Si crees que la vida está para maltratarte, te equivocas.
Y profundamente.
Puedes enjuiciarla.
Pero si lo haces, te consumirás en el infierno.
Y sin bajar a las hogueras.
Lo harás aquí.
En la tierra.
Porque aquí está todo.
Y todo está dentro de ti.
Sólo hace falta que salgas una noche estrellada y mires al infinito.
La inmensidad del Universo y millones de años de evolución sólo para ti.
A tu servicio.
En tu ADN.
Para que hagas y seas lo que quieras.
Eso sí.
Sin juzgar.
Si lo haces, estás fuera.
El Universo no entiende de juicios.
Entiende de energías.
Cuando tomes conciencia de qué va todo esto…
Tu vida dará un giro radical.
Pero radical, radical.
Y tu vida será lo que quieras que sea.
No eres más que un puñado de fotones.
No es ni mucho menos un insulto.
Es un halago.
Eres luz.
Vibrando a una determinada frecuencia.
Y lo que te rodea, tres cuartos de lo mismo.
Y ES lo que ES.
Ya puedes revolcarte de dolor, de rabia, de frustración o de lo que quieras.
Que como no lo aceptes…
No cambiarás de vibración.
Ni evolucionarás.
Y el Universo te traerá una y otra vez lo mismo.
Hasta que aprendas la lección.
Y lo emplees para tu evolución y tu expansión.
Estás aquí para brillar.
Si aceptas, conectas.
Si no, desconectas.
Y la función de la luz precisamente es ésa.
Iluminar.
Así que conecta y harás tu función.
El Universo va de conciencia y energía.
Y no de juicios ni de rollos mentales.
Enjuiciar es etiquetar una experiencia.
Al Universo, lo de etiquetar, ni fu ni fa.
Es más, los juicios le enfurecen.
O le dejan totalmente indiferente.
El Universo hace miles de millones de años que existe como para que venga un neocórtex novato dando juicios a diestro y siniestro.
A decirle lo que está bien y lo que está mal.
Así que no esperes que te ayude si enjuicias.
En cambio, tener conciencia es comprender profundamente tu existencia.
Y desde esa sabiduría, aceptar y entender por qué llega la experiencia.
Porque si te llega es para reordenar precisamente tu existencia.
Y expandirte y evolucionar.
Por si no lo sabes, al Universo le encanta expandirse.
Así que estará encantado de ayudarte.
Pero desde la conciencia.
Por eso, el juicio, te bloquea.
Y la conciencia te dispara.
¿Entiendes ahora por qué aquello de “a Dios rogando pero con el mazo dando”?
Puñetera manía de llevarlo todo al trabajo.
Que no.
Que “el mazo dando” no es trabajar.
Es tener conciencia.
Lo que vives cada día sólo es un intercambio energético.
Un intercambio de vibraciones.
Y el Universo quiere vibrar contigo.
Quiere que te expandas.
Y que te unas a su fiesta.
Para eso te lo pone en bandeja.
Pero el que eliges, siempre eres tú.
El cielo y el infierno están aquí.
En la tierra.
Que vivas uno u otro depende de ti.
Y de tu vibración.
Si vibras alto, atraerás abundancia, éxito, triunfo, agradecimiento, paz, serenidad, tranquilidad y todo lo que se mueve por arriba.
Si vibras bajo, atraerás sufrimiento, carencia, ansiedad, miedos y todo lo que se mueve por abajo.
Así que, ya ves, la cuestión sigue siendo la de siempre.
Arriba o abajo.
El cielo o el infierno.
Pero ahora sólo depende de ti.
De nadie más.
Si quieres el cielo, eleva tu vibración.
Pero para ello has de hacer lo siguiente ( si quieres, claro):
Olvídate del exterior.
Acepta lo que te viene.
Sin juzgar.
Sin opinar.
Sin creer nada.
Sólo vive y siente.
No te resistas a lo que ES.
Observa y respira.
Utiliza la experiencia para trabajar tu interior.
Toma conciencia para comprender tu existencia.
Suelta tu ego.
Escucha tu corazón.
Y recupera tu esencia.
Te alejarás del infierno.
Y tocarás el cielo.
Tú solito.
Sin ángeles ni demonios.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com