El cielo en la tierra

By abril 23, 2015Conciencia

 

Hoy te hablaré de la santísima trinidad.

Si, con minúscula.

Porque no es la que crees ni es la que te ha venido a la cabeza al leerlo.

Es otra. La tuya.

No hay que ir a ningún templo, ni retroceder en la historia, ni buscar en el libro más leído de humanidad, ni centrarse en personajes históricos, ni ir a siglos pasados, ni hacer ningún viaje.

Está aquí y ahora. En ti. En tu día a día.

Y posiblemente ni te has parado a pensar en ella.

Para que lo hagas si te apetece y tomes conciencia, aquí te la presento.

El Padre.

Tu adulto de hoy en día.
Aquél que un día fue niño y que ha crecido a pesar de todas sus carencias afectivas, de todas sus heridas y de todas sus experiencias.
Es tu yo mental.
Es el que piensa, el que racionaliza en función de las experiencias que ha tenido en la vida.
Es el que crea todos tus pensamientos y por tanto, el creador de toda tu vida.
Y lo hace en base a lo que ha ido acumulando en su mente de forma inconsciente.
Tiene muchas creencias que no son suyas, son adquiridas.
De los padres, de la familia, de la sociedad, del colectivo, de la religión, de la humanidad…
Pensamientos limitantes, pensamientos que no le dejan ser libre, pensamientos que le hacen sufrir, pensamientos que al fin y al cabo lo único que hacen es meterle en una pequeña celdita.
Si quieres cambiar cosas en tu vida, préstale mucha atención, ayúdale, obsérvale y toma nota de lo que piensa.
Y si algo no te gusta, cámbialo.
Así de simple, el pensamiento es maleable, sólo necesita entrenamiento.
Haz una lista de todas las afirmaciones y pensamientos que te gustaría tener.
La herramienta se llama afirmaciones poderosas.
Y cuando las tengas, tanto por la mañana como por la noche, en pequeñas meditaciones, te las vas repitiendo constantemente, como si fueran mantras.
Es lento, pero es como la gota malaya. Al final tu mente, las acabará integrando.
Durante el día, cuando te pilles cayendo en un pensamiento negativo hazte una señal a ti mismo (un chasquido de dedos por ejemplo o lo que quieras) y automáticamente salta a uno de los poderosos.
“Positivizarás” tu vida.

El Hijo

Tu yo emocional.
Tu verdadera alma pura.
Aquél niño o niña que fuiste alguna vez, con su fuerza vital, sus ganas de reír, sus ansias de comerse el mundo, su inocencia, su ingenuidad, su pureza y que en algún tramo del camino se perdió.
Y ahí se quedó, solo, abandonado, triste, poco valorado y en muchos casos, quizá poco querido.
Sea como sea, ahora es el momento de volver a por él o ella, recuperarle y decirle que no está solo. Que quizá sus padres en su día, no supieron o no pudieron hacerlo mejor, pero que ahora estás tú al mando de su vida para amarle, cuidarle y protegerle para siempre.
Toma conciencia del niño o la niña que llevas dentro y vuelve a la infancia.
Deja que juegue y permítele ser libre. No le castigues más.
No juzgues.
Disfruta, sueña, corre, juega, baila, salta, grita….vuelve a ser niño otra vez y hazle feliz.
Porque ese niño todavía existe en tu interior y sigue viviendo en tu mundo emocional.
Los niños, viven y sienten. No piensan ni juzgan.
Y la mejor manera para recuperar la alegría de vivir es sanar a tu niño.
Cuando tengas al niño o la niña tranquila, tú también estarás en paz.
De ahí la famosísima frase “dejad que los niños se acerquen a mí porque de ellos será el reino de los cielos”
Recupera a tu niño.
Dedica unos minutos al día a recordar cómo eras de pequeño, qué necesitabas, qué te faltaba, qué deseabas y no te dieron, cómo te sentías, que querías ser de mayor, que sueños tenías.
Siéntate, coge papel y bolígrafo y déjale que te cuente (lo está deseando).
Será todo un descubrimiento.

El espíritu.

Tu yo espiritual.
Es tu verdadera esencia.
Es tu energía. Tu vibración.
Es tu parte conectada a la naturaleza.
Tu verdadera inspiración. Tu conexión con el todo y con el Universo.
No la rechaces. No la encierres. Todo lo contrario
Toma conciencia de ella y disfruta de tu conexión con el aire, con las montañas, con el mar, con la tierra, con la playa, con la nieve, con el sol, con las noches estrelladas, con la inmensidad del todo.
Si puedes, relájate en contacto con la naturaleza.
Todo lo que te rodea también es parte de ti y te dará la fuerza vital necesaria para continuar.
Dedica cada día unos minutos a conectarte, a observar y a empaparte de todo aquello que te pueda oxigenar de forma sana y renovar tu esencia.
Esta es tu santísima trinidad. Los tres son sagrados.
Y los tres habitan en un reino (el de los cielos) espectacular:

Tu cuerpo

Tu yo instintivo.
La morada más maravillosa que existe y existirá jamás.
50 billones de células funcionando a tu servicio las veinticuatro horas del día sin parar con una perfección matemáticamente extraordinaria para que tú puedas disfrutar intensamente de esta experiencia de vivir.
Tu cuerpo vela por ti, te cuida, te protege y te mima y tú lo maltratas constantemente.
Toma conciencia de él porque no deja de ser otro niño que sólo cumple su función.
Te avisa si no le cuidas, te da toques de atención, te dice que así no puedes seguir, te avisa una y otra vez, pero si sigues sin hacerle caso, al final te castiga.
La mejor manera de empezar a sanarle es recuperar la respiración abdominal (es la que tienen los bebés y los animales, por algo será), descansar, meditar, hacer ejercicio y tener una buena alimentación (un día hablaré de la alimentación trofológica).
Para empezar, unos minutos al día toma conciencia de tu respiración.
Túmbate, ponte un libro encima del abdomen y empieza a respirar levantando el libro con el estómago. Inspira por la nariz y expira por la boca. Así unos minutos cada día.
Le empezarás a enviar señales al cuerpo de te has percatado de su presencia y le cuidarás.
Mi método de trabajo consiste en trabajar al ser humano en todas sus dimensiones.
La única manera de liderar tu vida es gestionarla
Para gestionarla, has de conocerla.
Para conocerla, primero has de observarla.
Pero para observarla primero has de ser consciente.
El camino hacia la felicidad empieza aquí.
Alineando tu cuerpo a tu santísima trinidad.
Y cuando consigues alinearla con tu propósito vital, entonces ya son palabras mayores.

Entonces el cielo ya está aquí.

En la tierra.

Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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