En la vida sólo hay dos opciones.
O estás dentro o estás fuera.
No hay mucho más.
Si sientes, estás dentro.
Si piensas o juzgas, estás fuera.
Y tú has venido aquí a experimentar.
Y a sentir.
No a pensar.
Ni a juzgar.
A estar dentro.
No fuera.
A vivir tu experiencia.
No la de otros.
Tú decides.
Pero si vives la de otros, estás fuera.
Y fuera, lo normal, tarde o temprano, es sufrir.
Si lo que quieres es fluir y vivir en paz has de estar en ti.
Dentro.
Observar y limpiar tu existencia.
Y desde ahí proyectarás lo que quieras sin esforzarte.
Si en tu vida te guías por lo que crees te bloquearás.
Y te pararás.
Porque estarás adulterando tu experiencia.
Viviéndola en función de lo que otros han pensado, han sentido o han vivido.
Con lo que la referencia será su existencia.
No la tuya.
Es como ponerte un calzado o un traje que no es el tuyo.
Te podrá quedar más o menos bien (o fatal).
Pero jamás te encajará.
Y siempre te dejará insatisfecho-a.
Todo está hecho a tu medida.
Esa medida es tu experiencia.
Y esa experiencia es el estado de conexión con tu SER.
Aquel estado donde conoces todas las respuestas.
Aquel estado donde dispones de todo su potencial.
Aquel estado de no mente.
Donde eres lo que quieras ser.
Y donde fluye tu auténtica sabiduría.
Aquel lugar donde no lo crees.
Lo sabes.
Porque hay una verdad en tu interior que siempre te dice:
SI, estoy seguro.
Esto es para mí.
Porque lo intuyes.
Porque te viene.
Porque lo sientes.
Es tu sabiduría interna.
Pero hace tanto que la dejaste de utilizar que la tienes atrofiada.
Sólo has de rescatarla.
Si quieres dejar de sufrir empieza hoy.
Empieza a sentir.
Y a abrir la llave emocional.
Y no digas que no sabes.
Que no puedes.
O que no lo necesitas.
Porque decirlo es tu camino hacia el infierno.
Reconoce tu incapacidad emocional.
Y habrás abierto la puerta hacia la vida.
Reconocer, aceptar y observar.
Por el mero hecho de hacerlo ya liberas el dolor.
Y aumentas tu energía vital.
Así de fácil.
Sólo reconociendo que estás mal.
Ya empiezas a estar bien.
Porque justo en ese instante…
Reconociendo.
Ya le estás poniendo luz.
Ya estás liberando y sintiendo.
No pensando.
Sentir lo llevas de serie.
Sabes hacerlo perfectamente.
Aunque creas que no.
Ya te he dicho que lo que crees, no cuenta.
Sólo distorsiona.
Identificar emociones.
Sentirlas.
Y vivirlas adaptándote a la vida con tu sabiduría interna…
Es a lo que has venido.
Y es lo que sabes hacer.
Pero hace tiempo decidiste hacer lo contrario.
Sólo pensar.
Y cerrar la emoción.
Para no sufrir.
Sin saber que cerrándola sufrirías más.
Porque el dolor y la emoción no se cierran.
Se respiran.
Se transitan.
Y se superan.
Pero liberándolos.
No reprimiéndolos.
Tus sufrimientos…
Tus neurosis…
Tus psicosis…
Y tus malestares no son más que un cerrojo emocional.
Y corporal.
Eso es lo que te pasa.
Y si encima no sabes ni respirar.
Ni que estás conectado a un Todo mucho más grande que tú.
Es un cerrojazo a la vida.
Así que sólo te queda vivir pensando.
Y pensando te distorsionas.
Sufres y te bloqueas.
Porque la vida no se piensa.
Se vive y se siente.
Las creencias y pensamientos muy posiblemente ni siquiera son tuyos.
Los oíste, los leíste, te lo dijeron o te los inculcaron alguna vez.
Y te los creíste.
Pero no son genuinos.
No son de fiar.
Tu emoción y tu cuerpo, sí.
Son infalibles.
Porque son tuyos.
De nadie más.
Únicos, eternos e irrepetibles.
Miles de años de evolución a tu servicio.
Al servicio de tu experiencia.
Para que sea la mejor.
No la peor.
Así que hazte un favor.
Abre el grifo y empieza a sentir.
Porque saber, sabes.
Y mucho.
Eres la sabiduría personificada.
No hace falta que te lo creas.
Lo eres.
Y para serlo, no lo has de creer.
Has de SER.
Sin más.
Sin hacer nada, lo eres todo.
Lo tienes fácil.
Pero no te lo crees.
Así que deja de creer y lo serás todo.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com