Cuando se cae al suelo un jarrón chino y se rompe, se rompió.

Y quien dice un jarrón, dice una empresa, una pareja, una relación o una amistad.

O lo que sea.

En realidad, lo que se rompa es lo de menos.

Lo que te llevará a la grandeza es cómo gestiones lo que se rompa.

Eso es lo único que depende de ti.

Cuando se acaba, se acabó.

Como la vida misma.

No hay más historia.

Que tú le quieras añadir más historia de la que es, es otra historia que no tiene nada que ver con la historia.

Tiene que ver con TU historia mental y emocional.

Con la película que te has montado aquí arriba ( y que te has creído)

Tiene que ver con la historia que te distorsionó, que es la que tienes creada en tu cerebro de cómo debería ser la historia.

Pero nada que ver con lo que ES la historia en sí.

La real.

Romperse era una de las infinitas probabilidades que tenía ese jarrón (o lo que sea).

Y sucedió esa.

Pasó.

La de romperse.

Podían haber sucedido otras muchas, sí.

Infinitas.

Pero sucedió esa.

La de romperse.

En ningún lugar estaba escrito que ese jarrón no tuviera que romperse.

Bueno, sí.

Sólo en uno.

Y no es real.

En tu mente.

Que fabricó una expectativa distorsionada de lo que tenía que ser la realidad de ese jarrón.

Cuando en realidad, la realidad no tenía ser de ninguna manera.

La realidad fue la que tenía que ser.

Porque no hubo ninguna otra nunca jamás.

En tu mente hubo miles.

Pero aquí y ahora sólo hubo una.

La que fue.

La perfecta según la vida y según la energía que lo mueven todo.

Que son las únicas que mandan aquí.

Las únicas que dirigen el cotarro.

La energía y la vida  deciden cuando entras.

Por donde entras.

En qué zona, en qué latitud, en qué condiciones.

Deciden cuál será tu família.

Deciden tu genética.

Deciden tu físico.

Deciden qué recursos te conceden para poder expandirte.

Deciden qué has venido a hacer aquí.

Deciden tu propósito y tu misión (otra cosa es que lo descubras)

Y deciden cuándo se acaba tu experiencia.

Lo deciden todo.

Tú sólo has venido a eso.

A experimentar.

A experimentar tu parte, claro.

Porque si hubieras venido a experimentar otra parte, ya la estarías experimentando.

Pero no.

Vienes a experimentar exactamente la parte que estás experimentando.

La tuya.

Ni más ni menos.

Así que compararte (otro patrón mental distorsionado habitual) es absurdo porque cada uno vive su experiencia única, eterna e incomparable.

Cada uno experimenta su parte del todo y entre todos experimentamos todo.

Entre todos experimentamos todas las infinitas probabilidades.

Es como un gran puzzle.

Y la vida decide todo.

El tablero, las fichas y la composición.

Tu único propósito es descubrirte, confiar y soltar para fluir con la vida.

El problema es que tu ego, que te distorsiona la realidad según la percepción que él  mismo ha creado de esa realidad,  se cree que manda él.

Y se cree que el puzzle lo crea él y lo decide él.

Pero no.

Ni manda.

Ni dirige él, aunque se lo crea.

La que dirige es la vida.

La que manda es la vida.

Tú no eres nada.

En realidad, pintas poco.

Bueno, pintas nada.

«En polvo eres y en polvo te convertirás» ¿te suena?

Eres una marioneta de la vida.

Al ego, al control y a la mente humana, esta idea le revienta.

Le duele en el alma.

Pero cuando lo aceptes, conectarás con tu parte más divina.

Cuando lo aceptes, serás TODO.

Porque en la nada, está todo.

Sólo cuando te crees que sabes algo, dejas de saberlo todo.

Porque si sabes algo, no puedes saberlo todo.

Porque «crees» que sabes algo.

Así que mejor no saber nada ni ser nada ( en realidad no sabemos nada de nada de nada).

Entonces es cuando te llega todo.

Cuanto menos te creas, más brillante serás.

El ego es un personajillo que se cree el rey del mambo.

Que se cree que puede controlar lo incontrolable.

Que se cree que puede ser invencible cuando no lo es.

Que se cree que puede decidir cuándo hay que cambiar y cuándo no, cuando el cambio es constante.

Y que se cree que no se va a morir nunca.

Hay seis cosas en la vida que son certezas absolutas y no tienen discusión posible.

Te vas a morir.

Eres inmensamente vulnerable.

Todo, absolutamente todo, es impermanente.

