Ahora que ya estás dentro del juego de la vida, sólo has de empezar a jugar.
En realidad, jugar es muy fácil.
Pero que muy fácil.
Tanto, que parece imposible.
Mira si lo es, que en realidad no has de hacer nada.
Sólo vivir.
El problema es que nos hemos apartado tanto de nuestra esencia, que la distorsión mental en la que estamos inmersos no nos deja vivir.
O al menos, vivir de acuerdo con nuestro verdadero potencial.
Visualiza un punto cero.
El de tu inicio.
El de tu nacimiento.
En ese punto, cuando llegas aquí, inicias un camino, que debería ser en línea recta, hacia adelante y sin escorarte demasiado hacia los lados, con el único propósito de experimentarte a ti mismo como ser humano.
Con el propósito de vivir y experimentar tu vida.
Sólo eso.
Y como la energía es tan perfecta se te concede todo lo necesario para vivir esta experiencia.
Al entrar se te da una mochila con todo el kit de herramientas.
Si utilizaras eficientemente este pack este camino debería ser placentero y jamás te escorarías hacia los lados.
Porque estás perfectamente preparado para todo.
Sea agradable o desagradable.
Para T-O-D-O.
Otra cosa es lo que te hayan hecho creer.
O lo que te hayas alejado de tu camino original.
Eso es otra historia, que ya te contaré más adelante.
Pero llegas aquí con todo integrado de serie y preparadísimo para la experiencia.
Repasemos el kit.
Tus herramientas:
Una.
La respiración.
La puerta del cielo en la tierra.
Esa gran herramienta de gestión personal, emocional, mental y corporal que la gran mayoría desconoce.
Te sirve para todo.
Ya te lo explicaré alguna noche de éstas.
Dos.
Las emociones.
Tristeza, miedo, rabia, asco, sorpresa y alegría.
Son tus verdaderas amigas y tu gran gps en esta aventura.
Y son las únicas que te acompañarán desde el primer día hasta el último.
Hazles caso.
Tres.
El cuerpo.
Sabiduría pura, conectado a tu inconsciente y con un mecanismo magistralmente concebido para darte señales y encender la voz de alarma a la mínima que te separes de tu sendero original.
Que no le hagas ni puñetero caso y no escuches esas señales no significa que no te de señales.
Sólo significa que no le haces ni puñetero caso.
Y la respiración consciente es lo primero que te conectará con el cuerpo y te llevará a escucharlas.
Lo segundo, la atención consciente.
Pregúntate a cada instante: ¿ donde está mi atención? ¿ aquí y ahora o en algún lugar imaginario que no ha existido ni existirá jamás?
Cuatro.
La mente.
Esa red invisible de información ancestral y consciencia universal a la que cada célula de tu cuerpo está conectada y que te permite acceder a la sabiduría del Todo.
Claro que para acceder a ella has de estar conectado.
Y conectado significa saber que existes tú, la respiración, la emoción, el cuerpo y el Todo, que sería la parte más espiritual de ti.
Y significa reconocer todas esas partes, gestionarlas perfectamente, convertirte en el director de esa gran orquesta con una visión lo suficientemente trascendente para comprender que todo es parte de un juego mucho mayor y desde ahí, sin que se interponga el pensamiento, confiar en la vida, soltar y dejar que tu experiencia siga su curso tranquilamente.
Vamos, todo un máster del Universo, nunca mejor dicho.
Más que nada porque tú eres el Universo.
Cinco.
El cerebro (que como ya sabes, no es la mente).
El órgano que dirige la orquesta con sus dos hemisferios, que es una maravilla del Universo y te puede llevar al cielo o al infierno en un solo microsegundo.
Imagina, crea, visualiza, enfoca, planifica, piensa, reflexiona, controla todas las constantes vitales, genera toda clase de impulsos eléctricos liberando neurotransmisores para que todo esté atendido a cada instante, y que vela por ti a cada instante de tu vida.
En este apartado yo cambiaría aquella frase tan famosa “ una palabra tuya bastará para sanarme” por “un solo pensamiento tuyo bastará para sanarte”.
Empieza a cambiar conscientemente tus pensamientos automáticos y tu vida, tarde o temprano, cambiará.
Seis.
La consciencia.
Esa capacidad que te permite reconocerte a ti mismo y a todo lo que te rodea.
Ni más ni menos que tu capacidad de ser Dios.
De salirte de tu jaula, elevarte y mirarte desde arriba para darte cuenta de los automatismos en los que estás metido y desactivarlos.
Si no observas tu vida, no la puedes cambiar.
El primer paso para cambiarla es “verla”.
Por eso es tan fácil opinar y cambiar la vida de los demás.
Porque la “ves”.
Y siete.
Tu subconsciente.
Tu Dios particular.
Tu cajita negra.
