Infinito.
Abundancia.
Grandeza.
Propósito.
Ilusión.
Expansión.
Esencia.
Alma.
Libertad.
Pasión.
Vocación.
Sueño.
Universo.
Respeto.
Corazón.
Reconocimiento.
Valoración.
Sabiduría.
Amor.
Eternidad.
No es que me haya fumado un porro esta noche y me haya dado por soltar palabras rimbombantes a diestro y siniestro, sin ton ni son.
No, no es eso.
Esta noche se me ha ocurrido escribir sobre el valor y el coraje que se necesita para cambiar una vida.
Para cambiar “UNA” vida o para cambiar “LA” vida.
Se empieza por UNA (la tuya) y cambiando primero la tuya, después se cambia “LA” vida ( la de tu entorno, la general y la de todos).
Todo es energía.
Y todo está interconectado.
Pero nada se mueve si TÚ no te mueves.
Esperar a que las cosas cambien por un golpe de magia (haberla, hayla pero no viene sola) sin tú mover ni un solo dedo…
A que no haya crisis…
A que amaine el temporal…
A que el jefe te suba el sueldo…
A que te aparezca la oportunidad de tu vida…
A que te toque la lotería…
A que tengas más suerte mañana…
A que los políticos te saquen las castañas del fuego…
A que tu pareja haga lo que nunca ha hecho…
A que alguien te salve…
O a que el mundo sea como no es…
Es ir directo al paredón y directo al sufrimiento.
Y vivir eternamente en la desesperanza y la frustración.
El mundo es como es.
Las personas son las que son.
Sucede lo que sucede.
Y el exterior es lo que es.
Lo que pase ahí afuera no está bajo tu gestión ni tu control.
Vete olvidando de cambiarlo.
O ( si quieres) pelea a muerte, lucha y desgástate por cambiar lo que no se puede cambiar.
Sólo harás que llenarte de rabia y frustración y tarde o temprano te romperás.
Lo que percibes del exterior…
Lo que te hace sentir el exterior…
Lo que pienses tú acerca del exterior…
Y cómo reacciones tú ante lo que pasa en el exterior…
Eso sí está bajo tu gestión y tu control.
Ahí es donde has de emplear toda tu energía.
Tienes dos opciones.
No hay muchas más.
Así que lo tienes bastante fácil para cambiar.
O instalarte en la negatividad y quejarte de lo mal que estás y de lo mal que está todo.
El pan nuestro de cada día.
O empezar a ser positivo y trabajar por un futuro mejor.
Mejorando tú, mejoras el mundo.
No olvides que tú eres parte del todo.
Quejarte, juzgar, criticar, reaccionar y anclarte en la rabia y la frustración te dejará en la misma situación, no cambiarás nada y cada vez estarás peor.
Desde la rabia no solucionarás nada.
Todo lo contrario.
Instalarte en la queja sólo servirá para que el Universo te traiga más razones para quejarte.
Si vibras en esa frecuencia, atraerás más de esa frecuencia.
Más de lo mismo.
Mientras la culpa sea de los demás.
Mientras “creas” que el motivo de tu infelicidad es externo a ti.
Mientras reacciones contra el mundo.
Y mientras eches balones fuera jamás conseguirás ser abundante y estar en paz.
Porque le estarás diciendo al Universo que ese estado de vibración elevada donde se producen los milagros, donde existe la paz y la serenidad y donde aparece la magia es ajeno a ti.
Que ni lo quieres, ni lo deseas ni depende de ti.
Porque estarás demostrando día tras día que no quieres asumir tu verdadera responsabilidad.
Estarás demostrando día tras día que tu vida depende de otros.
Y si algo se te ha dado en este mundo, quizá lo único que tienes, es tu existencia..
Si quieres abundancia en tu vida, asume tu responsabilidad.
Asume completamente tu vida.
Tus pensamientos.
Tus creencias.
Tus reacciones.
Tus estados emocionales.
Tus limitaciones.
Tu sombra.
Tus recursos.
Tu cuerpo.
Y tu respiración.
Empieza de cero.
Y ponte a trabajar para cambiarlo.
¿Es difícil?
Sí
Pero la magia es para los elegidos.
¿Es duro?
Sí.
Pero no más que ir a un gimnasio y todo el mundo va al gimnasio.
¿Es sencillo?
Sí.
Porque se requieren hacer cosas muy básicas, que las llevas integradas y estás preparado para ello.
Respirar, sentir, pensar, poner atención, visualizar, imaginar y enfocar.
No has de pagar ni un solo máster.
Pero si lo que quieres es cambiar tu vida, no entres en bucles negativos ni un solo día más.
Porque cada día que te quejes…
Cada día que repitas lo mismo de siempre…
Cada día que permitas que la negatividad se instale en tu cerebro…
Es un día más que estás reforzando tus redes neuronales antiguas.
Un día más que estás solidificando tu sistema de pensamiento y de creencias arcaico y limitado.
