Siempre me gustaron los payasos

Hoy es un post de medianoche.

Escribo tan tarde porque acabo de llegar de darme un auténtico lujazo.

Cosa que te recomiendo siempre que puedas.

Darte lujos a ti mismo.

Y en concreto, éste.

Me he ido a la playa a sentarme al final del espigón.

A contemplar las estrellas y la inmensidad del firmamento.

Yo y mi soledad, allí sentados.

Delante del mar.

Observando toda su grandeza.

Y disfrutando de la luz de la luna.

Es una auténtica gozada poder vivir esa sensación de unión con el Todo.

Allí me relajo.

Durante un rato.

Escuchando la brisa marina.

El ligero olor a sal.

Saboreando mis pensamientos.

Mis nostalgias.

Mis tristezas.

Que también las tengo.

¡¿Quién no ha tenido pérdidas en su vida?!

Momentos dolorosos y tristes.

Y allí delante del todopoderoso océano, me gusta dejarme ir.

Saborear y disfrutar de mis cosas.

Río, lloro, me inspiro, medito, visualizo, sonrío, sueño…

Y me recargo las pilas.

Allí cierro los ojos y me traslado a otro tiempo.

A cuando era niño.

Dejo que mi inconsciente me lleve a mi infancia.

A mi alma más pura.

Visualizo lo que me llenaba.

Lo que me gustaba.

Lo que me hacía disfrutar.

Lo que me hacía volar.

Lo que me hacía soñar.

Lo que me hacía vibrar.

Y recuerdo cuál es mi verdadera esencia.

De niño me encantaban los payasos.

Para mi eran mágicos.

Siempre quise ser payaso.

Pero a mi familia les decía que payaso, pero payaso empresario.

De los que eran propietarios del circo.

Ahora sé que no.

Que lo de empresario era para que me respetaran y me quisieran en mi familia.

Porque vengo de familia de empresarios.

Mi niño sólo quería ser payaso.

Lo de empresario era para llamar la atención.

Ya sé por qué quería ser payaso.

Porque eran los que hacían reír a los niños.

Y riendo, los niños eran felices.

Han tenido que pasar cuarenta seis años para soltar lo de empresario.

Y quedarme sólo con lo de payaso.

Mi verdadera vocación.

La sonrisa de los niños.

Porque dentro de ti siempre está tu niño.

Y si tú eres feliz, tu niño siempre vuelve a sonreír.

Ahora sé que mi vocación eres tú.

Y por qué en mi método de trabajo tiene tanta fuerza la técnica del niño interior.

Siendo empresario perdí la sonrisa.

Conectando con mi esencia la recuperé.

Y ahora siendo coach personal, psicólogo transpersonal y acompañando a las personas, soy feliz.

No soy payaso, pero como si lo fuera.

Porque ahora sé que también te puedo hacer sonreír.

Acompañándote a ser un poco más feliz cada día.

Recién llegado de ver las estrellas te diría sólo una cosa.

Nunca seas nada para agradar a nadie.

Se lo que realmente quieras tú.

Se lo que quieras de corazón.

Si es payaso.

Sé solo payaso.

No has de gustar a nadie.

Sólo a ti.

Si te gustas a ti, gustarás a todos.

Si te amas a ti, todos te amarán.

No cometas el error de abandonar tu sueño para que te quieran.

O te valoren o te respeten.

Porque si no te han de amar, tampoco te amarán.

Y te quedarás sin tu sueño.

Sueña, sueña, sueña y nunca dejes de soñar.

Te lo dice un niño payaso desde el corazón.

Este post va dedicado a todos mis seguidores y a todos mis clientes.

Gracias por darme la oportunidad de crecer cada día con todos vosotros.

Buenas noches estrelladas.

Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com
www.facebook.com/rafamotapersonalcoach

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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