¿Quién se comió la manzana?

Hace miles de años ya lo decían las Sagradas Escrituras: “si crees, lo verás”.

Y lo decían clarísimo: “Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”.

Si Dios es el Universo, la Fuente, la Mente Cuántica, la Energía Universal o dile como quieras.

Te lo decía clarito, clarito.

A su imagen y semejanza.

Vamos, que tú eres Energía Universal.

Que tú eres Todo.

Y si lo crees, lo creas.

Pero a la vista está que se nos olvidó.

Sea porque las Sagradas Escrituras quedan muy lejos y nadie se acuerda.

Sea porque algunos hicieron mal uso de ellas en beneficio propio.

Sea porque apareció Descartes y el racionalismo con aquello de” pienso, luego existo” y nos alejamos del sentir, de la experiencia y de nuestro poder.

A la vista está que nadie se lo cree.

Y sólo hacemos que pensar mucho y sentir poco.

Y por pensar, pensamos que somos pequeños, no merecedores y culpables.

Y ni qué decir, en absoluto nos sentimos creadores de nuestras vidas.

Después, ya mucho más reciente, vino “ El Secreto” y la ley de la atracción.

Que decía que “atraes lo que eres”.

Diciéndote que podías atraer lo que quisieras.

Pero nada.

Tampoco sirvió.

Fuera por el marketing que le añadieron al secreto.

O fuera porque la gente se creyó que sólo era cuestión de empapelar su habitación con pósters de ferraris, rubias, morenazos y mansiones.

Y sentarse en el sofá a esperar que le cayera todo del cielo.

Pero la cosa es que tampoco funcionó.

Finalmente, ha venido la física cuántica, la ciencia más rigurosa en formulación matemática hasta el momento, a decirte lo mismo.

Que tú eres el Observador y tú creas tu propia realidad.

Y ni con esas.

Porque todavía hay quien dice que sólo funciona en el mundo subatómico y con unas condiciones muy determinadas.

En fin.

Que los unos por los otros, la casa sin barrer.

Y todos aquí sufriendo y rezando para que caigan peras, cuando plantamos manzanas.

Y nadie hasta la fecha nos ha enseñado cómo plantar peras para recoger peras.

Bueno sí.

Enseñarnos, nos enseñaron.

Pero poco que nos enseñaron y lo hicieron fatal.

Porque nos dejaron peor.

A alguien se le ocurrió un buen día cambiar el cuento.

Y darle la vuelta a aquello de “ Dios creó al hombre a su imagen y semejanza”.

Y donde dije digo, digo Diego.

Lo hizo al revés.

Y en un santiamén nos anuló.

Creó a un Dios a imagen y semejanza del hombre.

Le puso unas barbas, un dedo acusador y empezó a juzgar lo que estaba bien y lo que estaba mal a diestro y siniestro.

Y ahí nos acabó de rematar.

Éramos pocos y parió la burra.

De SER universales, infinitos, mágicos y grandiosos pasamos a ser malvados, no merecedores, culpables y atemorizados.

Y por si fuera poco.

Apareció el infierno.

Que cuantas más llamas, mejor.

Así más pequeños, más mediocres y más bloqueados nos sentimos.

Y encima nos dijeron que la culpa era de Eva.

Como siempre, la culpa de otro.

Así nos va.

Que seguimos sintiéndonos pequeños y castigados por la vida porque la culpa siempre es de otro.

Cuando en realidad el paraíso consiste en asumir toda la responsabilidad, absolutamente toda, encontrarse a uno mismo y SER lo que uno realmente ES.

Puro poder y energía creadora.

Pero para eso hay que hacer dos cosas muy, pero que muy duras.

Aceptar plenamente lo que ES y eliminar absolutamente todas las excusas y justificaciones.

Todas.

Y enfrentarse al dolor, mirarle a la cara y trascenderlo.

Con toda la dureza que eso conlleva.

Y eso, hay muy pocos que lo consigan.

Porque el ser humano es especialista en buscar todas las justificaciones habidas y por haber, inventarse todas las historias que existen y existirán e incluso negarse y anularse con tal de no enfrentarse al dolor y a sí mismo.

Y así nos va.

Por eso el paraíso está tan vacío.

Y el infierno tan lleno de prozak, ansiolíticos y pastillas.

Alguien nos engañó.

Nos dijo que no éramos quien realmente somos.

Que no éramos grandes y merecedores del paraíso.

Que nos lo teníamos que ganar.

Que éramos pequeños y limitados.

Y no sólo teníamos que ganarnos el paraíso.

Sino que encima veníamos aquí a “ganarnos la vida”.

¿¿A ganarla??

¿¿ Cómo que a ganarla??

¿Es que acaso tenemos que ganarnos el derecho de SER?

Nosotros SOMOS la vida.

No tenemos que ganar nada.

Sólo SER y VIVIR.

Pero el problema no fue de quién lo dijo.

El problema fue de quien se lo creyó.

Porque ahí se fue de su SER.

Se distorsionó.

Y nos distorsionó a todos los que vinimos detrás.

Y evidentemente, así estamos.

En bucles de sufrimiento verdaderamente importantes.

Estamos tan distorsionados que nada nos fluye.

Te dicen que eres grande y ni te lo crees.

Te dicen que pidas y se te dará y te crees que el que lo dice está “fumao”.

Te hablan de amor y te pones a la defensiva o te crees que el que habla de amor es “rarito”.

Estás siempre pensando que la vida es difícil.

Que se viene a luchar y a sacrificarse.

Que la felicidad completa no existe.

Que una vida fácil no es posible.

Que no te lo mereces.

Y resulta que no vives en el paraíso siendo esto un auténtico paraíso ni fluyes con el Universo siendo tú el Universo…

Porque te creíste la mentira y dejaste de SER tú.

Y así estás de distorsionado.

Si quieres fluir en el paraíso.

Sólo SE QUIÉN REALMENTE ERES.

Sin juzgar.

Sin pensar en lo que ”debes ser”.

Sin pensar en los “tengo que”.

Dejándote de sentir culpable.

Y permitiéndote de una vez por todas el GRAN derecho que tienes a disfrutar y a ser feliz sólo por el mero hecho de haber venido aquí, a este planeta llamado Tierra.

Porque si lo has hecho has sido precisamente para eso.

Para disfrutar, sentir y vivir la vida SIENDO TÚ.

Viviendo TU VIDA y tu experiencia única y eterna.

No la de otros.

Y olvidando todo aquello que te han metido en la cabeza.

Porque sólo así serás tan grande como el Universo.

Serás aquello que ya te contaron hace miles de años: “ a su imagen y semejanza” y sigues sin creerte.

El día que realmente SEAS TÚ, SERÁS y CRECERÁS sin esforzarte.

Como la flor que se abre sin tener que pensar que se abre.

Como el árbol que crece sin exigirse crecer.

O las estrellas que brillan por sí solas sin que nadie les diga que deben de brillar.

Como tú.

Que brillas por el sólo hecho de SER.

El problema no es que no brilles o no puedas o no sepas.

El problema es que no ERES.

Porque hace mucho tiempo te la metieron doblada.

Y te la comiste.

Como la manzana.

Sólo ten en cuenta una cosa.

Adan y Eva no existen.

Tú sí.

Así que empieza a SER TU.

Y vivirás en el paraíso.

Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamotacoach.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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