Debo reconocer que antes de empezar este proceso de transformación personal que me ha permitido conocerme interiormente, me ha hecho conectar con mi esencia original y me ha llevado a ser coach y finalmente a entrar en el terreno de la psicología transpersonal , cuando escuchaba las típicas frases, en aquel entonces demasiado espirituales y místicas para mí, como “despierta tu conciencia”, “el poder está en tu interior”, “eres el responsable de tu felicidad”, “aceptar es dejar de sufrir” “ la conciencia te hará libre” “eres más poderoso de lo que crees” u otras por el estilo pensaba que estas cosas del interior y de la conciencia eran unas auténticas gilipolleces.
Escuchaba o leía a esos escritores mediáticos iluminados con sus libros de autoayuda hablar y escribir sobre la aceptación de la vida, con esas sonrisas y esas caras de felicidad, como si fueran inmunes a todo sufrimiento, mientras la mía se derrumbaba por completo y me ponía peor. Además de jodido, estaba rabioso.
Y encima me decían, como prometiéndome el paraíso de la felicidad, que ser feliz era una decisión (¿mía?, si no me dejan ser feliz, decía mi vocecita). O aquella otra, que para mí era más punzante en esos momentos, de acepta tu vida y serás feliz.
“Ya claro, y cómo (y perdón por la expresión pero era literal porque la rabia me embargaba) cojones lo hago cuando mi vida es un desastre y sólo hago que sufrir?”, pensaba.
Porque no nos engañemos, cuando uno está metido en esas situaciones tan dolorosas que te parten el alma y te llevan a bucles emocionalmente tóxicos donde el miedo, el pánico, la tristeza, la ansiedad, la preocupación y el desasosiego no te dejan ni respirar, se sufre. Y mucho.
Así que, en esos momentos tan delicados, que venga según quién a contarte cuentos chinos sobre la aceptación de la vida te pone de mala uva y te entran ganas de mandarlo a paseo, porque lo único que necesitarías es que tu pareja volviera a tus brazos y te dijera que te quiere, que te dieran el ascenso que estás esperando y no te llega, que consiguieras un trabajo que te diera esa esperada tranquilidad, que te tocara la lotería para pagar las deudas, que tu amante no decidiera abandonarte, que se largara aquél compañero de trabajo que te la repatea o que no te arrebataran aquello que tanto querías, para volver a ser feliz y tener una vida como la de antes. Porque en momentos tan difíciles con volver a lo que tenías y no tener que enfrentarte a según qué situaciones, ya te conformarías.
Pero la vida no es como tú esperas. Viene como viene. Y lo que te da, a veces te lo quita. No es que sea cruel, ni que sea injusta contigo, ni que te quiera más ni que te quiera menos. Es que es así. La vida es. El resto, es cosecha propia.
O sea, que entiendo perfectamente que te toque las narices que hoy decida escribir sobre aceptación si las circunstancias de la vida te han quitado aquello que más necesitabas para tu equilibrio personal y tu estabilidad emocional. Porque lo normal en estas circunstancias es que estés mal o muy mal.
Porque necesitar es sufrir.
Por eso hoy te seguiré contando lo que a mí me permitió conseguir esa tranquilidad y esa armonía personal que me llevó directamente a estar en paz con la vida. Porque si primero no haces las paces con ella, te será imposible aceptarla tal y como es.
Que suena muy bien, pero… ¡qué difícil es!
Empieza por pregúntarte:
¿Por qué te cuesta tanto aceptar la realidad tal y cómo es? ¿Por qué tienes la necesidad de estar constantemente queriendo cambiar a los demás? ¿Por qué te empeñas en controlar tanto a la vida si al final siempre es ella la que acaba controlando? ¿Por qué no la dejas en paz y te dedicas a fluir? ¿Por qué no te olvidas de si son o no son, y dejas de juzgar?
Pues muy sencillo. Porque nadie te ha enseñado a amarte, a conocerte y darte todo lo que realmente necesitas. O lo que es lo mismo, a gestionarte con amor.
Y como tú no te controlas… ¿a quién decides controlar?
A la vida. Justo a la que no puedes controlar.
Por eso motivo no la puedes aceptar, porque necesitas que te de lo que tú no te sabes dar. Y por supuesto, no te da. Porque ella no está ahí ni para darte ni para cuidarte, solo está para vivirla y experimentarla. Y tú sigues esperando a que te cuide una y otra vez, olvidando que el amor te lo has de dar tú y no ella.
Esto hace que en lugar de disfrutarla desde la plenitud, la sufras desde la carencia (y no me refiero a carencia material).
Pero tranquilo, como todo en la vida, esto también tiene solución.
Porque fluir con la vida no significa que todo sean sonrisas y alegrías. Fluir con la vida es justamente lo contrario, aprender a que son dos caras de la misma moneda, y que hoy te sale cara y mañana cruz, que sea malo o sea bueno depende del significado que tú le des, que la vida es como es y que viene cómo viene. Fluir es tener perfectamente aceptado e integrado que a veces se ríe y a veces se llora y estar perfectamente preparado para ello. Como aquello que decían de la nueva generación, los JASP (jóvenes aunque sobradamente preparados).
Pues lo mismo, pero para la vida.
Porque una cosa es la realidad y la otra es la interpretación de la realidad. Realidad hay sólo una e interpretaciones hay tantas como seres humanos. O sea que empeñarte en cambiar la realidad sobre la que no tienes control cuando lo que has de hacer es trabajarte para cambiar la interpretación que le das a esa realidad es ir directamente al suicidio del sufrimiento.
La realidad puede ser muy cruel para destruirte o muy sabia para darte la oportunidad de reconstruir aquello que estuvo mal construido. Esa es tu elección. Pero entiendo que para elegir has de tener la libertad y para ser libre, has de estar sobradamente preparado (SP).
Así es que deja tranquila la realidad y vamos a ponernos con la interpretación que tú le das, porque sobre ésta sí que tienes todo el poder para tu preparación.
Si me has ido siguiendo en este blog ya sabrás que la interpretación que le das a la realidad la creas en función de tus creencias (pensamientos incrustados), grabaciones emocionales (carencias afectivas), en definitiva, las emociones rabia, tristeza miedo y alegría, y estrategias inconscientes , aquellas que ingenias para buscar como sea y a costa de quién sea tus principales necesidades afectivas que son amor, respeto, aceptación, valoración, atención, comprensión, escucha, permiso y protección (empieza a observar las que no te das y verás que son justo las que exiges a los demás).
Y nada de todo esto está en el exterior,todo está en el interior.
Llegados hasta aquí ya tenemos todos los elementos esenciales para empezar a rehacer ese gran puzle que es el juego de tu vida (quedaría el cuerpo pero merece un artículo aparte).
Sólo falta que, como cuando hacemos puzles, haya alguien que tenga claro el dibujo o la foto final, que observe las piezas y piense cómo encajarlas. Y para ello, lo único que se necesita es ponerle mucha atención.
Y justo eso es tu conciencia.
No deja de ser un juego donde combinar todos esos elementos, observándolos con conciencia.
Es como jugar a las casitas.
Sólo que en lugar de casitas, lo hacemos con el interior y la conciencia.
Mira por dónde, justo aquellas que yo creía que eran auténticas gilipolleces.
Rafa Mota
Personal Coach
Mensaje recibido! Un gracias no basta para compensar todas estas explicaciònes verdaderamente sencillas y profundas !
Si te he encontrado algo quiere decir!
Gracias de corazòn!