Imagínate dos grandes círculos.

En uno estás tú.

Tu cuerpo, tu emoción, tu pensamiento y tu energía.

Y en el otro está todo lo demás.

Y cuando digo todo, es todo.

Todo lo que no seas tú.

El exterior.

En el de fuera puede pasar cualquier cosa.

En ese círculo no tienes ningún control.

Ahí tienes la batalla perdida de antemano.

Si quieres lanzarte a controlar lo incontrolable, hazlo.

Pero ya sabes hacia dónde vas.

De cabeza al batacazo.

Porque un día lo controlarás y estarás fantásticamente bien.

Y al siguiente, estarás francamente mal.

Con el agravante de que si te centras en el círculo exterior, tu círculo, o sea TU, cada vez será más pequeño.

Hasta incluso, desaparecer.

Con el peligro de llegar a perder tu identidad.

Y al final, no saber ni quién eres.

Si tú no estás, el miedo y la rabia siempre ganan la partida.

Te propongo lo contrario.

Olvídate del círculo exterior.

Del “qué dirán”, del “que esperan de mí”, del “tengo que”, del “debería que”, de “he de quedar bien”, de compararte, de decir si cuando quieres decir no, de querer agradar cuando no quieres agradar, de no ser sincero contigo mismo y tantas otras cosas que te llevan a traicionarte.

Y empieza a trabajar en el círculo interior.

Deja de querer controlar el de fuera, y pasa a gestionar sólo el de dentro.

Tu gran poder no está fuera, está dentro.

A la que te salgas, te haces pequeño.

Si, ya sé que es muy difícil no salirte.

Pero a medida que lo trabajes, tu círculo interior cada vez será mayor.

De tal manera, que al final será tan grande que todo el exterior que te rodea estará bajo tu influencia.

Y sin querer controlar lo de fuera, lo tendrás bajo gestión (que no control).

Y encima, tú estarás en una nube.

Porque si tú estás, el amor siempre gana la partida.

Y como todo es energía, la energía que tú tengas es la que atraerás.

Si eres amor, irradiarás amor.

Así que ya sabes qué atraerás.

Los miedos, la rabia, la frustración y todo lo que te saca de quicio no son más que estados y emociones que te recuerdan constantemente que tú no estás.

Si estás, no hay malestar.

Si estás, serás el mejor padre, la mejor madre, el mejor empresario, el mejor directivo, el mejor hermano, la mejor pareja, el mejor trabajador…

Serás tu mejor versión.

Y por efecto espejo, tendrás el mejor hijo, la mejor hija, la mejor empresa, la mejor pareja, el mejor trabajo y el mejor futuro posible.

Si no estás, difícilmente serás una buena versión.

Y una vez dentro del círculo, tendrás que aprender otra cosa.

A estar en un solo punto.

Ni en el pasado ni en el futuro.

Solo hay un punto, donde está tu mejor versión.

Justo en este puntito.

Aquí.

Y ahora.

Porque a cada aquí y ahora, has de tomar una decisión.

Sólo una.

Y esa es la que te aleja o te acerca de tu poder.

Que te lleva hacia tu bienestar o hacia tu malestar.

Sólo has de hacer una cosa.

Parar.

Y no hacer nada.

Nada.

Relajarte y respirar.

Y sólo ser consciente.

De tu cuerpo, de lo que sientes y de lo que piensas.

Porque justo ahí, entre pensamiento y pensamiento.

Aparece la conciencia.

Que es esa pequeña brecha que se abre y donde no hay nada.

Sólo silencio.

Ahí está todo.

Si te escuchas, aparecerá tu mejor decisión.

Y decisión a decisión, pasito a pasito.

Estarás creando tu mejor versión.

Rafa Mota

Personal Coach

www.rafamota.com

 

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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