Una vez has llegado aquí, ya sólo te queda una cosa.
Ponerte manos a la obra.
Darte cuenta de toda la sombra que has ido acumulando durante todos estos años.
Aceptarla y transformarla (sin resistirte y aceptándola, ya la estás transformando)
Y cuando hayas aceptado tu sombra, empezar a brillar con luz propia.
O a iluminarte, como quieras llamarlo.
No hay truco.
No hay secreto.
No hay inyección mágica.
Hay autoconocimiento.
Hay mucho trabajo personal.
Hay mucho entreno diario y consciente.
Mental, corporal, emocional y espiritual.
Y paciencia.
Que ni siquiera es paciencia.
Es entrenar a la mente a vivir en el presente sin esperar nada y disfrutando del ahora, que es lo único que existe.
Es un trabajo constante, comprometido y tenaz.
Es un hábito.
Y yo añadiría que es una filosofía de vida.
La filosofía de vivir de forma consciente y despierta.
Si quieres que tu vida sea extraordinaria, has de hacer algo extraordinario.
Y la misma palabra lo dice.
Extra-ordinario
Algo que nunca hayas hecho.
Algo que no sea lo ordinario.
Que no sea lo de siempre.
Porque si sigues haciendo lo de siempre, seguirás teniendo lo de siempre.
Esa es la lógica de las lógicas.
Y si haces cosas diferentes a las de siempre, tendrás resultados diferentes a los de siempre.
Pero la lógica de las lógicas también te dice que si cambias y haces cosas extraordinarias, los resultados extraordinarios tardarán en venir.
No esperes hacer cosas extraordinarias hoy y a la mañana siguiente, que tu vida sea extraordinaria.
Porque la lógica de las lógicas, que es la lógica universal, no funciona así.
La lógica universal dice que cuando el fruto está maduro, se cae.
Ni antes ni después.
Fíjate en la naturaleza y tendrás suficiente.
Sigue su ritmo y serás infinito.
Si quieres que el fruto caiga antes o después ya no estarás utilizando la lógica universal.
Estarás utilizando la lógica racional.
Y si la utilizas, no le pidas al Universo que te ayude porque no podrá hacerlo.
Has de hablar su mismo idioma para que te ayude a expandirte, si no olvídate.
Plantéatelo como que a partir de ahora tú serás tu nuevo trabajo.
Tu nueva empresa.
Tu nueva filosofía.
Tu nuevo foco de atención.
Tu nuevo centro productivo.
Plantéate que a partir de mañana compras y pasas a ser propietario de una multinacional.
Con sus cinco filiales.
Centro mental.
Centro emocional.
Centro corporal.
Respiración.
Y centro espiritual.
Y vas a tener que ir a trabajarlas y a gestionarlas cada día para que todo funcione correctamente.
Porque si te funciona…
¡Bingo!
Te habrá tocado la lotería.
Te conducirá tarde o temprano a la abundancia.
Será energía pura universal y la tendrás a tu disposición.
Como si te conectaras al «wi-fi».
Este es el único secreto que hay.
TÚ eres el secreto.
Pero para que funcione has de conocerte, descubrirte y aceptarte.
Ir hacia dentro, limpiarte y sanarte emocional y mentalmente.
Después ya vendrán las visualizaciones para crear la vida que tú quieras.
Pero primero has de limpiar bien el proyector si quieres ver una película nueva, de lo contrario los restos de la antigua pueden empañar la nueva.
Y eso lleva tiempo.
Los libros de autoayuda están bien.
Pero trabaja más en ti.
Trabaja, trabaja, trabaja y trabaja.
Para ti, por ti y en ti.
Y además de trabajar en ti, tendrás que hacer otra cosa.
Que ésta es la más difícil si la haces solo.
En mi consulta es el primer paso que hacemos antes de empezar todo el recorrido de autodescubrimiento.
Comprender.
