Entraste en este planeta sabiendo tres cosas.

Que venías a experimentar durante un tiempo para después irte.

Es decir, que estarías de paso, ni más ni menos.

Que todo se transforma y nada es para siempre.

Precisamente por eso tu forma es temporal.

Sería algo así como que eres energéticamente eterno pero terrenalmente caduco.

Y que a quien venías a experimentarte era a ti mismo.

Venías a vivir precisamente tu vida.

Exactamente la que estás viviendo.

Ni la del vecino.

Ni la de tu amigo.

Ni la de tu padre.

Ni la de tu madre.

Ni la de nadie.

La tuya.

Es muy simple.

Venías a vivirte a ti.

No a los demás.

Por tanto lo único que te pide la Energía, el Universo o Dios, que es quien te ha metido en este juego, es que la vivas.

Que te experimentes a fondo.

Con todo lo que conlleva.

Estés como estés.

Sientas lo que sientas.

Que la experimentes.

Que la aceptes.

Y si quieres cambiarla, que la cambies.

Pero primero, que la aceptes.

Para eso te dio libre albedrío.

Para poder elegir cómo vivirla.

Y no sólo te dio libre albedrío sino que además te dio todas las herramientas necesarias para vivirla en paz, armonía, serenidad y abundancia.

Te lo dio TODO.

Te dio la energía, la oportunidad de la experiencia, las herramientas y el libre albedrío.

Bueno, no es que te lo diera.

Es que lo eres TODO.

Eres ENERGÍA universal.

Eres inspiración, originalidad, sabiduría, talento, inteligencia, abundancia, imaginación, genialidad y autenticidad.

Eres información.

Eres evolución con miles de millones de años en tu adn.

Eres cerebro pensante, la maquinaria más prodigiosa conocida hasta ahora en el universo para enfocar, crear, soñar, planificar, dirigir, priorizar, decidir, pensar, reflexionar y ser consciente.

Eres cerebro incosnciente, con una capacidad asombrosa e infinita de almacenar y procesar datos.

Eres mente, que con un cerebro bien entrenado te conduce directamente a la magia de la creación.

Eres pura emoción, para sentir, adaptarte al medio y evolucionar.

Eres cuerpo y respiración, para tener una forma prodigiosa donde experimentar y vivir.

Y eres espíritu, eres SER.

Padre, hijo y espíritu santo.

La santísima trinidad.

Energía, experiencia y Ser.

Todo.

Eres y lo tienes todo.

Eso sí, sólo hay una condición.

Consciencia.

Sin ella, es completamente imposible vivir esta experiencia desde este paradigma creador.

Porque no la vives tú.

La vive tu piloto automático.

Y ahí pierdes todo tu poder.

Absolutamente todo.

Porque eres esclavo sin saberlo de tu inconsciente, de la historia grabada en tu mente, de tu sistema de creencias y de tus pensamientos totalmente distorsionados que te hacen percibir una realidad que nada tiene que ver con la que realmente es.

La juzgas, la piensas, la interpretas, la etiquetas, la tergiversas y reaccionas.

Reaccionas una y mil veces buscando culpables y poniendo siempre el foco fuera.

En los demás.

Sin asumir la entera responsabilidad de tu vida, que es lo único qu ehas venido a vivir aquí.

Tu vida.

Luchas, te enfadas, rabias, lloras, maldices, te quejas, gritas, peleas, discutes…

Porque no te gusta lo que ves.

Ni te gusta ni lo aceptas.

Por eso reaccionas.

Por eso lo quieres cambiar.

Porque te duele.

Porque te jode.

Porque te incomoda.

Porque te descontrola.

Porque te hace sentir mal.

Porque te hace sentir vulnerable.

Porque te hace sentir nada.

Pero pretender cambiar algo que no depende de ti es ir directo al sufrimiento.

Si tienes heridas ( que no son más que el resultado de una percepción de la vida distorionada) tú te las has de sanar porque son tuyas.

Es tu historia.

Es tu vida.

Es tu existencia.

¿Quien sino ha de sanarte tu existencia?

Pretender que los demás te salven es menospreciar tu poder y olvidarte de ti.

La vida te dio el poder a ti.

La vida te dio la oportunidad a ti.

Y te dijo que te vivieras a ti.

No te dio esta oportunidad para venir a cambiar a los demás.

Los demás han venido a vivir la suya.

Y si les toca evolucionar y cambiar, cambiarán solitos ( o no, y se irán sin haber cambiado).

Pero no lo harán porque tú se lo digas.

Pretender cambiar a los demás para que no te hagan sentir vulnerable es amor tóxico.

No hay nada más tóxico, egoísta y distorsionado que exigir a alguien que sea quién no es, quién no sabe, quién no puede o quién no quiere para que tú no sientas lo que sientes.

Y si hay algo que sobra en este planeta es amor tóxico.

Y hace mucha falta amor sano.

AMOR en mayúsculas.

El respeto máximo por la vida y por el ser humano.

Amor sano es darte la oportunidad de existir y darte cuenta de que estás aquí.

Amor sano es darte la libertad de experimentar y sentir, sea lo que sea, incluso tu propio dolor y tu propia vulnerabilidad sin necesidad de que nadie te lo calme

Amor sano es permitirte el placer de conectar contigo y con tu verdadera energía, conociéndote, siendo auténtico y original, convirtiéndote en un experto en ti mismo, perdonando tu vida y tratándote con la máxima ternura y compasión.

Amor sano es darte el derecho de protegerte y de poner límites en tu vida.

Amor sano es respetarte, valorarte y amarte por el mero hecho de SER y de existir.

Amor sano es darte el divino privilegio de experimentarte y crearte a ti mismo en cada decisión que tomes en tu vida.

Amor sano es DAR por el gustazo y el lujazo de DAR, sin esperar a recibir.

Amor sano es vivir, SER y existir en paz contigo mismo y con los demás.

Esto es generosidad auténtica y amor completamente sano.

Esto es LUZ.

Esto es vivir tu vida.

Esto es experiementarte en el amor.

Esto es lo que la mayoría llaman egoísmo.

Olvidándose de una cosa.

Que sólo cuando respetas, amas y experiementas plenamente tu vida (aunque al principio duela), puedes respetar y amar la de los demás.

Alguien nos distorsionó.

Alguien nos contó mal la historia.

Y lo peor no es que nos la contaran mal.

Lo peor es que nos la creímos.

Porque al creérnosla dejamos de existir y desaparecimos.

No fuera que nos llamaran “egoístas”.

Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

Deja un comentario