El post de hoy va de “mirar diferente” para mejorar tus relaciones.
Para relajarte en una reunión de trabajo.
Para sanar tu relación de pareja.
Para interaccionar mucho mejor con los amigos.
Para evitar conflictos con tus padres.
Para todo tipo de relaciones humanas.
Y no es que este post te vaya a dar herramientas mágicas.
En realidad sólo te voy a dar una herramienta.
Y yo creo que ni eso.
Porque no es una herramienta.
Sólo es una “visión consciente”.
Pero muy potente.
Esta nueva forma de “mirar” hará que a partir de mañana veas a las personas de tu entorno desde otra perspectiva.
Se trata de cambiar la percepción.
La vida es un teatro.
Y la puedes vivir como personaje.
O como espectador.
Hoy te la voy a mostrar como espectador.
Desde arriba.
Y verás cosas que quizá nunca te hayas planteado.
Y eso hará que de la reacción pases a la comprensión y a la compasión.
Con lo que tu energía pasará automáticamente a ser proactiva.
Así reducirás tus conflictos personales y aumentará tu relajación.
Lo que te llevará estados de serenidad, armonía y tranquilidad.
En lugar de los típicos de rabia, frustración y ansiedad.
Y cuando lo integres, en lugar de vivir en el rechazo constante vivirás en la atracción permanente.
Vas a hacer un ejercicio mental.
Vas a visualizar todas aquellas personas de tu entorno que te crean malestar.
Las que no puedes ver.
Las que te caen mal.
Las que te irritan.
Las que te crean más conflictos.
Tampoco hace falta que visualices una cola de gente.
Con una es suficiente.
El ejercicio sirve tanto para una como para cien personas.
Comprendida una.
Comprendidas todas.
El ser humano no es tan complejo como parece.
La máscara sí es compleja.
El Ser no.
Visualiza esa persona que te provoca tanto rechazo.
¿La tienes?
Pues bien, vas a empezar a cambiar la percepción.
Vas a mirarla de forma consciente y diferente.
Lo que te provoca rechazo sólo es un personaje.
Una máscara.
Esta persona que tienes delante es así porque, aunque tu ilusión te lleve a pensar otra cosa, no ha sabido hacerlo mejor.
Ha sido su mejor forma de adaptarse al medio.
Te guste o no te guste, hoy por hoy, es así.
Desde que nació hasta día de hoy ha creado un personaje.
Una estrategia de vida.
Una máscara.
Y es la suya.
No la tuya.
Y es la que es.
No la que a ti te gustaría.
Ni la que tú necesitarías.
Y la ha creado en función de toda una serie de parámetros que han ido apareciendo en su vida.
Es así porque ha tenido los padres que ha tenido.
Porque ha nacido en la familia que ha nacido.
Porque en su infancia absorbió creencias que llegaron a su mente seguramente opuestas a la tuyas.
Porque asumió pensamientos que ni siquiera eran suyos sin saberlo ni planteárselo.
Porque grabó unas experiencias en base a unas vivencias que en ningún caso fueron las tuyas.
Porque creció en una cultura o en un ambiente totalmente diferente al tuyo.
Porque sus condiciones de vida para nada fueron las tuyas.
Porque seguramente en su infancia le faltaron algunas de las necesidades afectivas básicas.
O todas.
Le faltó valoración.
Le faltó respeto.
Le faltó reconocimiento.
Le faltó amor.
Le faltó aceptación.
Le faltó protección.
Y todo lo grabó en forma de dolor y de carencia.
Y ahí se le quedó grabado.
Bien grabado.
Y las experiencias que siguió viviendo lo único que hicieron fue reforzar esas grabaciones.
Si a esto le sumas la mala gestión de sus emociones porque nadie le enseñó gestión emocional.
La experiencias traumáticas que pudo haber vivido y no conoces y muy probablemente ni conocerás.
La acumulación de problemas por los que ahora mismo puede estar pasando.
Y todo lo que puede estar azotándole el corazón en este mismo instante.
El resultado es sólo un personaje.
Atormentado, triste, rabioso, con miedo, reactivo o proactivo.
Pero un simple personaje.
Con una percepción y una forma de pensar, sentir y actuar totalmente diferentes a las tuyas.
Pero detrás de ese personaje hay un niño o una niña seguramente triste, con rabia o lleno de miedos pidiendo amor.
Sí,si…
Amor.
Pidiendo amor y atención.
O valoración, protección, comprensión, aceptación, reconocimiento, respeto…
Amor al fin y al cabo.
Pero como no aprendió a hacerlo de forma sana.
Lo hace de la única forma que sabe.
Lo que muchos llaman tóxica.
Porque no sabe otra.
Y eso es lo que te molesta.
Pero lo que te molesta no es que lo haga de la forma que lo hace.
Que también.
Lo que más te molesta es que no lo aceptas tal y como es.
Por eso reaccionas.
Porque no lo aceptas.
Acepta que es así.
Que durante años y años ha creado un personaje.
Y asume que tú no puedes cambiarle.
Llora lo que tengas que llorar y acepta.
Comprende el porqué es así y acéptale.
O márchate.
Siempre eres libre de tomar tu decisión.
Pero no pretendas que alguien sea lo que no es.
Porque sufrirás.
Juzgar es sufrir.
E intentar cambiar a alguien es desgastarse energéticamente.
Además de absurdo.
Juzgar y no aceptar te aleja de la paz interior.
De tu verdadera esencia y armonía.
Porque juzgas sin hacer el trabajo de comprender.
Porque sólo ves lo visible.
Pero lo visible es el resultado de lo invisible.
Así que a partir de hoy cuando vayas a juzgar a alguien.
Primero párate.
Respira.
Reflexiona.
Mira más allá del personaje.
Accede a sus profundidades.
Comprende.
Perdona.
Y acepta.
A esto se le llama conciencia.
Ver lo que no se ve.
No quedarte en la forma sino en el fondo.
Y sin esforzarte mucho automáticamente tu energía cambiará.
Porque cuando tomas conciencia todo cambia.
Incluso las relaciones.
Así que mañana cuando veas a tu jefe, a tu pareja, a tu compañero, a tu amigo…
No juzgues tan rápido.
Y pregúntate que hay detrás de ese personaje.
Seguramente con un instante de silencio.
Consigas mucho más que en toda una vida de ruido y discusiones.
Porque detrás de cada personaje que te hace reaccionar hay un niño o una niña y un corazón malheridos.
Juzgar es quedarte en la superfície.
Y la vida no se comprende desde la superfície.
Se comprende desde el corazón.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com