Supongo que si ahora mismo te hiciera tres preguntas, muy probablemente sé lo que responderías.
La primera es, ¿te gustaría ser feliz sostenidamente?
Me imagino la respuesta.
Sí.
Que creas que la felicidad sostenida no existe es otra historia.
Yo sólo te he preguntado si te gustaría conseguirla.
No lo que crees.
Lo que crees nada tiene que ver con la vida.
Tienes que ver con tu mente.
Y lo que cree tu mente muy probablemente cambiará cuando acabes de leer esta historia y te «encuentres».
La respuesta a la primera pregunta ya me la sé.
La segunda sería, ¿te gustaría ser abundante?
También me imagino la respuesta.
Sí.
Y finalmente la tercera, ¿te gustaría vivir en un estado de paz y tranquilidad donde pudieras vivir la vida de otra forma, sin sufrir?
No me respondas.
Ya lo sé.
Sí.
Sí a las tres.
Claro que te gustaría.
¡¡Te encantaría!!
Ahora respóndeme a estas otras tres preguntas.
Toma un día cualquiera de tu vida.
Piensa en tu día a día, en tus momentos cotidianos.
Respóndeme.
Primera pregunta.
¿Te paras a escuchar cómo respiras y cómo late tu corazón?
Segunda.
Cada vez que te viene una reacción de las tuyas, sea la que sea, tanto contra el mundo como contra ti…
¿Te paras a preguntarte que estás sintiendo? ¿A escucharte la emoción? ¿A identificarla en el cuerpo y a observarla hasta que se marcha?
Y finalmente, tercera.
¿Prestas atención a tus pensamientos más automáticos?¿Te paras y gastas tu energía en cambiarlos y entrenar tu mente para redirigirla hacia otro lugar?
Pues vamos mal.
Si las tres primeras son tres SIES.
Y las segundas son NOES, vamos fatal para conseguir tener una vida feliz, abundante y serena.
Si quieres fluir con la vida, has de empezar a cambiar los noes por los síes.
Y así estarás en coherencia con la vida.
Empezarás a “conectarte”.
Hoy quiero contarte una historia.
Es mi historia.
De cómo me traicioné primero.
De cómo me perdí después.
De cómo entré en una noche tremendamente oscura.
De cómo salí.
De cómo aprendí a enfocar diferente.
De cómo me di cuenta de que yo también existía.
Y finalmente, de cómo me “conecté y de cómo me encontré.
Es una historia supongo que como tantas.
Pero es la mía y te la voy a contar para que “te conectes”.
Para que te encuentres y te descubras.
Y seas tú.
Tal cual.
Auténtico y original.
Porque en esencia tú y yo somos lo mismo.
Y estamos “conectados”.
Así que si yo lo he hecho, tú también puedes hacerlo.
El personaje que hemos montado por las circunstancias que hemos vivido es distinto, pero el alma que nos mueve es la misma.
Entramos en este planeta por el mismo sitio y de la misma forma.
De cabeza.
Y nos vamos a ir también los dos de la misma manera.
Con los pies por delante.
Así que no somos tan diferentes tú y yo.
Somos todos igualitos.
Somos energía hecha materia.
Un puñado de fotones, bits de información, billones de células, impulsos eléctricos y reacciones químicas.
Eso es lo que somos.
La única diferencia es que a cada uno la vida nos ha asignado experiencias diferentes.
Pero somos lo mismo, pensamos lo mismo y sentimos lo mismo.
Reímos.
Lloramos.
Rabiamos.
Tenemos miedo ante lo desconocido.
Nos atemoriza la muerte.
La enfermedad.
La pérdida absoluta.
Tenemos estrés.
Ansiedad.
Pánico.
Nos sentimos culpables.
Nos autoexigimos para querer ser los mejores.
Nos insultamos.
Nos maltratamos.
A veces nos sentimos dioses.
Otras, demonios.
A días nos salen las cosas redondas.
A días nos salen horrorosamente torcidas.
Respiramos.
Pensamos.
Nos decaemos.
Nos desanimamos.
Nos ilusionamos.
Nos emocionamos.
A días, irradiamos una felicidad inmensa.
Porque conseguimos aquello que buscábamos.
A temporadas, nos inunda una inmensa y profunda tristeza.
Porque tenemos sentidas y dolorosas pérdidas.
Porque nos abandonan.
Porque nos rechazan.
Porque nos valoran poco.
Pensamos que no valemos.
Que no podemos.
Que no nos merecemos.
Se nos cae el mundo encima.
Nos recuperamos.
Nos entran todo tipo de pensamientos destructivos.
Nos caemos.
Nos levantamos.
Nos volvemos a caer.
Nos equivocamos ( aunque haya quien crea que no se equivoca nunca)
Somos experiencias vivientes.
Da igual lo que sintamos.
Lo que hagamos.
Lo que pensemos.
Somos igualitos.
Lo importante no es todo lo que te pasa.
Lo que te pasa, nos pasa a todos igual.
Todos experimentamos lo mismo.
Lo importante es saber gestionar tu actitud ante lo que te pasa.
Lo importante es tener la energía vital suficiente y la fuerza necesaria para afrontar lo que te pasa.
Y para ello es fundamental saber QUIÉN ERES.
Y conocer perfectamente todo tu interior.
Ser un experto en ti mismo.
Lo importante es ordenar tu gran maquinaria energética interna, que no es más que el conjunto de las grabaciones neuronales y celulares de todas tus experiencias vividas desde que naciste, para que empiece a desbloquearse y funcione como una auténtica fuente de luz.
De nada sirve ir fuera a buscar comodidad si tu casa está hecha un desastre.
De nada sirve ir a buscar fuera lo que no has plantado dentro.
Jamás podrás vivir una experiencia plenamente satisfactoria y abundante sin que antes hayas ordenado y sanado tu interior.
Porque todo aquello que te falta, incosncientemente se lo estarás exigiendo al mundo y a la vida.
Así que lo único importante es SER.
Ni tener, ni hacer, ni conseguir.
Sólo SER.
Porque ahí lo tienes todo incorporado.
Todo lo traes ahí dentro de serie.
Ahí tienes toda tu energía.
Tu sabiduría.
Tu motivación.
Tu ilusión.
Tu vitalidad.
Tu originalidad.
Tu talento.
Tu creatividad.
Todo lo que necesitas para expandirte ya está en ti.
Ahí está todo tu Universo.
Porque tú eres el Universo entero.
Lo llevas dentro.
En cada una de tus células.
Ya lo llevabas cuando llegaste.
Pero te lo taparon.
Te metieron demasiada basura tóxica que no te servía.
Y ahora toca sacarla.
Toca limpiarte.
Ahora toca encontrarte.
Y por eso quiero contarte mi historia.
Para que te encuentres.
Porque la mía también es la tuya.
Y entre los dos crearemos «la nuestra».
La de todos.
Rafa Mota
Personal coach.
www.rafamota.com
Foto para invidentes: plano general de un desierto con una huellas, pisadas en la arena formando un camino en línea curva