La culpa es de la estrategia

By enero 26, 2015Gestión emocional

 

Cuando llegas a este mundo lo haces de forma pura, con la verdadera esencia intacta y con todas las infinitas posibilidades de ser lo que quieras ser.

Solo nacer ya entras en ”modo búsqueda” del amor de tus padres. Amor en su sentido más amplio, entendido como protección, respeto, seguridad, valoración, atención y comprensión.

Primero como recién nacido y más tarde como niño vas desarrollando todas las estrategias necesarias para conseguir ese amor. Te las ingenias para que así sea. Pensamientos, emociones, comportamientos, herramientas, trampas, caminos, discursos, atajos emocionales y todas las artimañas que puedas llegar a imaginar con tal de que te quieran. Las vas tejiendo de forma inconsciente hasta que de tanto repetirlas se te quedan instaladas en el cerebro, llegando a formar parte de tu personalidad que es una especie de escudo de protección de tu esencia original.

Vas creciendo, vas experimentando en la vida, vas percibiendo la realidad en función de tus patrones mentales, actuando según esas estrategias automáticas de comportamiento y extrapolándolas a todo tu mundo. Empiezas con tus padres, le siguen primero tus amigos, después tus parejas, más tarde tu trabajo, tu ambiente social y todo lo que se te ponga por delante.

Así van pasando los años, entrenándote horas y horas como jamás ningún campeón olímpico habría conseguido en construir tu personalidad (que etimológicamente proviene del término griego “prospora”, máscara) y te crees que vas madurando y haciéndote cada vez más experto en el arte de vivir. Y en muchas ocasiones te permites el lujo de decir a los demás cómo han de vivir su vida.

Y por si esto fuera poco, para rematarte te van metiendo en el subconsciente sin que te enteres creencias populares y prehistóricas que van saltando de generación en generación haciéndote un daño terrible que ni sospechas. Hasta que un buen día te das cuenta de que eres esclavo de tus reacciones, de tus pensamientos, de tus conductas, de tus emociones y caes una y otra vez en los mismos errores, en los mismos bucles, en las mismas historias y decides que tu vida no te gusta y que has de cambiar porque no aguantas más.

Es cuando te planteas (ingenuamente) y conscientemente lo de: “a partir de ahora será diferente”, “hoy lo voy a conseguir”, ”voy a por ello”, ”hoy sí, he decidido cambiar,” no voy a cometer el mismo error “, “mi vida no puede seguir así”…

Pero acto seguido siempre aparece tu subconsciente, esa cajita negra invisible que jamás se deja ningunear por nadie y te dice:  “no vas a conseguir nada, no vas a cambiar nada ni creas que lo vas a conseguir. Si me has llevado tantos años por este camino, me vas a seguir llevando por aquí. Y encima se regodea y te restrega por la cara que te volverá a suceder. ¿Quién te has creído tú que eres para decidir?”.

Así pues, la cajita negra y los 50 billones de células de tu cuerpo que ya tienen memorizado el “camino tuyo de cada día” y que se niegan a cambiar porque están enganchadas a tus reacciones emocionales como si fueran verdaderos chutes de adrenalina (que lo son), te cierran el paso a una vida mejor.

Entonces es cuando vuelves a lo de siempre, a lo conocido, a lo que te saca de quicio, a tu celdita particular, apenado, triste, desconfiado, frustrado, rabioso o enfadado contigo mismo por no haber conseguido ningún avance en tu afán de mejorar cosas en tu vida. Y además, seguramente te regalas algún insulto para acabar de rematarte. Frases como las de: “que imbécil soy”, “para qué lo intento si sé que no valgo?”, “¿por qué me pasan estas cosas?”,  “soy un inútil” y otras perlitas similares.

O esas otras que minan tu moral y tu confianza de forma feroz como “no puedo”, “no voy a salir jamás de aquí”, “no seré nada” “soy el peor escritor que conozco”, “jamás tendré éxito”…

De pronto, empieza a venirnos a la cabeza aquella famosísima expresión de: “es que yo soy así”, todopoderosa frase que todo lo justifica y todo lo explica. Y te quedas tan ancho (o no) hasta el próximo intento.

