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By septiembre 27, 2015Gestión emocional

El post de hoy va de información.

De todas la probabilidades de información que tienes a tu disposición.

Infinitas.

Que tú no las veas no significa que no estén.

Simplemente no las ves.

Porque no puedes descodificarlas.

Es imposible con la programación que tienes.

Es como si estuvieras delante de un ordenador.

Pregúntale a un programador.

Para que tú veas algo y cobre vida en la pantalla.

El ha estado “jugando” horas y horas con ceros y unos.

Es el código binario.

Así que lo que ves en realidad no es lo que ves.

Es otra cosa.

Son ceros y unos.

Pero tu ordenador tiene unos programas que convierte esos ceros y unos en algo que ves.

Sigamos.

Ahora llévalo a tu vida.

La realidad es información codificada.

Vamos, como en Matrix.

Que tú descodificas en función de tus parámetros mentales.

Tus programas.

Dile programas, dile patrones, creencias, pensamientos, grabaciones…

Aquellos que te metieron bien metidos sin enterarte.

Y claro, de mayor vas por la vida reaccionando.

O lo que es lo mismo, descodificando mal.

Tú crees que vives pero en realidad, la mayoría de veces, no vives.

Reaccionas.

Sin tener ni idea de lo que estás haciendo.

Ni por qué lo estás haciendo.

Ni por qué te pasa lo que te pasa.

Ni por qué te pones como te pones.

Vamos, que no sabes “conscientemente” lo que haces.

Ya lo dijo uno de los Grandes.

“Perdónales porque no saben lo que hacen”.

Hace dos mil años ya hablaba de conciencia.

Y de inconsciencia.

Así pues que tu descifres la realidad de una forma determinada.

No significa que así sea.

Sólo significa que tus programas hacen que para ti así sea.

Que la ”veas” así.

Ahora el dilema es …

¿Y cómo sabes si lo que ves es auténtico?

¿Y cómo sabes si tienes programas obsoletos?

Muy fácil.

Si te sientes mal, contraído, insatisfecha o infeliz.

Estás obsoleto.

Has de mejorar tu versión.

Como los ordenadores.

Pero para evolucionar has de reconocer que estás mal.

¿Y quién te informa de que estás mal?

Justo tus amigas.

Las emociones.

Las que crees que son tus enemigas.

Se encargan de descodificar la información para ti.

La observan, la estudian, la analizan, la valoran.

Y te dan el resultado.

Masticado y bien trillado.

Para que te des cuenta de la distorsión que hay en tu interior.

Para que veas tus programas limitantes.

Precisamente para trabajarte y liberarte.

Si no ¿por qué crees que te molestan las emociones?

¡¡Para que evoluciones!!

¿Pero qué haces?

Ni caso.

Te resistes a reconocerlas.

Y así en lugar de evolucionar.

Te bloqueas e involucionas.

Y cada vez estás peor.

O sea, ni ERES ni ESTAS.

Por eso aparecen las emociones.

Porque ni ESTAS.

Ni ERES.

Cuando estés en tu SER, se irán.

Reconocerlas, aceptarlas y descodificar su información es la clave.

Eso es gestión emocional.

De la buena.

De la auténtica y genuina.

Visualiza el día de los Inocentes.

Imagina que te cuelgan un monigote en la espalda.

Si nadie te avisa, ¿cómo te lo vas a quitar?

¿Entonces?

¿Por qué no haces caso a tus amigas las emociones?

Ellas te avisan para que te trabajes.

Y elimines “tus monigotes interiores”

Cuando lo hagas, abrirás la puerta.

Al infinito.

Pero no lo conseguirás sin la emoción.

Utilízala para “limpiarte”.

Y te habrá tocado la lotería.

Pero no la que te convierte en millonario.

Esa es la que viene de fuera.

La que se vuelve a perder.

Te habrá tocado la otra.

La que te convierte en abundante.

La de verdad.

La que se instala y te reprograma.

Y es para siempre.

¿Te suena lo de “pide y se te dará”?

Ya lo decía un Grande hace dos mil años.

Con esta no hace falta ni comprar números.

Porque la conexión es directa con el Universo.

Con banda ancha.

Así que pide.

Que se te cumplirá.

Por cierto, hoy te he dicho hola.

Pero no lo has “visto”.

Que no lo veas no significa que no lo haya hecho.

Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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