Un día más que estás perpetuando tus reacciones emocionales limitantes de siempre.
Y un día más que estás chutando tus células en ese estado que tanto te debilita (aunque tú no te des cuenta)
Y “drogando” de esta manera tu cuerpo sólo haces que recrear una y otra vez esa realidad virtual en tu cerebro que tan poco te gusta.
Esa que tanto odias, que tanto detestas y que tanto dices que quieres cambiar.
Así que cada vez que entres en ese patrón negativo, de queja, de juicio, de crítica, de reacción, date cuenta y párate.
Ralentiza tu vida.
Respira.
Y observa.
Reflexiona.
Repasa cada instante a cámara lenta y pon la luz necesaria para “ver” y comprender todo lo que pasa en tu interior con lo que te viene del exterior.
Pregúntate qué te pasa a ti con el mundo.
Respira.
Y déjate sentir.
La crítica, el juicio, la queja y la reacción contra los demás no es más que una gestión tóxica de tus emociones.
En lugar de sentirlas, asumirlas, identificarlas, gestionarlas y trascenderlas lo único que haces con la reacción es culpabilizar al mundo de tu propio malestar.
Y exigir a los demás que sean quienes no son para que tú no tengas que sentir lo que tienes que sentir.
Y has de tener claro que ese malestar es tuyo.
Por tanto tú lo has de disolver.
Tú lo has de gestionar.
No el mundo ni los demás.
Pero a eso no estamos habituados.
Lo normal es que el dolor, la tristeza, la rabia, la frustración o el miedo se gestionen con cuatro gritos hacia afuera, culpabilizando a todo el que pasa por delante, criticando, reaccionando y juzgando a diestro y siniestro y así no se consigue cambiar una vida.
Lo único que se consigue es perpetuarla por los siglos de siglos.
Tu tristeza es tuya, pues has de asumirla tú
Tu rabia es tuya, pues has de ser consciente de por qué aparece la rabia y calmarla.
Y el miedo es tuyo, pues has de aceptarlo y trascenderlo.
El mundo no tiene nada que ver.
Nada.
Aunque tu inconsciencia te haga creer que sí.
No es el mundo.
Son tus demonios internos que se levantan con el mundo.
Esto es gestión emocional de altura.
Es asumir que toda, absolutamente toda reacción tiene un origen.
Y ese origen está en ti.
En tu sombra más escondida.
Acceder a ella y calmarla te hará eterno e inmortal.
Podrás con todo.
Serás infinito.
Y cuando te hayas responsabilizado de ti, hazte preguntas.
La calidad de tu vida será proporcional a la calidad de tus preguntas.
¿Qué quieres tú en tu vida? (tú, no los demás)
¿Qué vas a hacer para cambiar? (tú, no los demás)
¿Hacia dónde quieres ir? ( tú, no los demás, enfoca al futuro , no al pasado pero vive el presente)
Si siempre haces lo que siempre has hecho, siempre conseguirás lo que siempre has conseguido.
Si quieres algo diferente, busca estrategias y caminos diferentes.
Y por último, quiero hacerte una pregunta:
¿Quieres ser abundante en tu vida?
¿Quieres ser grande y que la vida te empiece a fluir de verdad?
Pues respóndete…
¿Cuántas de las veinte palabras que he escrito al principio de este post utilizas en tu día a día de forma cotidiana en tus conversaciones?
Me temo que muy pocas.
Tu forma de hablar crea tu realidad.
Tus palabras crean tu realidad.
Tú estás creando constantemente.
Si tu vocabulario está lleno de negatividad y limitación, eso es lo que aparecerá en tu vida.
Si tu vocabulario irradia positividad y grandeza, eso es lo que serás algún día.
El día que utilices esas veinte palabras (y todas las que tengan connotación abundante y positiva) de forma regular en tu día a día, como el pan nuestro de cada día, tu realidad será completamente diferente.
La vida que tienes es sólo un resultado.
De lo que dices.
De lo que piensas.
De lo que sientes.
De cómo reaccionas.
De cómo actúas.
De cómo te gestionas.
De hacia dónde enfocas y qué visualizas.
Y de cómo respiras.
Cuando tengas el valor y la responsabilidad de cambiar todo esto, no dudes que tu vida de forma natural y vibracional, habrá cambiado por completo.
Quizá no mañana.
Ni pasado.
Ni al siguiente.
Pero el mundo no se hizo en un día.
Se hizo en siete.
Pero a día de hoy todavía sigue creciendo.
Así que si quieres cambiar, lo único que has de hacer es empezar.
Y convertir el cambio en una filosofía de vida.
Sin principio ni final.
Sólo en una filosofía de vida sobre la que caminar.
El cielo y el infierno ya están en ti.
Tú decides.
O quemarte en el infierno
O subir al cielo con los elegidos.
Rafa Mota
Personal Coach
Es totalmente cierto,si tu no decides nadie lo ara,el canbio esta un nuestro interior,gracias.