No sé si de vez en cuando te paras a pensar por qué tu vida es como es.

Y qué es lo que impide que sea mucho mejor de lo que es.

Si, ya sé.

Supongo que te lo impide lo de siempre.

El condicional.

El “si”

Si tu pareja te hiciera más caso.

Si tuvieras más clientes.

Si en el trabajo te respetaran.

Si tu jefe cumpliera con sus obligaciones.

Si tuvieras más dinero.

Si estuvieras mejor de salud.

Si tu hijo te quisiera más.

Si te dejaran en paz los de tu alrededor.

Si comprendieran que tú también estás agotada.

Si no tuvieras las deudas que tienes.

Si tuvieras más tranquilidad o no tuvieras ese vecino “tocahuevos”

Si no tuvieras ese miedo que no te deja dar un paso.

Y si…

Si..

Si…

Si no fuera por eso…..¿verdad?

¡Qué vida de película!

¿A que si?

En realidad, es algo tan absurdo como decir:

Es que si no fuera por la vida, ¡qué vida tendría!

Si el mundo no fuera como es, ¡qué mundo tendríamos!

Pero si el mundo es como es, es precisamente por algo.

Si no sería de otra manera.

Y yo  pregunto…

¿Y si fuera al revés?

¿Y si precisamente fuera por eso?

¿Y si precisamente fuera eso que no te funciona la información necesaria para que la vida te funcione?

¿Y si resulta que no fuera lo que te pasa sino tu resistencia a lo que te pasa lo que impide que tu vida sea mejor de lo que es?

Quizá si dejaras que la vida te trajera lo que te mereces y lo más perfecto para ti, otro gallo cantaría.

¿Porque tiene que ser siempre como tú crees?

¿No es más lógico pensar que la vida, que lleva muchísimos más años que tú, es quien te ha de marcar el camino?

¿No será que la vida te muestra ahí fuera lo que está mal construido dentro, en tu cerebro?

Es de cajón.

De lógica aplastante.

Sólo por los años que lleva (“sólo” cinco mil millones de años más que tú) la tendrías que respetar un poco más y no ningunearla de esta manera.

Cada vez que dices que no debería ser así, le estás faltando al respeto.

Cada vez que piensas, sin ser ni sentir, estás pasándote por el forro miles de millones de años de evolución.

Cada vez que juzgas, te alejas de la vida y te acercas al miedo.

Nunca juzgues nada.

Puede que ahí esté la magia que tanto estás buscando y puede que la vida te sorprenda.

¿Quién te dijo que sabes más que ella?

¿No será que al “creer” que sabes más que ella te vas de tu centro y te distorsionas?

La vida sabe tanto, tanto de lo suyo (vivir, evolucionar y expandirse) que,  sólo habría que dejarse llevar.

Poco más.

Conocerse, gestionarse, enfocar y dejarse llevar.

En realidad, tú eres ella.

Si te dejas y no te resistes, tú ya eres la vida.

Fluye constantemente a través de ti.

Tus células cambian.

Tu corazón late.

Tus órganos funcionan.

La sangre corre por tus venas.

Tu respiración funciona.

Todo “vive” sin que te enteres.

No haces nada y estás vivo.

Todo pasa sin ti.

Porque llegaste aquí siendo eso.

Y lo sigues siendo.

VIDA.

Tendrías suficiente con dejar que toda esa información que llevas dentro se manifestara en este mundo sin esfuerzo y crear así, tu camino natural.

Pero te resistes porque no te lo acabas de creer.

No puede ser tan sencillo (pensamiento).

La vida ha de ser dura y sacrificada (pensamiento)

No puede ser verdad (pensamiento)

¿Y si no es verdad y lo pierdo todo? ( pensamiento)

Todo es pensamiento.

El problema empieza en tu minuto cero.

Cuando entras por la puerta de tu madre.

Ahí empieza tu relación íntima con el MIEDO.

Con la necesidad de CONTROL sobre la vida.

Con el pensamiento.

Sólo entrar dejas de ser vida para empezar a ser pensamiento.

Empiezas a distorsionarte.

Cuando de recién nacido empiezan a “inyectarte” MIEDO.

El MIEDO a SER.

Dejas de SER para creer ser, que nada tiene que ver.

El MIEDO a sentir.

