Antes de reaccionar, para.

Y respira.

Habrás abierto las puertas del cielo.

Si no respiras, creerás que la vida son las cuestiones del ego.

Si respiras, descubrirás que las cuestiones reales son las del alma.

Las primeras, queman.

Las segundas, deleitan.

Al principio, parar cuesta.

A veces, mucho.

Muchísmo.

Porque la serpiente del ego quiere que te comas la manzana.

Quiere que muerdas y caigas en la tentación.

Te dice que reacciones.

Que te hagas respetar.

Que ataques.

Que grites.

Que hagas.

Que te desgastes.

Que luches.

Que te defiendas.

Que esto de respirar son tonterías.

Que así no vas a ir a ninguna parte.

Que te está pasando algo raro.

Que así no puedes seguir.

Que no se puede ser tan débil.

Que cómo te puedes dejar tomar el pelo de esta manera.

Que la abundancia no existe.

Que nada cae del cielo.

Que no hay nada sin sacrificio.

Que eres lo peor.

¡¡Para!!

Sólo es un pensamiento reptiliano, inconsciente.

La serpiente famosa.

¡¡¡Para!!!

Es el diablo que quiere que sigas en el infierno.

(el cielo es sólo para los «entrenados» de espíritu).

Así que tenlo claro si decides empezar a escalar.

Cuesta.

Mucho.

No sólo cuesta, sino que es un camino solitario.

No esperes que nadie te acompañe.

Tendrás que romper lazos de todo tipo.

Y si tú no los rompes, lo hará la vida.

La vibración hará el trabajo.

No podrás evitarlo.

La vida manda.

Ella manda siempre.

Tú no.

A lo sumo, puedes alinearte con ella en algunas cuestiones.

También tenlo claro si quieres empezar este nuevo camino.

Para que un nuevo mundo aparezca, el anterior, casi siempre, ha de quedar hecho añicos.

Cuando empiezas suele ser duro.

Bastante.

Además de triste.

Porque el nivel de consciencia todavía no te permite comprender lo suficiente.

Operando desde la comprensión del ego hay cosas muy difíciles de entender y de aceptar.

Casi es un infierno entenderlo.

Pero la oscuridad es combustible para la luz y comprenderlo es básico para este camino, sino no hay mucho que hacer.

El juego va de transmutar energías.

De limpiar.

De hacer alquimia de la auténtica.

Y para ello tendrás que aprender a sentir.

A gestionarte.

A silenciar la mente.

A respirar.

A comprender tu cuerpo.

A hablar con tus células.

A llorar.

A respetarte.

A cambiar tu lenguaje.

A utilizar otro vocabulario.

A empezar a creértelo, aunque te cueste.

A transmitir desde el alma.

A escuchar tu corazón.

A aceptar tu vulnerabilidad.

A aceptar tus miedos.

A aceptar la transformación contínua como maravillosa amiga.

A soltar el control.

A comprender la muerte como cambio de estado de consciencia.

A limpiar tu pasado.

A comprender que nadie te hace daño, sólo tu permites que lo hagan.

A conectar con tu yo más auténtico y esencial.

A aceptar que nadie te va a salvar.

A soltar toda dependencia.

A confiar.

A vivir en silencio.

A soltar la culpabilidad.

A soltar la prepotencia.

A dar pasitos diarios para entrenar tu seguridad.

A amarte y a valorarte.

A perdonar.

A no reaccionar ante la inconsciencia.

A observar.

A seguir tus valores ( que, por regla general, chocarán frontalmente con los de tu família)

A comprender que la vida no es para nada la lucha del ego.

A comprender que es el camino del alma.

La vida es el viaje humano de tu naturaleza divina.

A entender que vienes a vivir lo que no eres (MIEDO) para recordar a través de la experiencia lo que eres (AMOR o TRANSFORMACIÓN).

