La felicidad no reside ni en las personas ni en las cosas.
Ni en hacer ni en tener.
Ni en conseguir grandes metas, grandes logros ni grandes sueños.
Ni siquiera en perseguirlos.
La auténtica felicidad no está fuera.
Está dentro.
Si la has de alcanzar, no es felicidad.
Es otra cosa.
Quizá deseo.
Pero no felicidad.
La felicidad auténtica no se alcanza.
Se conecta.
Y no está en ningún lugar.
Está ahora.
En este momento.
En SER TU.
En descubrirte.
En conectar con tu alma.
Y desde tu esencia sentir el amor por las cosas más pequeñas.
Las más sencillas.
Y emocionarte.
Emocionarte con el vuelo de una mariposa, con una abeja posando en una flor, con una puesta de sol…
En sentir el amor por las personas.
Y emocionarte.
Emocionarte con una mirada, con un abrazo, con una expresión…
En apreciar y valorar cada uno de los momentos de tu vida como si fuera el último que fueras a vivir.
Y emocionarte.
Emocionarte con cada instante.
Y fundirte con él.
Incluso siendo el que no deseas.
Porque aún con tristeza, con rabia, con miedo o con dolor estás sintiendo la vida.
Y eso también es vivir.
Eso es sentir.
De lo contrario, no estarías aquí.
No llorarías, no rabiarías ni tendrías miedo.
Pero no existirías.
Y eso, casi siempre se nos olvida.
Ser feliz es decirle a la vida que estás agradecido de tenerla a tu lado.
La felicidad no trata de que todo siempre te salga como tú deseas.
No has venido a eso.
Has venido a reír y llorar.
Has venido a evolucionar.
Y no hay expansión sin contracción.
La felicidad auténtica trata de no resistirse a la vida.
De aceptarla y de amarla tal y como es.
De confiar en ella.
De aprender con ella.
De comprender que todo juega a tu favor.
De evolucionar.
Y de alcanzar la sabiduría de vivir.
Comprenderlo y aceptarlo es lo que casi nadie hace.
Porque nadie está por la labor.
Pero ahí, en esa comprensión, reside la auténtica felicidad.
No le exijas a la vida ser feliz si no estás dispuesto a aceptarla tal y como es.
Porque la felicidad es todo.
Es aceptar el reto de vivir.
Y jugar con todo lo que ello conlleva.
Ganarás y perderás.
Es parte del juego.
Y necesario.
El éxito nunca se consigue sin fracasar.
Cuanto más ames y aceptes el fracaso más probabilidades tendrás de triunfar en la vida.
Porque el sufrimiento es la manera que tiene el Universo de comunicarse contigo y decirte que vas por el camino equivocado y que no te estás expandiendo.
Aceptar, comprender e integrar que la vida es un gran juego dónde es necesario contraerse para expandirse es lo más difícil.
Pero si lo consigues serás más grande de lo que jamás hayas podido imaginar.
Porque entenderás que TÚ eres la vida.
Que todo habla de ti y está para ti.
Que tú eres el sueño y has venido a expandirte.
Y ahí empezarás a ser lo que quieras ser.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com