Hoy he buscado una definición académica de espiritualidad :
“En un sentido amplio, significa la condición espiritual. En este sentido, y referido a una persona, se refiere a una disposición principalmente moral, psíquica o cultural, que posee quien tiende a investigar y desarrollar las características de su espíritu. Esta decisión implica habitualmente la intención de experimentar estados especiales de bienestar, como la salvación o la liberación”.
A mí, de todo el párrafo anterior (parrafada) me llega una sola palabra.
Bienestar.
Sólo eso.
Ser espiritual es bienestar.
Estar en paz.
El resto, a mí, me sobra.
Ya sabes que yo soy de pocas palabras.
Muy pocas.
Pocas parrafadas.
Y poca paja.
Y sí muy directo y muy simple.
Como la vida misma.
La esencia es eso.
Simplicidad.
Sencillez.
Y autenticidad.
Con esas tres cosas, sobran casi todas las palabras.
A veces, todas.
Incluso sólo con la mirada.
El brillo de los ojos.
O la energía que desprendes transmites sin palabras.
Y es como mejor llegas.
Directo al corazón.
Eso es espiritualidad.
Comunicar con el alma.
Trascendiendo el ego.
Que está lleno de palabrería absurda, vacía, falsa y limitante.
Pero claro, tratándose de un blog escrito.
Aunque no me gusten los párrafos, algo sí te he de escribir cada noche.
Por eso lo hago con mi estilo personal.
Con pocas palabras.
Frases cortas y rápidas.
Sencillo y “de estar por casa”.
Me gusta lo de “estar por casa”.
Me gusta lo “campechano”.
No entiendo la vida de otra manera.
Así que tampoco la escritura.
No soy nada académico.
Tampoco es mi intención.
Más bien soy bastante anárquico.
Escribo como me sale del alma.
Me paso por el forro los puntos y aparte, los puntos y seguidos y las construcciones de las frases.
Pero para el alma no hay puntos.
Ni seguidos ni apartes.
Sólo hay esencia y energía.
Y de eso trata la espiritualidad.
De vivir desde la esencia.
Y trascender el ego.
No es irse al cielo.
Es venirse a la tierra.
Y aprender a reinventarse desde el barro.
No es vivir “en la luna”
Es vivir “en casa”.
Pero con el alma.
Y contribuir a que los demás (si quieren) encuentren la suya.
No es huir de tus demonios inventándote un ego espiritual.
Es enfrentarte a ellos aprendiendo a trascender tu ego terrenal.
No es irte allá arriba y que no te entienda nadie.
Es bajar aquí abajo lo de allá arriba y que te entienda todo el mundo.
Esto es espiritualidad máxima.
Y te lo explico con mi estilo y desde mi experiencia porque muchas personas creen que la espiritualidad es algo raro.
Esotérico.
Místico.
Religioso.
Filosófico.
Galáctico.
Histórico.
O quién sabe qué.
Que esto de ser espiritual no va con ellos.
Y nada más lejos de la realidad.
La espiritualidad es mucho más casera de lo que te puedas imaginar.
Es tener conciencia de tu naturaleza humana y utilizar todo el poder que se te ha dado.
Porque haciéndolo desde lo más profundo de tu SER conectas con lo divino.
La espiritualidad está aquí.
No allá.
No está en las galaxias.
Ni en Andrómeda.
Está en tu casa.
En el abrazo.
En el tacto de la piel.
En el beso.
En tus hijos.
En tu pareja.
En tus padres.
En tus amigos de verdad.
No está en las cuevas de la India.
Está en tu trabajo.
En tu compañero.
En el que saludas de buena mañana.
En el trabajo que haces cada día.
Está en tu cocina.
En los huevos que bates para hacer una tortilla.
En la ensalada que haces por la noche.
En ti.
En todo aquello que haces en tu día a día.
Pero estando presente.
La espiritualidad está en “tu presencia”.
En mirar a los ojos de tus hijos y no decir nada.
Sólo sentir.
Sentir cómo te llega su energía directa al corazón.
Es emocionarte.
Emocionarte con vivir.
Con las pequeñas cosas de la vida.
Con el aire.
Con el sol.
Con el libro que lees cada noche.
Con los escalofríos que recorren tu cuerpo al escuchar una canción.
Con los millones de estrellas en la inmensa oscuridad.
La espiritualidad no está en los grandes maestros místicos de la historia.
Que también.
Pero no hace falta que vayas a buscarlos.
Ellos están en ti.
En tu ADN.
En tu evolución.
La espiritualidad está en ti.
En tu maestría.
En la que llevas dentro y eres capaz de desplegar.
En tu verdadero potencial.
En tu actitud.
En tu intención.
En tu energía.
En ayudar a cruzar la calle a una persona mayor.
En sonreír aunque el de delante te muestre su peor cara.
En acariciar y abrazar, sintiéndolo de corazón, sin decir nada.
En comprender que la rabia transforma a cualquiera y que cuando te atacan no es nada personal.
En perdonar a quien no sabe hacerlo mejor aunque tu ego te lleve a pensar que sí sabe.
O lo que es peor.
A pensar que “debería” hacerlo mejor.
Nadie “debería” hacer nada.
La vida brota por sí sola.
No “debes sobrevivir”.
¡¡Vives ahora!!!
Y no debes hacer nada.
HAZ aquello que quieras hacer.
Y si no estás preparado.
Prepárate para hacerlo.
ATRÉVETE y HAZLO.
Eso también es ser espiritual.
Aprender a trascender el miedo
La espiritualidad consiste en comprender que la vida fluye, fluye y fluye sin parar.
Y el miedo sólo es una barrera ilusoria y mental que te separa de tu verdadera divinidad.
La espiritualidad también consiste en ser compasivo.
En comprender por qué alguien hace lo que hace aunque a ti no te guste.
Y en no exigirle que sea quien tú quieras que sea.
Consiste en no forzar a nadie a ser quien no es.
Consiste en no forzar que te quieran si no te quieren.
Consiste en soltar cuando has de soltar y comprender que un ciclo ha terminado porque el Universo tiene preparado otro plan para ti.
La espiritualidad es ser consciente de tus estados de ánimo y gestionarlos.
Sin pretender que los demás te calmen esos estados.
Porque no son ellos los que lo han de hacer.
No es su cometido.
Es el tuyo.
Ellos han de vivir su vida.
No calmar la tuya.
Y comprender todo esto.
Es comprender la magia de la vida.
Eso es espiritualidad.
Desmontar el ego.
Descubrir tu esencia.
Y compartirla con el mundo.
Rafa Mota
Personal Coach