Pues bien, siento decepcionarte pero esa frase es falsa.

Tú no eres así.

Tú te has hecho así porque no has sabido o no has podido o no has tenido las circunstancias necesarias para hacerte mejor. Si lo hubieras sabido, te hubieras hecho ”el mejor”.

Pero relájate, todo tiene solución. La culpa no es tuya.

La culpa es de la estrategia.

Aquella que elegiste (con o sin opción, es lo de menos) hace tantísimos años y ya ni sabes que existe en tu interior. Pero desgraciadamente todavía te está dando la vara y te la seguirá dando hasta que no consigas verla porque es invisible a los ojos.

Y como tampoco nadie nos enseña a mirar hacia dentro sino más bien todo lo contrario, acabas rematando el entreno. La sociedad, la escuela, el sistema de creencias establecido en nuestro mundo, la familia, la moral, y tantos etcéteras te condicionan para que te fijes en el exterior creyendo que cuando tengas un coche, una rubia, un príncipe azul, una mansión o esto o aquello alcanzaras el equilibrio y la felicidad.

Te conviertes en un auténtico “yonki” buscando fuera el amor, respeto, seguridad, protección, valoración, atención , comprensión que un día buscaste en tus padres y más tarde o más temprano hubieras tenido que aprender a dártelo tú mismo pero nadie te lo dijo. Y claro, como lo de fuera es cambio constante, día sí, día también y nada ni nadie te da lo que quieres que te den de la forma que tú quieres que te lo den sino que más bien justo lo contrario, que te dan lo que te dan y muchas veces al revés de cómo querías que te lo dieran, acabas con la brújula completamente desquiciada, con malestares, insatisfacciones, inseguridades, desconfianzas, desmotivación, ansiedades, depresiones, insomnios y pastillas, esperando conseguir algo que es completamente imposible conseguir con las estrategias que aprendiste para la vida. Y encima frustrado porque muchas veces no sabes ni por qué estás mal ni por qué no consigues aquello que quieres conseguir.

Pero relájate, todo tiene solución. La culpa no es tuya.

La culpa es dela estrategia.

Llegados a este punto ya te habrás dado cuenta de cuál es la solución.

Desmontar la estrategia para volverla a montar. Algo así como ir al IKEA (pero de personas).

No digo que sea fácil, pero sí posible. No creo que nadie naciera batiendo récords mundiales, primero tuvieron que entrenarse muy duro.

La felicidad, la serenidad, la paz interior, el equilibrio, todos los estados positivos y todas las habilidades se entrenan. Igual que la mala leche, la negatividad, el miedo, la ansiedad y todos los estados negativos, con la única diferencia de que estos últimos los has estado entrenando durante años y años sin enterarte y encima poniendo el objetivo allí donde no debías. Fuera.

¿Imaginas cómo sería tu vida si los estados positivos y las habilidades las entrenaras con una estrategia que jugara a tu favor, de forma consciente, dándote todo lo que te mereces y poniendo el objetivo dentro de ti, que es donde está tu verdadera esencia original?

Será la bomba!

Solo has de tener presente una cosa:

Que si decides hacerlo, la culpa ya no será de la estrategia.

Ahora ya solo será responsabilidad.

La tuya.

¿Cuando empezamos?

 

Rafa Mota

Personal coach

www.rafamota.com

 

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

2 Comentarios

  • Marta dice:

    Espléndido…… qué estupenda descripción. Curiosamente, a veces somos conscientes de que estos mecanismos están actuando, sin embargo no hay forma de acceder a un desbloqueo efectivo. ¡Quiero intentarlo!

  • Rafa dice:

    A veces estamos tan metidos en el bloqueo que desde dentro es muy difícil, en cambio muchas veces desde fuera con un solo click!
    se suele tomar conciencia y a partir de ahí, todo cambia. En cuanto pones el foco a los automatismos y los ves, tienen los días contados
    Gracias por tu comentario, Marta

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