A mí personalmente nunca me ha gustado el chocolate.
La gente se extraña.
Pero mira, no me gusta.
¡Qué le vamos a hacer!
Y hoy precisamente, comiendo en un restaurante se me ha ocurrido una metáfora para explicarte tus reacciones automáticas e inconscientes.
Así que quiero escribirte sobre las famosas expresiones que todos conocemos más que sobradamente.
Las típicas de: “es que me saca de quicio…” “es que no puedo con él (o ella)..” “es que me tiene hasta los mismísimos…” “ es que no la puedo ni ver..”
O peores.. “ es que lo estamparía contra la pared…” “ es que lo mataría..”
Y de ahí, al insulto o a enviar a donde todos sabemos.
En fin…
¿Quién no lo ha dicho alguna vez?
Pues bien, hoy vas a cambiar la percepción para que ya nadie se tenga que ir a paseo.
O a otra parte más desagradable.
Y para que puedas “ver” a todo el mundo.
Y tú en lugar de acabar de los nervios y desquiciado.
Te quedes en paz y conserves toda tu energía.
Porque si lo que pretendes es alcanzar la serenidad, la armonía y la paz interior, lo primero que has de aprender es a no desgastarte energéticamente.
Y la reactividad es el desgaste personificado.
Cuando notes que empiezan a llegar los demonios, párate.
Respira profundamente y mantente en tu círculo.
Claro que cuesta! (lo anormal sería que no te costara).
Porque las reacciones automáticas vienen con una fuerza descomunal.
En el círculo de ahí afuera la gente puede hacer, pensar o sentir lo que le dé la gana.
Esa es la primera premisa que has de tener en cuenta.
Otra cosa es que esté justificado o no.
Pero aquí no se trata de juzgar desde el rechazo y la reacción.
Se trata de aceptar desde la sabiduría.
Cada uno viene de un padre y una madre completamente diferentes a los tuyos y han creado una percepción del mundo completamente diferente a la tuya.
Tú eres un universo.
Y ahí afuera, hay millones de universos.
Muy parecidos a ti, pero con máscaras absolutamente diferentes.
Con sus padres, con sus creencias, sus heridas emocionales, sus carencias afectivas, sus familias y sus historias.
Y lo que sale por la boquita de ese universo tiene más relación con el pasado que con el presente.
En el ahora, no hay reacción.
Hay paz y serenidad.
En el ahora no hay conflicto.
Por raro que te parezca.
La reactividad viene porque la persona está funcionando con patrones del pasado.
Las personas más desagradables y más reactivas son las que más dolor acumulan en su interior.
Así que, todas esas reacciones de ira, miedo, inseguridad, tristeza, frustración, ataque y las que te puedas encontrar nada tienen que ver contigo.
Tranquilízate y respira.
El exterior es neutro.
Lo que digan, lo que piensen, lo que sientan o lo que hagan, lo harán igual.
Estés tú o no.
Porque como te he dicho, no eres tú el objeto de su inconsciencia.
Son ellos mismos.
Sus reacciones o comportamientos te pueden gustar o no.
Pero una cosa es que no te gusten.
Y otra es reaccionar.
Y entrar en el comportamiento automático e inconsciente.
Y en algunos casos, salvaje.
A ti te puede no gustar el chocolate.
De acuerdo.
Pero cuando vas a comer con alguien y de postre elige chocolate, no le montas un “pollo” monumental por elegir postre de chocolate.
Con decir que tú no quieres.
Que tú prefieres otra cosa, listo.
Y si tan desagradable te resulta ver comer chocolate.
Te levantas y te vas.
Tranquilamente.
Pero no te descompones exigiéndole y pidiéndole explicaciones al otro de porqué come chocolate.
En la vida, pasa lo mismo.
Lo que te hace reaccionar no son los demás.
Es tu grabación emocional, tu carencia afectiva o tu necesidad la que te hace saltar a la yugular.
Por eso se te encienden las alarmas y entras en comportamiento autómata que no puedes controlar.
No son los otros, los que se han de ir a paseo.
Eres tú que has de encontrar tu foco de reacción.
Preguntarte porque te molesta tanto que no te valoren, no te respeten, no te entiendan, no te escuchen, no te protejan o que no te quieran.
O que te abandonen, te ninguneen, no te tengan en cuenta o no pongan los límites que has de poner tú.
Reaccionas porque estás esperando que los otros hagan algo por ti.
Y eso no sucederá.
Tú has de sanar ese foco y encontrar tu particular oasis de tranquilidad.
Porque ahí afuera la gente seguirá comiendo chocolate.
El problema es que a ti, en un pasado o te dejaron sin chocolate o te hartaron.
Simplemente es eso.
Así de fácil y sencillo.
La reacción “lo envío a paseo (como mínimo)” te lleva directamente a la frustración, la rabia, la reactividad, la ansiedad y el estrés.
Por una sencilla razón.
Te estás ninguneando a ti mismo.
Estás poniendo todo tu bienestar en manos de los demás.
Y ahí está fuera de tu control.
Cuando decides comprender desde donde actúa el otro y aceptarlo.
Y entender que lo que te hace reaccionar no es el otro, sino tus propias carencias, estás asumiendo todo tu poder.
Con solucionarlo, se acaba el problema.
Directamente te vas a la paz interior, la serenidad y la tranquilidad.
Sin gastar ni pizca de energía.
Y sin enviar a nadie a paseo.
¡Mira qué fácil!
Porque todo está en ti.
No en el chocolate.
Porque para ser feliz, el chocolate es lo de menos.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com