La vida es incertidumbre pura y dura (la seguridad sólo es una ilusión).

La vida es incontrolable (jamás podrás controlar lo que sucede en el exterior, aunque te desgastes en el intento).

Y todo está en transformación constante.

Tú también.

Lo único real es que te transformas.

La transformación ocurre aquí y ahora.

De ahí que la aceptación sea tan y tan poderosa.

Porque si aceptas la constante transformación y no le tienes miedo al cambio vibrarás en sintonía con la vida y te regenerarás constantemente.

Es ahí donde se producen los milagros.

Cada vez sufrirás menos.

Ahí estarás vibrando con la vida y no luchando con ella.

Ahí estarás fluyendo y no resistiéndote.

Si luchas, involucionas.

Si aceptas, evolucionas.

El libre albedrío está en la resistencia.

O lo utilizas todo a tu favor o todo en tu contra.

Poco más puedes hacer.

La vida manda.

Pero la mente te saca constantemente de la vida.

Poniéndole etiquetas.

Quejándose.

Creando expectativas.

Luchando para que no sea la que es.

Luchando para que sea la que debería ser.

Luchando para que sea lo que tendría que ser.

Juzgando lo que es bueno y lo que es malo.

Pero no.

La vida no es nada de todo eso.

Ni está escrito en ningún lugar.

La vida es la que es ( y esto al ego le duele lo que no está escrito)

Ni buena ni mala.

Ni justa ni injusta.

Ni lógica ni ilógica.

Ni peor ni mejor.

La vida es.

Creer que debe ser otra cosa es el pecado original.

Pasa lo que pasa.

Y lo que pasa delante tuyo es para que te des cuenta de lo que está mal construido en tu interior.

Te cabreas con la vida porque quieres que pase otra cosa de la que pasa.

Porque si pasara otra cosa diferente a la que pasa, no te dolería como te duele, así te ahorrarías el dolor.

Pero el juego no va de evitar el dolor.

Va de trascenderlo y subir al cielo.

El ser humano es especialista en escaquearse de sí mismo y está perfectamente entrenado en «evitarse» con tal de librarse de la incomodidad.

Pero no es así.

Olvídate.

La vida no va de «evitarse».

Va de «habitarse».

Pretender que lo de fuera calme lo de dentro es ir en contra de la lógica coherente y Universal.

Es al revés.

Calma tu interior.

Habítate y cada vez te será más fácil aceptar el exterior de forma natural.

Y aceptándolo, ya estarás cambiándolo sin esforzarte ni luchar.

Lo estarás cambiando fluyendo con la vida.

Algunos a eso le llaman magia o suerte.

Pero de magia o suerte tiene poco.

No es magia ni suerte, es aceptación.

Es entrenmiento mental para aprender a vibrar en la misma frecuencia de la vida.

Así que si el jarrón chino se rompe (o lo que sea) puedes hacer dos cosas:

Seguir peleándote con la vida porque ha roto el jarrón chino (o lo que sea) hasta que te mueras.

O bien, parar, respirar, sentir la pérdida, gestionarla, aceptar y fluir, ganando tiempo y vida.

Tú decides si te peleas o fluyes.

La gestión, el tránsito y la aceptación de lo que te sucede en la vida te puede durar pocos minutos y regenerarte rápido como energía qu eres o te puede durar toda la vida y desgastarte constantemente, depende de lo entrenado que estés.

El impacto que te produce la experiencia es el dolor.

La duración que le das a ese impacto emocional, es el sufrimiento.

El dolor no te lo quita nadie.

Pero tú decides la duración.

Tú decides si te rebajas el sufrimiento o te regodeas con él.

El tiempo no cura nada.

Lo que cura es entrenar.

El tiempo sólo te da un espacio temporal para que aceptes la nueva situación.

Lo que cura es la aceptación.

No el tiempo.

Cuanto menos entrenes tu mente, más tiempo necesitarás para aceptar, por tanto más meses o años perderás de plenitud en tu vida.

Si empiezas a entrenar ahora, ganarás tiempo y VIDA.

No vaya a ser que llegues al final de tus días y vivas la amarga sensación de haber perdido tu vida.

Porque ahí ya no la podrás recuperar.

Así que deja que el jarrón chino (o lo que sea) se rompa, acéptalo cuanto antes y sigue viviendo y fluyendo con la vida.

Porque seguro que ella, que lo sabe todo, te traerá más jarrones chinos (o lo que sea)

Rafa Mota

Personal Coach

www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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