Para aceptar la vida primero hay que comprenderla.

Y para comprenderla, antes hay que saber cómo funciona.

De lo contrario, es muy difícil aceptarla.

Te resignas.

Rabias.

Lloras.

Berreas.

Te discutes.

Te deprimes.

Te hundes.

Te peleas.

Te bloqueas.

Te rompes.

Huyes.

Explotas emocionalmente.

Te quemas mentalmente.

Todo intentando cambiar lo único que no puedes cambiar.

Lo de fuera.

Haces cualquier cosa por cambiar la realidad.

Incluso enfermar con tal de no aceptarla.

Porque aceptar, lo que se dice aceptar plenamente.

No la aceptas.

Para aceptar hay que hacer un proceso de consciencia muy profundo que muy poquitos están dispuestos a hacer.

Es más fácil hacer cambiar a los demás que coger el toro por los cuernos y ponerse a cambiar la vida de uno mismo.

Así estamos de mal.

Así estamos de distorsionados.

Sólo hay que ver el mundo como está.

Que vamos totalmente al revés de la lógica universal.

Consciente o inconscientemente siempre estás buscando que la vida te cubra lo que te falta.

Y ahí radica la gran distorsión.

Que la vida no está delante para darte nada.

Ni para darte lo que te falta ni para hacerte feliz.

La vida está ahí sólo para que te des cuenta de lo que te falta para alcanzar tu propia plenitud.

Y alcanzando esa plenitud,  ayudar al mundo a alcanzar la suya.

La vida está ahí para que crezcas y evoluciones con ella.

Para nada más.

Este es tu viaje.

Esta es tu historia.

Esta es tu experiencia.

Empezó con tu entrada y acabará con tu salida.

Estás aquí para vivirla, sentirla y experimentarla.

Pero la tuya.

No la de los demás.

Si no vives la tuya jamás permitirás que los demás vivan la suya.

Viniste solo, la cruzas solo y te vas solo.

Todo lo demás es “un decorado” al servicio de tu crecimiento y evolución.

“Un decorado” para que descubras tu divinidad en la humanidad que estás experimentando.

Tu primer propósito aquí es ese.

Reconocerte y evolucionar.

Y el mundo es tu máximo aliado para conseguirlo.

Un ser evolucionado es el que ama, da, entrega, acepta, comparte su sabiduría, comprende, vive, deja vivir, observa, no juzga, vive en paz y serenidad, cambia lo que puede cambiar, disfruta de su experiencia y ayuda a los demás a que mejoren la suya .

Eso es evolución.

Eso es paz y serenidad.

Eso es amor.

Eso es aceptación.

Eso es ser humano de verdad.

El resto es distorsión e involución.

Pero la evolución no se consigue sólo experimentando.

Porque si sólo experimentas  y te quedas en el sufrimiento sin aceptar, ni comprender ni ser consciente de nada, no sirve de mucho.

Más bien de muy poco.

Sólo sirve para que pases a engrosar la lista de experimentados inconscientes.

Rabiosos, frustrados, deprimidos, tristes, empastillados, neuróticos…

Y la inconsciencia no ilumina al mundo.

Todo lo contrario.

Lo oscurece cada día un poco más.

De oscuridad ya tenemos suficiente.

La evolución se consigue experimentando conscientemente.

Elevando el grado de consciencia.

Abriendo la luz.

Y no hay que ir a ninguna octava dimensión ni a ninguna parte para encontrar la luz.

Si acaso, más bien hay que bajar a los infiernos y bailar con los demonios.

La luz es comprensión y entendimiento.

Comprender de qué va la vida.

Entender cómo funcionas tú como ser global.

Y convertirte en un experto de la vida y de tu vida.

Tantos máster que estudiamos hoy en día y el único verdaderamente importante, el máster de tu vida, nadie o casi nadie lo estudia.

Si has de hacer un máster.

Haz éste.

El de tu vida.

Es el que te llevará directamente a la abundancia, a la sabiduría y a la energía.

Conviértete en un verdadero experto de tus días.

Del día cero hasta hoy.

Comprende, entiende y entrénate.

Emocionalmente.

Mentalmente.

Corporalmente.

Y espiritualmente (que poco o nada tiene que ver con la religión).

O lo que es lo mismo.

Conócete en todos tus planos y comprende hasta la última micromillonésima de tu vida.

Comprende por qué te pasa lo que te pasa.

Por qué buscas lo que buscas.

Por qué reaccionas como reaccionas.

Por qué te bloqueas como te bloqueas.

Por qué estás en el estado que estás.

Por qué te falta lo que te falta.

Por qué no sabes lo que quieres.

Por qué tienes el miedo que tienes.

Por qué …

Por qué…

Por qué…

Los porqués ya te conducirán a los para qué…

Y tarde o temprano, ya te vendrán todas las respuestas.

Porque convertirte en un experto de ti mismo hace que te conviertas en un experto de la vida.

De la tuya y de la de los demás.

Y ahí es cuando empiezas a entender de qué va este milagroso viaje llamado vida.

Que no va de nada más que de conocerte, amarte, comprenderte, reconocerte a ti mismo y expandirte.

Y desde ahí amar, conocer, comprender y reconocer al mundo, a la vida y a los demás.

Descubrirte para dar tu contribución al mundo.

Encontrarte para dar.

Y si das desde ti, no te preocupes, que tarde o temprano, recibirás.

De esto va este juego.

De dar y recibir.

De ser nada y ser todo a la vez.

De aceptarte a ti para aceptar a la vida.

De humildad y aprendizaje constante.

Eso es la paz.

Eso es la serenidad y el equilibrio.

Eso el cielo en la tierra.

Eso es el nirvana.

La iluminación, según mi humilde forma de entender la vida, es eso.

Anclarte en ti para poder fluir con la vida.

Trabajarte, conocerte y entrenarte mucho para poder soltar y volar.

Es reconocerte imperfecto.

Es aceptar tu vulnerabilidad.

Tu transformación constante.

Tu muerte a cada instante.

“Sólo” eso.

Aceptar que no somos nada (o todo)

Iluminarte no es ver lucecitas de colores, ni seres raros, ni huir a según qué dimensiones, ni hablar con el más allá, ni ir a las montañas de la India, ni tampoco gritar sobre brasas que eres supermán cuando no lo eres ni lo sientes.

Eso sería más bien dejar el ego racional para pasarse al ego espiritual.

Iluminarte es no pretender ser nada.

Ser lo que eres.

Tal cual.

Sentir lo que sientes.

A pelo.

Sin juicios ni pajas mentales.

Dejar de luchar por ser lo que no eres.

Y dejar de resistirte por sentir lo que sientes.

Porque aunque te resistas, seguirás sintiéndolo ( eres humano).

Encender tu luz es aceptarte.

Mostrarte al mundo tal y como eres.

Sin miedo.

Sin máscaras.

Sin egos.

Sin vanidades ni pretensiones.

Sin distorsiones mentales.

Siendo auténtico, sencillo  y original.

Eso es para mi poner luz a tu vida.

Eso es hacer el máster de tu vida.

El que casi nadie hace y todos necesitaríamos hacer.

Rafa Mota

Personal coach

www.rafamota.com

 

 

 

 

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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