La palabra fluir asusta.

A veces, mucho.

Esto de perder el control es algo a lo que el ser humano no está acostumbrado.

Pero en realidad no es perder ningún control.

Todo lo contrario.

La palabra fluir está muy mal entendida.

Así que esta noche voy a aclararte lo que yo entiendo por fluir.

El fluir de la vida no es lo que la mayoría cree.

No es volar felizmente por el cielo rozando la felicidad permanente.

No es ver angelitos de luz con alas.

No es estar todo el día en la parra.

No es vender humo.

No es creer que la vida es «happy-happy»

No es desentenderse de los obstáculos de la vida.

Eso no es fluir.

Eso es huir.

Fluir es mucho más racional y humano de lo que pueda parecer.

Cuanto más humanos, más divinos.

El problema es que no somos humanos.

Somos autómatas.

Estamos gobernados por el ego.

Por el cerebro y la mente.

Por eso sufrimos.

Para dejar de sufrir hay que fluir.

Pero un fluir que pocos conocen.

Fluir es ser consciente.

Muy consciente.

Altamente consciente.

Es vivir en plenitud.

Aquel estado donde se comprende que la felicidad y la infelicidad son dos caras necesarias del mismo proceso: la vida.

Donde la dualidad es necesaria para descubrir la unicidad.

Donde la noche es tan importante como el día.

Donde no hay expansión sin contracción.

Donde no hay sonrisas sin lágrimas.

Y donde todo es parte de una misma experiencia.

Fluir es alejarse del automatismo de la mente.

De la queja.

De la reacción.

De la vicitimización.

Es desidentificarse del ego que gobierna tu vida.

Es romper esa gran barrera.

El ego es la muralla que te impide ver el verdadero milagro de la vida.

Es la máscara que te impide sentir tu verdadera conexión con el todo.

Es el traje que te separa del poder de la vibración y la expansión de la energía.

Es lo que te separa de ti.

De tu energía vital.

De tu poder personal.

Fluir es trabajar la consciencia cada día para alejarte del ego y darte cuenta de que la vida va mucho más allá de lo que «crees».

Fluir es no creerte nada para serlo todo.

Es estar aquí.

Es entrenar la presencia.

Es vivir en la tierra más que nadie.

Es estar «conectado» a ti.

Es convertirte en el verdadero mástil de tu vida.

Es estar amarrado al suelo de forma férrea y segura.

Es pisar fuerte.

Es creer y confiar en ti.

Es tener la certeza absoluta de que todo está en tu interior.

Es conocer hasta el último rincón neuronal de tu cerebro.

Es comprender que tu vida es el resultado de todo lo que has vivido hasta el momento y perdonárte por todo aquello que no has podido, no has sabido o nadie te enseñó.

Es amar hasta el último segundo de tu vida porque es lo único que es realmente tuyo.

Es respetar tu verdad.

Es valorar todo lo que has hecho para salir victorioso de todas las batallas que has librado.

Es sentir lo que sientes dándote el permiso de sentirlo.

Es poner el foco en lo que tienes y no en lo que te falta.

Es ser la consciencia que todo lo observa y no juzga nada.

Es ser un experto de ti mismo.

El fluir está en tus células.

En tu cuerpo.

En tu emoción.

En tu mente.

En tu respiración.

En tus demonios.

En tu inconsciente.

En tu historia.

En el conocimiento de tu existencia.

En la aceptación de tu dolor.

En la no resistencia a tu vulnerabilidad.

En la gestión de tus miedos y tus tristezas.

En la proyección de tu pasión y tu vocación.

En la gestión mental y el entrenamiento de las dos partes de tu cerebro.

El fluir está en el perfecto equilibrio entre el hemisferio derecho espiritual y el izquierdo racional (de ahí el gesto de rezar y juntar la izquierda con la derecha).

El fluir está en tu capacidad de prepararte para transformarte día a día en una persona extraordinaria.

El fluir está en ti.

El fluir ….ERES TÚ.

Y cuando lo consigas sólo tendrás que esperar a que la vida y la energía te acompañen.

Rafa Mota

Personal coach

www.rafamota.com

 

 

 

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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