Hoy escribiré sobre la famosa autoestima.
Como el propio nombre indica es amor hacia uno mismo.
Desde mi punto de vista, no hay baja o alta autoestima.
No existe como alta o baja.
Ni siquiera como tal.
O te amas o no te amas.
Si te pregunto por tu hijo, ¿qué responderías?
¿Le amas mucho o poco?
Absurdo.
Pues con la autoestima pasa lo mismo.
O estás dentro o estás fuera.
De tu círculo.
O te amas o no.
Ya sé que soy radical.
Pero la autoestima es una distorsión.
Un patrón mental erróneo.
Es una autocreencia.
Una creencia sobre ti mismo que se ha ido formando durante años en tu mente en base a lo que decían los demás o en cómo te sentías comparándote con el mundo.
Pero sólo es eso.
Un pensamiento.
Si tu padre te dijo durante años que eras un inútil, te lo has creído.
Si tu padre te ninguneó y cada vez que querías opinar te decía tú te callas, te has creído que lo tuyo no tenía validez y te has anulado.
Si tu madre, te daba la espalda y te ignoraba, te has creído que no te mereces amor.
Si te pegaban, lo normal es que el niño o la niña acabe creyendo que no merece ser feliz.
Si en la familia te decían que eras una llorona y que eso estaba mal, te anularon tu parte emocional y ahora no puedes expresarte como quisieras.
Si tus padres nunca te tuvieron en cuenta, acabaste creyendo que no tenías valor.
Si en la escuela o en la familia te dijeron que el sexo era algo asqueroso y oscuro, te lo creíste y lo normal es que ahora tengas problemas sexuales.
Si por alguna razón te sentiste incapaz alguna vez o te lo dijeron, ahí se te quedó y ahora vas por la vida pensando que eres un incapacitado.
O lo contrario, desviviéndote por demostrar que no lo eres.
Pero tanto uno como otro son una distorsión.
Eres lo que te han hecho creer.
Y como lo crees, lo eres.
Pero es sólo una creencia donde la referencia son los demás.
Y los demás, son los demás.
Cada uno es un universo.
Y ninguno es mejor que otro.
Y quien se lo crea, también está es un distorsión.
En un patrón mental erróneo.
Porque tú, él y yo somos lo mismo.
No hay separación.
El ego nos separa.
La esencia nos une.
Tú eres único, eterno y profundamente sabio.
Sabes todo lo que necesitas saber.
Pero no estás entrenado.
Esta tarde, en una sesión, un cliente me ha hecho una pregunta…
-“Oye, ¿tú crees que debería hacer tal cosa o tal otra?”
Yo le he contestado (como siempre):
-Yo no sé nada, tú lo sabes.
-Es que no sé qué hacer (inseguridad por no SER)
Hemos hecho una dinámica corporal y emocional donde la mente desaparece y aparece el SER, y le ha venido la respuesta.
Sin pensar, a través del cuerpo.
-¿Ves cómo lo sabes?
Se ha dado cuenta de que lo sabe sin tener que preguntar a nadie.
Hoy es mucho más seguro que ayer.
Porque ha tomado conciencia de que puede decidir.
Si alguno de los que está leyendo está lleno de inseguridades, desconfianzas, miedos, indecisiones…
Te diré que estás fuera de ti.
Cuando te hayas metido dentro de ti.
En tu cuerpo, en tu respiración, en tu emoción, en tu sabiduría y en dejarte sentir sin pensar.
No habrá ni miedo, ni desconfianza, ni inseguridad…
Porque sabrás lo que quieres y lo que es mejor para ti.
Siempre lo sabes.
Pero falta entreno.
Durante años has estado creyendo algo sobre ti en base a lo que te decían los de fuera.
¿Quién te impide ahora cambiar esa creencia?
Nadie.
Cree en ti desde ya.
Pues aquí y ahora está todo tu poder.
Empieza cambiar desde este mismo instante.
Entrena, entrena, entrena, entrena y entrena.
¿Cómo aprendiste a caminar?
¿Cómo aprendiste a conducir?
¿Cómo aprendiste a hablar?
Dale a tu niño o tu niña esa oportunidad que quizá nadie le dio.
Acéptale, valórale, ámale y respétale.
Si no lo hicieron ellos, hazlo tú.
Y desde ya.
Repítete mil veces que eres capaz.
Que eres el o la mejor.
Que lo harás mejor.
Que puedes.
Que mereces ser amado.
Que mereces ser feliz.
Que te lo mereces todo.
Que estás abierto al éxito, la abundancia y la prosperidad.
Eso es AMARTE.
Desearte lo mejor.
Decirte lo mejor.
Y si te das asco o no te gustas.
Te lo repites dos mil veces.
Y si hace falta, tres mil.
Y a la tres mil una, el asco habrá desaparecido.
Porque cuando naciste no te dabas asco, ni te insultabas, ni te menospreciabas.
Hablarte mal no deja de ser un mal hábito.
Enquistado en tus entrañas.
Pero un hábito.
Pero di que se acabó.
Que hoy empieza tu mejor vida.
Y cuando te permitas ser esa niña que fuiste.
O ese niño.
Puro y limpio.
Tu vida será completamente diferente.
¿Lo dudas?
Recuerda SIEMPRE que TE MERECES LO MEJOR.
Y ERES EL MEJOR o LA MEJOR.
Sólo que un día te dijeron lo contrario.
Y te lo creíste.
Vuelve a creer.
Vuelve a ser niño.
Y empieza de nuevo.
Rafa Mota
Personal Coach
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