Esta noche, si te soy sincero, no sé muy bien qué escribir.

Llevo sentado quince minutos esperando a que me “llegue” el tema de hoy y se resiste.

Ha costado pero por fin ha llegado.

Eso sí, no me he levantado del ordenador en ningún momento.

Porque si me levanto, hoy te quedas sin post.

A la mente se la vence así.

Pudiendo más que ella.

Desidentificándote.

No siendo ella.

Siendo TÚ, no tus pensamientos.

No dejando que te sabotee (hace rato que me está diciendo que te abandone, que te deje y que me vaya a dormir).

Pero no.

Aquí me he quedado.

Sin hacerle caso.

Y al final ha llegado.

Tarde o temprano siempre llega la inspiración.

Y tengo doble satisfacción.

Por haber vencido a la mente.

Y por la inspiración en sí.

Si me vas conociendo, ya sabrás que con lo de inspirarme funciono así.

Voy con la inspiración del momento.

Bastante anárquico.

No sé si es la noche, la oscuridad o las estrellas pero normalmente me inspiro bastante rápido (hoy me ha costado un poco más)

Y cuando me viene, tal cual me viene, te escribo.

Sin trampa ni cartón.

En riguroso directo (ahora mismo es la una y diez de la noche)

No puedo decir que sea un escritor muy sacrificado, ni muy sufrido porque para nada lo soy.

No soy de esos que se esfuerzan y se estrujan la cabeza pensando en lo que van a escribir.

Te engañaría.

Lo mío no es el esfuerzo.

Es más la conexión.

A veces incluso me sorprende a mí mismo la facilidad con la que me salen las palabras.

Supongo que tendrá  mucho que ver que escribo sin miedo al qué dirán.

Ni al qué pensarán.

Ni a si voy a gustar o no.

Por si te sirve, cuanto menos miedo le tengas al qué pensarán de ti más fluirá la vida a tu favor.

Sobre lo que piensen los demás de ti no tienes ningún poder.

Así que ve relativizando todo lo que digan.

Porque el mundo puede decir lo que quiera sobre ti.

Como siempre digo, la cuestión no es ¿qué es lo que dicen de ti?

Porque un día te subirán al cielo y otro te bajarán a los infiernos.

La cuestión es ¿cómo gestionas lo que dicen de ti?

Ahí si tienes material para trabajar.

Te hundas o no, lo hagas o no, si han de pensar mal de ti, lo van a seguir pensando.

Así que entrénate en no hundirte, en revalorizarte a pesar de lo que digan, hazlo siempre y serás invencible.

Entre hacer y no hacer.

Haz.

Siempre.

Sea como sea, mejor arrepentirse de haberlo hecho que de no haberlo intentado.

Si lo haces y te equivocas, siempre lo podrás hacer mejor.

Si no lo haces y ni lo intentas, nunca podrás mejorar.

Y lo que es peor, no te habrás movido de donde estás.

Si te mueves y te equivocas, habrás subido un peldaño.

Habrás evolucionado.

Así es la auténtica vida.

La que bombea.

La que late.

La que vibra.

La que crece.

La que evoluciona.

Sin error no hay evolución.

Hoy no caminarías si no hubieras caído miles de veces cuando aprendías a caminar.

Yo hoy no estaría aquí si no hubiera cometido el error más garrafal de mi vida.

El que me llevó a perderlo todo.

Y ahora pienso…¡¡bendito error!!

Así que no te preocupes tanto por el qué dirán, porque lo dirán igualmente.

Sólo tienes poder sobre lo que piensas sobre ti mismo.

Es a ti a quien has de enamorar.

Pretender enamorar a los demás es absurdo.

Los enamorarás cuando proyectes tu propio enamoramiento.

Entonces sí.

Arrasarás.

No habrá quien te pare.

Si pretendes hacer las cosas por gustar a los demás estás perdido.

Porque si gustas, estarás en la gloria.

Pero si no, arderás en el infierno.

Gústate a ti.

Enamórate de ti.

Valórate tú.

Perdónate tú.

Respétate a ti mismo.

Ámate tú.

Y cuando lo hagas, por proyección ya enamorarás al mundo.

Pero no lo hagas al revés porque no funcionará.

Al menos de forma fluida, natural y sin esfuerzo.

Yo estuve 44 años intentándolo desde el sacrificio y así me fue.

Ahora que no pretendo nada, que fluyo y me dejo ir, ahora parece ser que me funciona mejor.

Así que esta noche te digo que te ames.

Que te des la libertad de vivir como sientas.

Que te lo permitas.

Que te lo mereces.

Que llevas demasiado tiempo viviendo en el miedo.

Y así, de paso, tendrás muchas más posibilidades de triunfar.

Y te diré algo más, lo que piensen de ti los demás sólo son unas  conexiones neuronales que se han formado en la mente de alguien que ni ha vivido lo que tú has vivido, ni ha sentido lo que tú has sentido ni ha tenido la experiencia vital que tú has tenido.

Sólo son impulsos eléctricos que corren por la mente de alguien que ni siquiera es consciente de cómo ha sido tu vida (y muy probablemente ni sea consciente de la suya)

Así que viéndolo así, contéstame…

¿Vas a dejar de vivir una vida plena y vas a dejar de hacer lo que te apetece por unos simples impulsos eléctricos que corren entre las neuronas de otras personas?

¿En serio?

¿Vas a anular tu propia existencia por una miserable conexión neuronal externa a ti que vete a saber cómo se formó y de dónde salió?

¿No es un sacrificio demasiado  alto dejar de vivir una vida que nunca más vas a tener la oportunidad de vivirla en toda la eternidad por una percepción formada a partir de experiencias que nada tienen que ver con la tuya?

Hazme caso ( si quieres, claro)

Mañana empieza a hacer lo que te apetezca.

Da un pasito y muévete.

Haz algo que no hayas hecho nunca.

Y permítete el derecho de ser quien realmente eres.

Date ese gustazo.

Y fluye con la vida.

Empieza con un paso pequeñito.

Y en un tiempo ya me contarás donde has llegado.

Pero hazlo.

Déjate ir.

Y la vida te recompensará.

Empieza.

Suéltate un día.

Aunque te cueste.

Lo normal es que te cueste, claro.

Si llevas años y años sin hacerlo, ¿cómo no te va a costar?

Pero rompe en mil pedazos ese mal hábito y empieza uno nuevo.

Algo pequeñito.

Y repite.

Y repite.

Y cada día un pasito.

Cada día te costará menos.

Y en nada estarás fluyendo.

Yo me dejo fluir.

Escribo lo que me sale del alma.

En realidad, lo que me da la gana.

Que salga lo que salga.

Como hoy.

Que me sale lo que me sale.

Porque pase lo que pase este momentazo ya no lo voy a volver a vivir nunca más en toda la eternidad.

Tu vida sólo la vas a vivir una vez y no vas a poder volver para repetirla.

Párate, respira, reflexiona y sé brutalmente honesto contigo mismo.

Si lo haces, algo habrá cambiado en tu interior.

Permítete un pasito.

Y quizá muy pronto puedas alcanzar las estrellas.

Rafa Mota

Personal Coach

www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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