Donde está almacenada toda tu vida, hasta la última micromillonésima de segundo, y donde has de acceder para poder sanar toda tu experiencia.
Con todas estas herramientas eres el Dios personificado aquí en la Tierra.
La divinidad hecha experiencia.
Lo de arriba venido aquí abajo.
No necesitas más.
Pero como eres un SER extraordinario, todavía hay más.
Estas primeras son las necesarias para vivir una experiencia como “Dios manda”, nunca mejor dicho.
Las siguientes son las que necesitarás para desarrollar tu segundo propósito.
El de crear tu propia vida, tu propio universo y tu propia luz y desde lo mejor de tu individualidad ayudar a cocrear un mundo mejor y una vida colectiva mucho más iluminada.
Serían las siguientes.
Una.
Tu sabiduría interna.
La que te conecta a la mente universal y te marca el camino.
Es esa intuición.
Esa inspiración.
Ese “algo” que te dice por dónde has de seguir.
Por dónde has de buscar.
Por dónde has de continuar cuando estás estancado.
Ese algo que te dice que lo que tienes delante es verdadero.
Ese algo que “huele la verdad”.
Ese sexto sentido que te conecta con la esencia.
Y que ni se estudia, ni se encuentra, ni se compra.
Se tiene.
Se sabe.
Es parte del kit.
Es algo innato que hay en ti que cuando realmente estás conectado, nunca falla.
Es la conexión con tu alma.
Es pura energía.
Y aunque ahora mismo estés pensado que tú no tienes “ese algo”.
Lo tienes.
El problema no es que no lo tengas.
El problema es que estás a años luz de tu punto cero u origen.
Y entre ese punto donde existen estas herramientas y el punto donde estás ahora hay montañas de basura tóxica.
Ese es el problema.
No tú.
Tú no tienes ningún problema.
Tú eres un milagro.
Pero tan lleno de residuos que pasas desapercibido.
¿Cuántas veces a lo largo de un día dices “no sé”?
Cada vez que dices “no sé” están ninguneando tu existencia.
Porque lo sabes todo.
Escúchate y lo sabrás.
Dos.
Tu talento.
Esa capacidad.
Esa habilidad.
Esa creatividad innata.
Ese don con el que viniste y que está esperando a ser descubierto para que puedas encender tu luz y desde ahí empezar a brillar y crear tu propio Universo.
Y lo tienes, aunque creas que no.
Lo tienes.
Pasa lo mismo como con la sabiduría.
Está enterrado.
Es tuyo.
Sólo tuyo.
Ni el que te dijeron.
Ni el de tu padre.
Ni de tu familia.
Ni de nadie.
Es tu sello particular.
El objetivo de tu vida trata de descubrirlo.
Está claro que en la vida no podrás lograr ser todo.
Ni todos servimos para todo.
Ni ese es el propósito.
Servimos para una cosa.
Quizá para más.
Pero sólo hay una que hará que despiertes y actives tu expansión.
Y ese talento está ahí dentro latente esperando para salir.
Es ese algo que te diferencia de los demás y te da tu toque de originalidad y autenticidad.
Si lo descubres, crecerás sin poder evitarlo.
Te expandirás como el Universo.
Este es tu segundo propósito en la vida, aparte de vivir.
Utilizar todas las herramientas y todos los recursos que la vida te ha dado para ponerlos al servicio de tu talento y así poder crear una experiencia extraordinaria que pueda iluminar a los demás y al mundo en general.
Ese es el objetivo y el propósito.
Porque la vida no trata ni de recibir ni de esperar.
Recibir sólo es una consecuencia.
La vida trata de dar.
Dar desde tu conexión con el Todo.
Dar desde tu talento.
Dar desde tu luz.
Y cuando lo hagas desde ahí, no te preocupes.
El Universo te lo devolverá.
Porque en realidad, te lo estás dando a ti mismo.
En el origen, todo confluye.
La gota es océano y el océano, gota.
Así que en el origen, dar es recibir.
No hay competencia, hay cooperación.
Esto funciona así.
El Universo es inclusivo.
Todo suma.
Nada resta.
Aunque al ego le parezca increíble ( él no sabe de qué va la verdadera vida)
Y una vez hayas conectado con tu talento y con tu sabiduría, el resto vendrá por añadidura.
El corazón, la pasión y la motivación aparecerán para darte la fuerza necesaria para llevar a cabo tu misión desde el disfrute por lo que haces.
La energía brotará solo como consecuencia de la buena gestión de tus herramientas y de tus recursos, alineados con tu talento y tu sabiduría.
Y finalmente tendrás a la vida como aliada que te irá dando los toques necesarios para que no te alejes mucho del camino original.
¿Qué más quieres?
Todo es una gran maquinaria a tu servicio.
Un gran juego perfectamente diseñado donde la gran estrella eres tú.
Eso sí.
La ficha la mueves tú.
Rafa Mota
Personal Coach