No dejes que un pensamiento te amargue la vida.
Porque sólo es eso.
Un pensamiento.
Tú eres mucho más que una red neuronal.
Sólo que nadie te lo había dicho.
Al menos yo, durante años y años creí que no tenía poder de elección.
Que pensaba lo que pensaba.
Sin más.
Pero ahora sé que no es así.
Que pienso lo que quiero.
Como quiero y cuando quiero.
Cuando vas al supermercado y ves las cajas de frutas allí expuestas, ¿qué haces?
Eliges las piezas que más te gustan ¿no?
Pasa lo mismo con las películas cuando vas al cine.
¿O entras a ver una que te la repatea?
Pues con los pensamientos, lo mismo.
Tú siempre eliges.
O tú les eliges a ellos o ellos eligen tu vida.
Tú decides.
O tú o ellos.
En realidad, siempre estás creando.
Pero si eliges lo que piensas, creas lo que quieres.
Y si no sabes lo que eliges, creas lo que puedes.
Esa es la diferencia.
El secreto es la conciencia.
Ser consciente de lo que piensas y cambiarlo.
Si piensas en blanco y negro, tu vida será en blanco y negro.
Si piensas en color, tarde o temprano, tu vida será de colores.
Según sea tu creencia, será tu vida.
La vida que vives es el efecto visible de la causa invisible.
Y la causa invisible es el pensamiento.
O la creencia o conjunto de creencias.
Como quieras.
La vida no se cree.
Se vive.
Se fluye.
Y para fluir no hay que pensar.
Ni creer, ni juzgar.
Hay que sentir.
Y si piensas, que seas para volar.
No para hundirte en la miseria.
Así que a partir de ahora, cuando hables y empieces diciendo “ yo creo…”
Cuidado.
Porque ya estás poniendo en marcha toda una maquinaria de creación a tu servicio.
Así que yo te diría:
Ya que te pones, ponte bien.
Y crea lo que quieras.
Y si me dices que es imposible o es muy difícil.
Pruébalo.
No tienes nada que perder.
Sólo horas y paciencia.
Haz como los grandes campeones olímpicos.
Si quieren medalla, han de entrenar.
Y si no son cien mil.
Son dos cientos mil saltos.
Observa tus pensamientos.
Y no te los creas.
Ni los des por válidos.
Si piensas A.
Y no te gusta.
Cambia a uno que te guste.
Que te haga vibrar.
Y que lo sientas.
Hazlo.
Cada vez que lo “caces”, cambia.
Y cambia.
Y cambia.
Y cambia.
Y vuelve a cambiar.
Si hace falta cien mil veces, lo haces cien mil veces.
¿Cuántas crees que habrás repetido el pensamiento que no te gusta desde que naciste?
Te aseguro que unas cuantas más.
Ahora te toca compensar.
Si lo que quieres es cambiar.
Así que ya lo sabes.
Como nos decían cuando éramos pequeños.
Crea, pinta y colorea.
(pensamientos)
Que es tu vida.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com