Vivimos en un mundo dual pero en un Universo expansivo.
Tu mente está conectada al mundo.
Tu esencia al Universo.
De ti depende estar en una u en otra.
Lo que elijas marcará tu destino.
Tu decisión cambiará tu vida.
La prisa, la ansiedad y la inmediatez es mente.
La paz, la serenidad y la paciencia es esencia.
El miedo es mente.
El amor, esencia.
Las dos son energía.
Pero completamente diferentes.
El conocimiento es de la mente.
La sabiduría, de la esencia.
La mente sólo quiere sobrevivir.
Está apegada al miedo y al peligro.
Pero la esencia quiere fluir.
Por eso te conduce al amor y a la confianza.
El cielo y el infierno no están ni arriba ni abajo.
No hay que ir a ninguna parte para encontrarlos.
Nos lo contaron mal.
Ya están aquí, en la Tierra.
Y tú decides donde quieres vivir.
Tu diálogo mental dirá lo que quiera.
Pero el Universo manda.
Tu mente no.
Ella cree que sí.
Pero no.
Es un pelele al lado de la inmensidad del Todo.
Y si te dejas llevar por ella o te rebelas contra el Universo vivirás en el infierno.
Donde habrá más o menos llamas cuanto peor y más tóxico sea tu diálogo mental.
Y si conectas con la esencia el cielo te abrirá sus puertas.
Pero aquí y ahora.
Sin tener que esperar ni ascender a ninguna parte.
Si vives en el miedo, te contraes.
Cada vez eres más pequeño.
Y te apagas y oscureces.
Si vives en el amor, te expandes.
Cada vez eres más grande.
Y te enciendes e iluminas.
En la esencia está todo lo que buscas.
La paz, la serenidad, la energía vital, la fuerza, la confianza, la motivación, la abundancia, el amor, el respeto, el reconocimiento, la aceptación, la valoración, los valores…
Está ya todo.
Porque la esencia es el Todo.
Es el Universo aquí y ahora, en la Tierra.
Es el SER.
Sólo has de empezar a permitirte SER.
Y me preguntarás ….
¿Y cómo lo hago?
Pues haciéndolo.
Siendo.
Te voy a hacer una pregunta.
Imagina a tu hijo.
A tu hija.
Y si no tienes, a tus sobrinos.
Y si no hay sobrinos, a un niño o una niña que te despierte ternura.
Pero imagínalo de pequeñito.
Con muy pocos añitos.
Con esa pureza y esa inocencia que les caracteriza.
¿Qué harías para darle paz, serenidad, amor, aceptación, valoración, reconocimiento, confianza, protección, cariño, atención…?
Y no me digas que no lo sabes.
Porque lo sabes perfectamente.
Entonces…
¿Por qué no lo haces contigo?
Ese niño o esa niña fuiste tú.
Y llegaste aquí con un poder descomunal.
El poder que el Universo te dio.
Pero lo perdiste por el camino.
Seguramente y muy probablemente porque alguien lo hizo mal.
De acuerdo.
Pero no importa.
Seguro que lo hizo lo mejor que pudo o que supo.
En la vida no hay culpables.
Sólo inconscientes.
Da igual.
Tu vida empieza hoy.
Es una decisión.
Tu vida es perfecta porque es la única que podía haber sido.
Lo que hubiera podido ser no existe ni existió ni existirá jamás en la eternidad.
(al menos mientras no se demuestren los universos paralelos)
Pensar otra cosa es vivir en el miedo.
Y acabas de decidir que hoy empieza tu vida.
Y aceptas vivir en el amor.
¡Qué mayor prueba de amor hacia ti mismo que empezar a amarte tal y como eres y a aceptar toda tu historia tal y como es!
Eres tu niño o tu niña.
Mímate.
Seguramente hace muchísimo tiempo, cuando ni siquiera sabías de qué iba esta historia, y muy probablemente imitando a alguno de tus padres o rebelándote contra ellos, ahora ya no importa, iniciaste un hábito.
El de hablarte mal, el de culpabilizarte, el de castigarte, el de exigirte, el de no permitirte, el de anularte, el de decidir que hablar y expresarte estaba mal, el de decidir que todos eran importantes menos tú, el de insultarte….
El que sea.
Da igual.
Hay miles de hábitos que apagan tu luz.
Y lo único que has hecho hasta hoy ha sido repetirlo millones y millones de veces de forma inconsciente.
Y tu hábito ha creado tu vida.
Ha apagado tu luz.
Y ha oscurecido tu esencia.
Por eso ahora vives en el miedo.
Le has dado luz verde a la mente durante años y años y se ha apoderado de ti.
Pero tú no eres tu mente.
Eres esencia pura y original.
Eres el SER.
Eres más que tu mente.
Tienes el poder de cambiar cuando quieras.
Y el momento es ahora.
Pero sin prisas, sin ansiedades ni inmediatez.
Eso son cosas de la mente, no de la esencia.
Ya les has cedido demasiados años de tu vida a la mente como para darle un minuto más.
¡No!
Se acabó.
Ahora deja que fluya tu esencia.
Con calma, con tranquilidad y con paciencia.
Escoge un nuevo hábito.
Elige ser la persona quieres ser.
Y empieza.
Hoy te dices una palabra bonita.
Mañana, otra.
Te das un mimo.
Eres amable contigo, te permites.
Un “tranquila, tranquilo, no pasa nada”.
Mañana un “ánimo, confía en ti”.
Y si un día vuelves al hábito antiguo, NO PASA NADA.
Te perdonas y te amas más que nunca.
Y vuelves a empezar.
Hoy, una palabra de ánimo.
Mañana, otra.
Y lo repites millones de veces.
Como lo que decidiste hacer hace muchísimo tiempo y siendo un niño inconsciente.
Pero ahora siendo adulto y de forma consciente.
Porque por muy adulto que seas, ahí debajo hay un niño o una niña que necesita cariño y amor.
Y el único que se lo puedes dar eres tú.
Recuerda siempre que la vida es una travesía de larga distancia.
El cambio no se produce en un día.
Ni en dos.
Ni en tres.
Eso es lo que se cree la mente.
Pero no.
Sembrar lleva su tiempo.
La naturaleza tiene su proceso.
Por mucho que exijas a un árbol que crezca, no dará sus frutos hasta que no sea su hora.
Así que siembra de nuevo y volverás a ser grande.
Porque tu ya brillabas cuando llegaste.
Sólo que un hábito te apagó.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com