La primera pregunta que les viene a la mente a mis clientes cuando les entreno para ser autorreferenciales siempre es la misma :”pero pensando así… ¿no me volveré un egoísta?”
Mi repuesta, tajante, es: “No, justo todo lo contrario”
Y en este post razono mi respuesta para que veas que aquella creencia que algún día nos metieron a todos en la cabeza, de que amarse a uno mismo es ser un egoísta es una auténtica distorsión.
Distorsión que, por un lado es la que te impide estar en paz con el mundo y contigo mismo porque en realidad tú y el mundo o el mundo y tú sois lo mismo, sois parte de un mismo todo aunque muchas veces se te haga difícil entenderlo y por otro, es la que te lleva a vivir en la cara B de la vida (la del sufrimiento, el drama, la lucha y el esfuerzo) pudiendo vivir en la cara A (la de la aceptación, la comprensión, la serenidad y la felicidad).
Existen tres maneras de tomarse la vida y cada una de ellas te lleva a una realidad completamente diferente. Podríamos definirlas con una frase que las resume muy bien.
El entregado: Tú eres importante y yo no.
El egoísta: Yo soy importante y tú no.
El autorreferencial: Yo soy importante y tú, tanto como yo.
Las dos primeras son las dos caras de la misma moneda.
El entregado se olvida de sí mismo para enfocarse en el exterior. Espera que el mundo y los demás satisfagan sus necesidades afectivas básicas que son el amor, la aceptación, la valoración, el respeto, la protección y la comprensión, cosa que es misión imposible porque el exterior jamás le podrá dar lo que necesita de la forma en que lo necesita. No se satisface él mismo, por tanto lo suyo es un falso egoísmo. Como actúa desde la carencia se entrega a los demás en cuerpo y alma, buscando inconscientemente recibir algo a cambio, y si no lo recibe, al final acaba entrando en estado de rabia, frustración, tristeza o miedo y haciéndoselo pagar a los demás, o lo que es peor a él mismo. Estados, que mirándolo así, son perfectamente normales porque cuando uno no controla su bienestar puede sentir de todo menos serenidad y tranquilidad. El día que desde fuera recibe lo que necesita, está en el cielo. El día que no, en el infierno. Jamás tendrá el control de su vida a menos que empiece a ser consciente y haga algo por remediarlo. Su lema es, si me das, te quiero y si no me das, eres un injusto (pobre de mí, con lo que yo hago por ti, no merezco este trato).
El egoísta se olvida de los demás para enfocarse en sí mismo. Espera que el mundo y los demás cambien para satisfacer sus propias necesidades de amor, aceptación, valoración, respeto, protección y comprensión. Has de cambiar tú para venerarle a él porque en realidad ni se ama, ni se respeta, ni se valora, ni se comprende ni se protege. Les pide a los demás que lo hagan por él. También actúa desde la carencia por eso exige que cambies tú y no él. Si no lo consigue le llevará normalmente a la rabia. Su lema es, si me amas, si me valoras, si me respetas, si me comprendes, te quiero y si no lo haces, te envío a paseo porque no me comprendes ni me quieres.
El autorreferencial entiende y sabe que tiene unas necesidades afectivas básicas por cubrir que son amor, respeto, aceptación, valoración, protección y comprensión que nadie más que él mismo se las puede dar si lo que quiere es conseguir la estabilidad emocional. Se trabaja cada día para cubrir sus necesidades y una vez cubiertas actúa desde la plenitud, no desde la carencia. Como no necesita nada del exterior para su felicidad, su nivel de bienestar es muy alto. Irradia energía positiva, lo que atrae más energía positiva, lo que a su vez le hace conseguir mayor bienestar. Su lema es, como yo me lo doy todo, no te exijo nada. No exige, comparte. No pide respeto porque ya lo tiene. No pide valoración porque ya se valora. No pide comprensión porque ya se comprende. No pide aceptación porque ya se acepta. Y finalmente no pide amor porque ya lo tiene. Elige desde la libertad, no exige desde la necesidad.
En la cara A de la vida, sin necesitar nada, se consigue todo.
Y es aquí donde me hacen la segunda pregunta, también repetida en la mayoría de clientes.
Y si no necesito nada, entonces ¿no me quedaré solo en una isla desierta?
Mi respuesta, tajante, es : “ No, justo todo lo contrario”
Que no necesites una cosa no significa que no la quieras o que no te guste compartirla.
Cuando no tienes esa necesidad imperiosa es cuando estás en condiciones de compartir aquello que realmente quieres sin exigir nada a cambio. La gran mayoría de veces entramos en guerra porque hay una necesidad inconsciente por cubrir y exigimos que nos la cubran los demás. Precisamente por eso las relaciones se vuelven tóxicas.
Cuando desaparece la necesidad, no hay toxicidad.
Ser autorreferencial no significa que no te guste recibir amor. Sólo que si alguna vez no lo recibes, no hay drama ni discusión. Hay libertad de elección.
En realidad, la vida es mucho más sencilla de lo que la hacemos.
Cuando aprendes que el gran secreto trata de reordenar seis necesidades afectivas básicas, gestionar bien cuatro emociones principales y aceptar que el mundo es como es todo cambia de color.
Es cuando pasas de la cara B a la cara A de la vida, la verdadera.
Allí donde sin exigir nada, te lo dan todo.
Allí donde todo es tan fácil, que resulta increíble.
Allí donde se pone en marcha la verdadera ley de la atracción, que no es precisamente la que corre por ahí.
Allí donde el tiempo, en realidad, no existe.
Allí donde la causa y el efecto coinciden.
Allí donde aparecen las sincronicidades.
Allí donde está lo que todos buscamos.
La verdadera cara de la vida.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com
Fantástica entrada Rafa, lo leo y lo releo y no me canso … Me resuena tanto…Ahora a ponerme en marcha!
Graciassss.
Gracias Carmen!! Me alegro mucho que te sirva. Un beso