Vas dejando de sentir, para empezar a pensar.

El MIEDO a fluir.

Vas dejando de fluir, para empezar a gustar.

El MIEDO a no ser lo suficiente.

El MIEDO al error.

El MIEDO al abandono.

El MIEDO a la falta de amor.

El MIEDO, MIEDO, MIEDO….

Lo que lleva a la anulación del SER.

El MIEDO a la propia transformación.

Y la vida es pura transformación.

Todo es MIEDO a la vida.

MIEDO a lo que SOMOS.

Ahí empieza la verdadera distorsión.

Como vulgarmente se dice, y perdón por la expresión  pero es la que primero me viene a la mente, “nos la meten doblada por detrás, nunca mejor dicho“( porque va directamente al reptiliano, por la nuca)”.

En los doce primeros años de vida, tu cerebro funciona en inconsciente.

Los dos primeros, en ondas DELTA, que es estado de sueño REM, inconsciente profundo las veinticuatro horas del día.

Los cinco siguientes, en ondas THETA, que es ese estado que consiguen sólo los grandes meditadores, también inconsciente profundo.

Y hasta los doce, en ALFA, que es ese estado en el que entras en una respiración guiada, o cuando te quedas embobado viendo una peli o leyendo un libro donde parece que no existan ni el tiempo ni el espacio, en inconsciente a puertas ya del consciente.

Podríamos decir que en tus doce primeros años de vida tu cerebro celebra los años de “puertas abiertas”, donde entra todo.

T-O-D-O.

Pensamientos, creencias, emociones, reacciones, comportamientos, carencias, grabaciones, traumas..

Todo.

De todos y de todo.

Es una impresionante  programación mental  durante doce años basada en el MIEDO y el CONTROL.

Precisamente en aquello que no eres.

Sin saberlo te programas (o te programan)

Y ahí se cierran las puertas.

El periodo de “puertas abiertas” se acaba y empieza un largo periodo (toda tu vida) de puertas cerradas.

Con el miedo, el control y la distorsión metidos dentro.

Bien adentro.

Tienes un cerebro brutalmente prodigioso y preparado pero con unos pensamientos y unas conexiones obsoletas, limitantes y caducas.

Es como disponer de un megaordenador cuántico de última generación pero con programas  prehistóricos instalados.

Exactamente eres eso.

Un SER global, universal y divino pero con una programación mental humana y limitada.

Y a partir de los doce, ya con tu cerebro bien cerradito, creces y montas toda tu vida con “esto” metido en tu cerebro más profundo.

Tomas decisiones ( el noventa y seis por ciento son inconscientes) según tu programación mental aprendida.

Estudios, trabajos, parejas, amigos, relaciones sociales….

O sea que toda tu vida se crea en base a una percepción bastante distorsionada y alejada de la realidad de la vida y el Universo.

Resulta que creas sin enterarte una vida basada en  la anulación personal, la culpabilidad, la autoexigencia, el miedo a fallar, el nulo respeto hacia ti mismo y hacia la vida, la búsqueda constante del control y del orden, el miedo al abandono, el miedo a la soledad, etc, etc…

Y a medida que vas haciéndote mayor, como lo único que haces es reprogramarte más y mejor repitiendo una y otra vez lo mismo, tu vida cada vez se aleja más de lo que realmente pide tu esencia.

Y ahí empieza tu “mala suerte”.

Lo único que hace la vida es recordarte, mediante personas, circunstancias y situaciones que vas por mal camino.

Que te estás yendo.

Te recuerda constantemente lo que eres.

Pero como estás programado en lo que no eres.

Te cabreas y te resistes.

¿Y si resultara que lo que ves ahí afuera manifestado sólo es el resultado de la programación, que sin saber, tienes desde hace muchos años en tu cerebro?

¿Y si la vida te estuviera dando la señales necesarias para que tuvieras la oportunidad de cambiarla y tener una vida mucho mejor de la que tienes?

¿Imaginas?

¿Y si precisamente fuera por eso?

¿Por eso que tan poco te gusta?

Muy probablemente la vida funcione al revés de cómo nos la contaron.

El problema no es la vida.

La vida es perfecta.

El problema es que nos lo creímos y la distorsionamos.

Rafa Mota

Personal Coach

www.rafamota.com

 

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

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