ven ni se notan pero se van amontonando uno encima de otro hasta formar el “exitazo”.

Y ahí es cuando la gente dice: – qué suerte! Pero no. La suerte no existe.

La suerte no es más que un paso muy grande formado de pequeños pasitos muy pequeñitos y muy bien dados. Y la mala suerte es enfocarte en el exitazo sin ser capaz de conseguir el “exitito”.

Así que si quieres triunfar en tu vida, empieza a provocar los pequeños triunfitos diarios. A dar pasitos. Da igual que sólo sea uno, pero dalo.

Avanzar hacia el éxito es cambiar lo que uno quiere cambiar o tener lo que uno desea tener o ser lo que uno quiere ser y para lograrlo la progresión está llena de pasitos invisibles, a veces insignificantes, que de tan simples parece que no te lleven a ninguna parte. Pero sólo lo parece, porque ten por seguro, que llevarte, te llevan directamente a lo que algunos llaman “suerte”. Es un compromiso consciente, constante y diario. Es un camino.

El mismo camino que te lleva a la mediocridad y al fracaso, pero en dirección contraria y con un final infinitamente diferente.

Tomar uno u otro sólo depende de una decisión, una ruptura, un crack.

Tan pequeño es ese crack que caemos en el error de pensar aquello de: – “da igual, ya lo haré mañana, total por esto…”

Pues sí. Por esto.

Por esto conseguirás cambiar tu vida, aunque no te lo creas.

El cambio es decir SI cuando tu cerebro quiere decir NO.

Es permitirte un pasito cuando nunca te has permitido caminar. Es marcar un pequeño límite cuando jamás has marcado ninguno. Es empezar a escuchar un minuto tu vocecita interior cuando en tu vida la habías escuchado. Es pararte treinta segundos a pensar porqué has reaccionado de la manera que lo has hecho cuando jamás te lo habías planteado. Es leer cinco líneas cuando llevas años sin leer un libro. Es dejar de comer sólo un pastelito, no todos. Es tomarte un vaso de agua en el trabajo cuando no te permites levantarte en toda la mañana aunque te mueras de sed. Es darte el regalo de tumbarte en el sofá dos minutos aunque tengas la casa hecha un desastre sin pensar que eres una irresponsable que deja de limpiar. Es dejar de decirte lo inútil que eres al menos una vez al día. Es cerrar los ojos y meditar un minuto aunque se te coman los pensamientos. Es poner el foco en algo bueno que tengas, aunque sea tan insignificante como tu peca favorita. Es decirte guapo una vez al día, aunque no te lo creas. Es sentarte diez minutos delante de un folio en blanco cuando quieres escribir una novela. Es ponerte frente al espejo a recitar dos frases del discurso que sueñas dar dentro de un año. Es mover una uña aunque tu objetivo sea mover el cuerpo. Es observar que no paras de insultarte. Es sentir que la rabia te destroza por dentro y reconocerlo. Es cerrar los ojos y visualizarte allí donde deseas llegar. Es sentir lo que sentirías si ya lo hubieras conseguido. Da igual. Lo que sea.

No es el paso. Es el movimiento. Créeme.

Demuéstrale a tu niño (aquel al que le metieron el “bicho” sin enterarse) que le amas con locura y si en su día le dijeron NO, tú hoy le dices SI.

Y dile cada día que es un EMDM (el mejor del mundo) hasta que se lo crea. Porque lo necesita y se lo merece.

Hay un refrán que dice “fake it till you make it” (fíngelo hasta lograrlo).

Aunque no te lo creas, fíngelo hasta que tu cerebro haga crack.

Consigue que la red neuronal se rompa en mil pedazos cada día durante 21 días seguidos y habrás triunfado (eso sí, han de ser seguidos, si no, has de volver a empezar).

Habrás doblegado a tu cerebro. Porque no manda él, mandas tú.

Y cuando hayas incorporado una nueva red neuronal que no es más que un nuevo hábito, una creencia o una emoción diferente a la que tenías hasta ahora (un “bicho bueno”) habrás encontrado el camino hacia el triunfo.

Puedes imaginar tu sueño y sentir que lo logras, pero si no te mueves, estás muerto.

Así que ahora ya lo sabes.

Move it and get it (muévete y consíguelo)

Rafa Mota
Personal Coach

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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