Comprender por qué has llegado donde has llegado.
Por qué te has distorsionado.
Por qué estás como estás.
Por qué reaccionas como reaccionas.
Por qué piensas cómo piensas.
Por qué sientes cómo sientes.
Y cuáles han sido los motivos que te han llevado a alejarte de tu camino y de tu esencia.
De lo contrario es casi imposible cambiar.
Si no averiguas lo que te ha llevado a la distorsión no podrás cambiarlo.
O te será muy difícil.
Y mucho más si es inconsciente.
No puedes resolver un problema si no lo comprendes.
Y mucho menos si tú eres parte del problema.
Para erradicar un conflicto no puedes formar parte de él.
Te has de salir fuera.
De ahí el lema de la física cuántica “ el observador cambia la realidad”.
Sólo por el hecho de observar tu vida, ya la estás cambiando.
Así que los pasos serían:
Observar.
Comprender.
Y trabajar con las herramientas adecuadas en cada uno de los centros.
Entonces sí.
Todo va muy rápido.
Pero si no, es muy, muy lento.
Y con el agravante de que tu mente no quiere cambiar porque entiende que no lo necesitas.
Entiende que ya has sobrevivido bien así (por muy mal que estés, estás vivo) y por tanto te pone todas las trabas para cambiar.
Y al final, tú te cansas a los dos días de tanto esfuerzo en valde.
Por eso es tan difícil cambiar.
Porque siempre estás luchando contigo mismo.
Contra tu mente, contra tu cuerpo y contra tu inconsciente.
Si lo que quieres es cambiar, no has de luchar contra el inconsciente.
Has de aceptarlo y alinearte con él.
No has de enfadarte, ni culpabilizarte, ni exigirte, ni maltratarte por entrar en los patrones de siempre.
Sólo has de observarlos cada vez que caigas en ellos y sin juzgarte, salirte.
Sin más.
Respirando.
Como el que se equivoca de habitación y al abrir la puerta dice:
“ups, perdón, me he equivocado “, y vuelve a salir por donde ha venido.
Pues exactamente igual.
Te das cuenta.
Coges aire.
Respiras.
Y te sales.
Así es como se hace consciente el inconsciente.
Así es como se transforma la sombra en luz.
Aceptándote con todos tus errores, todas tus máscaras y con toda tu historia.
Sin reaccionar.
Aceptando.
Porque sin aceptar la sombra no hay iluminación.
Jamás.
Y desde ahí cambiarla.
Mirar a la cara al dolor o al miedo.
Enfrentarte a él, asumirlo y trascenderlo.
Y dejar de culpar al mundo por lo que hace, dice, siente o piensa.
Porque en realidad no es el mundo.
Es tu sombra.
Es el dolor que tú tienes dentro y pretendes sanártelo con el mundo.
Cuando es al revés.
Lo único que hace el mundo es mostrarte tu sombra para que tú te la puedas sanar.
Cuando lo ves desde esta perspectiva, se acabó.
El mundo deja de molestarte y pasa a ser tu aliado.
Pasa a ser tu gimnasio particular para que te entrenes a diario.
Tienes un gran gimnasio mental y emocional, infinito, abierto las veinticuatro horas a tu servicio y todavía no lo sabes.
Muchas personas me dicen :
– “ es que yo la teoría ya me la sé, lo que quiero es saber cómo se lleva a la práctica”.
Pues bien.
Así, como te digo.
Practicando.
Respirando.
Observando tus pensamientos.
Sintiendo.
Observando tus emociones y aceptándolas.
Sin querer sentirte de otra manera de la que te estés sintiendo.
Esa es la lógica de las lógicas.
La que te lleva al centro, a tu poder.
Poniendo atención en tu cuerpo.
Observando tus reacciones.
Pasito a pasito.
Sin querer llegar a ninguna parte.
Todo está aquí hoy.
Aquí y ahora.
El mejor paso es el de hoy.