Deberás comprender desde lo más profundo de tu mente que todo lo que ves es sólo una percepción de la realidad formada en tu cerebro en función de la vida que has tenido, los filtros mentales que has creado y la interpretación que le has dado pero que en ningún caso tienen que ver con la realidad.

La realidad es infinita, aunque tu nivel de consciencia no permite que la veas.

Hay mucho trabajo.

Mucho.

Muchísmo.

Daría para muchas vidas.

Así que ten paciencia.

Entrena, entrena y entrena.

Te costará.

Eso sí, si rompes la resistencia, conectas con tu camino, te trabajas y sigues trabjándote como si esto fuera una filosofía de vida.

Prepárate…

Porque detrás de la resistencia viene la vida.

La de verdad.

La que siempre has estado buscando.

Pero ésta nadie, absolutamente nadie, te la va a traer.

Te lo vas a tener que «currar» tú solo.

«A Dios rogando pero con el mazo dando», ¿te suena?

Tal cual.

Pero en lugar de dar con el mazo hacia afuera, empieza a dar hacia dentro.

Es el primer paso.

Aquí no viniste a ganarte la vida.

La vida ya la tienes ganada, aunque aprendieras lo contrario.

Aquí viniste a entrenar el cielo, que no es exactamente lo mismo.

Y entrenándolo, recordar que lo tuyo es mucho más divino que humano.

Nadie dijo que fuera fácil.

Si lo fuera, esto seguiría siendo el paraíso y hace mucho tiempo que nos estamos quemando en el infierno.

Progresar, hemos progresado mucho.

Pero en cuestión de evolución, todavía estamos en el paleolítico.

El ego, tan acostumbrado a juzgarlo todo, no lo comprende.

No evoluciona.

Sigue luchando una y otra vez por lo mismo haciendo bueno aquello de «el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra».

Sigue partiéndose la cabeza pretendiendo cambiar lo que no se puede cambiar.

Y se enfurece.

Se enfurece como el demonio porque no controla la vida.

Y si hay algo que te conducirá directamente al cielo es empezar a aceptar que no controlas nada.

Que no sabes nada.

Si, nada.

Respira.

Que seguro que el ego ya te está dando la vara ( seguro que la vocecita ya está diciendo «¡¡cómo que no sé nada!!» o aquello otro de «¿soltar el control? venga va! no me cuentes historias»)

Respira.

Si no sabes nada, te llegará todo.

Si le dices a la vida que tú ya lo sabes todo, no te llegará nada.

Si te permites ser «tonto», serás un genio brillante.

Si crees que eres un genio, serás tonto.

Así juega la vida.

La de verdad.

Pero si la quieres conocer, está mucho más allá del ego.

Mucho más allá de la resistencia.

Y mucho más allá de lo racionalmente comprensible.

Eso sí, es mágica.

A veces es increíble.

Tanto, que a días, la vida parece un orgasmo contínuo.

(es para que te animes a seguir entrenando cuando desfallezcas)

Y yo era de los que decía hace años que esto de la consciencia, de la abundancia, la felicidad y el autoconocimiento eran «gilipolleces».

Ahora sé porqué eran gilipolleces.

Me dolía tanto entrar, que prefería desprestigiarlo antes que asumir mi auténtica responsabilidad.

Que yo soy el único creador de mi vida y nadie tiene la responsabilidad de salvarme.

Cuando tengas claras estas «gilipolleces», no te preocupes, la vida hará el resto.

Vendrá todo lo demás.

No pretendo que me creas (sé que es difícil)

Cada uno tiene su camino.

Yo sólo te cuento el mío cada noche, por si te puede servir, para empezar a caminar.

CUARENTA Y NUEVE MIL GRACIAS por hacer cada día un poquito más grande este pequeño universo (que sin todas esas «gilipolleces» no hubiera sido posible)

Sólo una cosa más…

RESPIRA…

Existe.

Todo lo que buscas viene después.

Rafa Mota

Personal coach

www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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