Hoy voy a escribir sobre los padres.

Si, los padres.

Da igual que tengas veinte, treinta o sesenta años.

Todos tenemos dos.

Estén o no estén.

Los conozcas o no.

Un padre y una madre.

Y quizá hoy escribiré algo que te producirá resistencias.

O no lo entenderás.

O no querrás ni leerlo.

O dirás qué chorrada.

O vete a saber tú.

Porque quizá te duela.

Pero si quieres alcanzar la armonía, la serenidad, la paz interior y el éxito personal.

Los has de tener bien integrados en ti.

A los dos.

Integrados y bien colocados.

Y a nivel simbólico e inconsciente, han de colocarse detrás tuyo.

Uno a cada lado.

Porque son los universos que te han creado.

Los perfectos para tu evolución.

Y han de estar ahí detrás.

Apoyándote como energía.

Pero a la vez dejándote el camino libre para fluir.

Da igual que ya no los tengas.

O no te hables.

O no sepas donde están.

O tengas una relación fría.

Da igual.

En realidad no son ellos.

Eres tú.

La percepción que tú tienes de ellos.

Eso es lo que te bloquea la energía.

Y me explico.

Cuando naces y creces como niño, esperas, deseas y estás en todo tu derecho de exigir a los mejores padres del mundo.

Que te amen, te protejan, te respeten, te valoren, te atiendan, te escuchen y te comprendan.

Porque un niño lo quiere todo de sus padres.

Y no entiende justificaciones cuando no están ni aparecen.

No entiende de explicaciones cuando son incoherentes.

No comprende cuando dicen A verbalmente pero inconscientemente ( con el cuerpo, la emoción y la energía) están diciendo B.

No entiende cuando discuten.

Ni cuando gritan.

Ni de juicios ni de rollos mentales.

Solo vive y siente.

Y lo único que quiere es amor.

Al niño no le expliques monsergas de trabajo, de falta de tiempo, del porqué de los desprecios, ni justificaciones por la falta de atención, ni falta de amor..

No quiere explicaciones.

Quiere hechos.

Quiere amor.

Es el único amor incondicional que existe.

El del bebé hacia los padres.

Sin ellos, se muere.

Sin amor, sin identidad y sin protección el bebé se muere.

Lo demás son monsergas que no valen para nada.

Y si no te lo dan, eso queda grabado a fuego.

Porque es pura supervivencia.

¿Entiendes ahora porque saltas a la yugular cuando no respetan tu identidad, te mueres cuando te abandonan y entristeces locamente cuando no te quieren?

Porque no pasan los años en el inconsciente.

Los patrones inconscientes funcionan perfectamente una y otra vez.

Así que hasta los doce años buscas amor inconsciente a toda costa.

Pero ¿cuál es la realidad mundana?

El niño desea a los padres celestiales pero tiene a los padres terrenales.

Que ni saben ni pueden ni han tenido la oportunidad de hacerlo mejor.

Porque a su vez también tuvieron unos padres (tus abuelos) que tampoco supieron ser los celestiales.

Porque a su vez, tus bisabuelos hicieron lo que pudieron con los recursos que tuvieron.

Y ninguno fue celestial por una sencilla razón.

Porque aquí en la Tierra, la perfección no existe.

Lo celestial está en otra parte.

Pero esa imperfección precisamente es la que te hace evolucionar hacia la perfección.

Sin llegar nunca a conseguirla.

Pero te hace ser cada vez mejor.

Y cada vez más humanamente consciente.

Por eso tus padres fueron los perfectos para que tú estuvieras aquí hoy.

Y ahora.

Pero eso tu niño no lo entendió.

Y lo grabó emocionalmente en forma de tristeza, miedo o rabia.

Y esa grabación la llevas metida dentro.

Generándote un malestar inconsciente que ni siquiera conoces.

Es como un grito parado en el tiempo.

Que no te deja fluir.

Así que tengas la relación que tengas con ellos.

No importa.

Porque todo está en ti.

No en ellos.

Si quieres fluir, habrá que sanar esa relación.

Y con los dos.

Has de hacer un viaje a tu interior.

Y seguir estos pasos.

Dejar que el niño exprese toda la rabia y todo el dolor que le supuso tener los padres que tuvo y no los que esperaba.

Que es lo normal.

Sentir dolor.

Cuando vienes aquí esperando a tener el perfecto y te toca el imperfecto, lo normal es que duela.

Y como eres niño, mucho más.

Da igual lo que pienses ahora mismo.

La cuestión que aquí se habla no es consciente.

Es inconsciente.

Por eso no estás fluyendo como podrías.

Porque ni lo sabes.

Y cuando el niño que fuiste haya sacado todo ese dolor.

Quedarás liberado de la emoción.

Faltará la aceptación.

A partir de ahí empezarás el camino hacia la libertad personal.

Podrás empezar a aceptar a los padres imperfectos que tuviste.

Pero que fueron los perfectos para tu evolución.

Pero tú no lo pudiste considerar porque como niño pusiste tu atención en aquello que deseabas y no te daban.

Por eso te parecieron imperfectos.

Un trabalenguas de narices pero que es uno de los grandes secretos de la vida.

El mayor secreto.

Y la mayor causa inconsciente de insatisfacción personal del ser humano.

Cuando comprendas que te dieron todo lo que pudieron darte según la percepción del mundo que ellos tenían y según las circunstancias que vivieron.

Podrás aceptarles.

Y cuando aceptes los que tuviste y no los que siempre deseaste, podrás amarles de verdad.

Hayan hecho lo que hayan hecho.

Desde el corazón.

Y estarás en paz.

Y justo ahí, empezarás a fluir.

Y volarás siendo TU mismo.

Empezarás el camino hacia el triunfo personal.

Volviendo a tu origen.

Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

Deja un comentario