Si te vas, vuelves.
Y vas a ir ganado terreno a la mente.
Empezar a pensar que si llevas años distorsionándote y alejándote de lo que realmente eres, es imposible que en dos días vuelvas al centro, a tu origen y a tu esencia.
La mente que, y con perdón por el taco que voy soltar, es muy “puta”, te va a llevar una y otra vez por el camino que siempre te ha llevado y tendrás que hacer un trabajo de atención impecable para no dejarte llevar por ella y vencer esta partida.
La partida del juego interior.
Si la ganas, la del exterior es muchísimo más fácil.
Si quieres iluminarte, a partir de ahora has de ser como los gatos.
Que están relajados pero a la mínima zas!..
Se ponen en alerta y en tensión para que no les pillen desprevenidos.
Con la mente vas a tener que hacer lo mismo.
Alerta máxima.
Y foco.
Luz.
Luz.
Mucha luz para desactivarla.
Que no es más que ATENCIÓN.
De lo contrario, te quedarás donde estás y la mente te llevará por donde quiera.
¿Entiendes que la luz no es más que captar tu sombra e iluminarla para desactivarla?
Es sólo eso.
La mayor grandiosidad está en lo más simple que te puedas llegar a imaginar.
Cada vez que te pilles fuera, vuelves.
Ya está.
Mira qué fácil, sencillo y simple es.
Los pensamientos, emociones, comportamientos, hábitos de siempre son los demonios que te envían al infierno.
Cuando aparecen has de prestar atención, observar y desactivar tus reacciones.
Caes en el infierno, te das cuenta y vuelves al cielo.
Caes, te das cuenta y vuelves.
Caes, te das cuenta y vuelves.
Y lo repites millones de veces.
Y cada vez será más fácil.
Hasta que te hayas ganado el cielo, nunca mejor dicho.
¿Cómo?
Pues así.
Parándote, respirando, sintiendo, identificando la emoción, “cazando” el pensamiento que te ha llevado a ese comportamiento y averiguando qué es lo que te ha hecho reaccionar.
Que normalmente tiene que ver con una de tus necesidades afectivas básicas ( valoración, respeto, amor, reconocimiento, libertad, protección, aprobación..).
Que son aquellas que tus padres no supieron, no pudieron o no tuvieron la oportunidad de integrarte y por tanto se han convertido en tus carencias inconscientes, con lo que lo único que haces ahora es estar buscándolas en el mundo y reaccionando cuando no te las da, cuando el mundo es el único que no te las puede dar.
Y cuando digo reaccionar me refiero tanto hacia afuera, contra el mundo, como hacia dentro y contra ti.
Al principio cuesta mucho.
El esfuerzo enorme.
Se necesita mucha consciencia para no entrar en las reacciones del piloto automático.
Pero a medida que lo vas practicando, cada vez es más fácil.
La vida se trata de irte para volver.
Te vas y vuelves.
La emoción, el pensamiento, la reacción, el cuerpo o el comportamiento te sacan.
Pero tú que no eres ni tu pensamiento, ni tu emoción ni tu cuerpo, ni tu reacción, sino que eres la consciencia que lo dirige todo, vuelves.
Las veces que haga falta.
Vas y vuelves.
Te vas a la sombra y vuelves a la luz.
Así que al final todo se reduce a un juego muy simple.
Tan, tan, tan simple que de tan simple nadie sabe jugar.
Te pasas la vida buscando la luz ahi afuera.
Cuando la luz eres tú.
Así, sin más.
Aquí y ahora.
No hay nada más.
Tú eres la sombra.
Tú eres la luz.
Tú te vas.
Tú vuelves.
Tú eres nada.
Tú eres todo.
Tú juegas.
Tú decides.
Tú bajas al infierno o tú subes al cielo.
Tú eres el origen, tu eres el destino y tú eres el final.
Porque tú eres el juego.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com