Desde tus inicios, tu mente aprendió a crear una estrategia.
Una estrategia basada en la búsqueda exterior.
Primero, la supervivencia.
Oxígeno y comida.
Después, la búsqueda de reconocimiento.
Abrazo, amor y aceptación.
Empezaste a buscar lo que tu mente entendía como «vida» ( la aceptación y el reconocimiento) y a huir de lo que tu mente entendía como «muerte» ( el rechazo y el olvido), sin darte cuenta de que la auténtica y única vida era la que llevabas encima.
Sin ser consciente de que tú eras la vida verdadera.
Si te amaban, ERAS y «vivías».
Y si no lo hacían, NO ERAS, y «morías».
Si te amaban, te chutabas con AMOR.
Y si no lo hacían, te dopabas con el MIEDO.
Tanto en uno como en otro te chutabas y dopabas.
Te dormías lentamente.
En realidad, tanto en uno como en otro, tu verdad y tu autenticidad morían lentamente.
Así fuiste creando tu red de protección.
Así te fuiste adulterando.
Así fuiste creando tu «búnker» de supervivencia.
Así te fuiste «falseando».
Así fuiste creando un container lleno de creencias, pensamientos, opiniones y juicios, la mayoría de ellos, obsoletos, caducos y disfuncionales sin rastro de VERDAD.
Lo que te daba «vida» estaba bien.
Lo juzgabas como bueno.
Y lo que te «mataba» estaba mal.
Lo juzgabas como malo.
Así, sin enterarte, entraste en el secreto de este juego.
Entraste en la desgastante dualidad.
Con tal de conseguir amor y aceptación y huir así del rechazo y del dolor, hacías lo que hiciera falta.
Aunque para eso tuvieras que negarte.
Aunque para eso tuvieras que arrastrarte.
O aunque para eso tuvieras que traicionarte o apagarte.
Y así fue como negando tu miedo a no ser aceptado, negándote a ti mismo, a tu esencia más profunda, construiste en tu mente un verdadero muro de contención para protegerte.
Una muro de resistencia a la VERDAD, a tu vulnerabilidad.
Que, en realidad, lo único que hizo fue separarte de la vida.
De la abundancia.
De la plenitud.
De la libertad.
Y de la calma.
Una red de protección que alteró tu visión, tu misión y tu propósito.
Te fuiste alejando de tu alma.
Te fuiste llenando de tu ausencia y mataste tu presencia.
Te fuiste acercando a la aprobación de los demás.
Con el dolor inmenso e inconsciente que conlleva perder tu libertad.
Dolor que, todavía a día de hoy, no eres consciente de lo que pesa y lo que carga.
Te fuiste alejando de tu corazón.
De tu talento.
De tu sabiduría.
De tu SER.
Te abandonaste y te perdiste.
Tanto fue el cántaro a la fuente que la final te lo creíste y ahora no sabes ni quien eres.
Cada vez que te amaban, saltabas de alegría.
Y cada vez que te abandonaban, morías de tristeza y de melancolía.
Te convertiste con el tiempo en una veleta emocional.
Ahora sí.
Ahora no.
Ahora me quieren.
Ahora no.
Ahora estoy bien.
Ahora estoy mal.
Ahora me río.
Ahora me deprimo.
El poder y el valor de tu alma lo dejaste a la suerte de la opinión y la acción de los demás.
Te amaban, te valoraban, te comprendían, te respetaban, te aceptaban, te reconocían y te daban lo que necesitabas, eras la inspiración y la felicidad.
Te abandonaban, te rechazaban, no te comprendían, no te valoraban, te ninguneaban o no te daban lo que necesitabas, eras la reacción y la infelicidad.
Te has pasado toda la vida en juego virtual.
Te has pasado toda la vida deshojando una margarita que única y exclusivamente, dependía de lo que te decían y te daban los demás.
Y la vida, que es muy lista y muy sabia, ahora te ha puesto en tu lugar.
Ahora estás «jodido».
Frustrado.
Triste.
Depresivo.
Rabioso.
Ansioso
Cansado.
Insatisfecho.
Dormido.
Pasota.
Indignado.
Desgastado
Asqueado.
Harto de vivir tu propia falsedad.
Harto porque un día olvidaste que tú eras la VERDAD.
Que estés mal, muy mal o destruido para tu esencia es una buena señal.
No estás al final de nada, como tu mente se cree.
Estás al comienzo de todo.
Estás al comienzo de la aventura de tu alma.
Estás a las puertas de la verdad.
Lo que se te ha caído es un mundo basado en la búsqueda exterior.
Un mundo falso y virtual.
Ahora es cuando realmente podrás empezar a respirar.
Sin temer a que te rechacen o te abandonen.
Sin temer a que no te acepten.
Sin temer a que no te comprendan.
Sin temor a «morir».
Porque si hay algo que siempre estuvo ahí.
Siempre permanece.
Y pase lo que pase, siempre vuelve a resurgir son tu alma y tu verdad.
Si hay algo inmutable, eterno y poderoso eres TÚ.
Y a ti es donde has de llegar.
A ti es a quien has de reconocer, amar y aceptar.
Haciéndolo dejarás de necesitar para empezar a compartir.
Empezarás a dejar de esperar a recibir para empezar a dar.
Empezarás a soltar la necesidad de “chutarte de vida” desde el exterior para SER VIDA desde el interior.
Dejará de importante la gran mentira de tu ego para permitir que brote la gran VERDAD de tu alma.
Que es la única que ha habido en tu historia, pero que siempre ha estado negada y escondida por el miedo a no ser aceptada.
Así que si tu mundo se ha derrumbado, bienvenido sea el derrumbe.
Quizá ya sea hora de que muera tu mentira y tu VERDAD empiece a renacer.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com
No puedo sentirme mas reflejada en este momento…Gracias por escribir tan bonito
Eres muy grande Rafa. Enhorabuena por el artículo. Gracias por ser y estar. Un fuerte abrazo