Hoy quiero escribir sobre tu personaje.

A ver si cuando acabes de leerme, lo consigues.

No discutir.

No reaccionar.

No sufrir.

No desgastarte.

Y fluir más.

Voy a intentar explicarme.

Y conseguir hacerme entender.

Porque clarificar toda tu existencia en un post no es nada fácil.

Pero hoy es viernes, hora bruja y me atrevo.

Cuando aterrizas en este planeta Tierra.

Bueno, dile como quieras.

En este planeta Tierra.

En este plano físico.

En esta dimensión.

O en esta vida.

Como tú quieras.

Al final, lo de menos es el nombre.

Cuando llegas aquí.

A la experiencia.

Después de una noche loca.

La de tus padres.

O la de tu madre, como mínimo.

Se origina tu particular big bang.

Y se crea un nuevo Universo.

El tuyo.

O sea, TU.

En mayúsculas porque eres un verdadero milagro.

Eres una auténtica maravilla.

Donde la información del Todo está en la Parte.

Y la información de la Parte está en el Todo.

Tú eres TODO porque eres parte.

Ni más ni menos.

Por si aún no lo sabías.

La gota es al océano.

Lo que el océano es a la gota.

Lo de abajo es arriba.

Como lo de arriba es abajo.

Te creas en el vientre de tu madre.

Y sin entrar en este gran teatro llamado mundo.

Todavía eres esencia pura.

Energía universal.

Pero se abre el telón.

Y tras un esfuerzo titánico por salir.

Mejor dicho, entrar.

Empiezas a respirar.

Y conoces a los que serán tus Universos acompañantes.

Los que te engendraron.

De los que chuparás casi toda tu energía en los primeros años.

Actores y personajes hechos a sí mismos también.

Exactamente igual que tú.

Empiezas a caminar.

Y lo que vino como esencia.

Como pura energía universal.

Se va convirtiendo en personaje.

Y ese personaje, que es un niño o una niña.

Sólo va en busca de una cosa.

El amor de sus padres.

Nada más.

No quiere pajas mentales.

No quiere discursos.

No quiere castigos.

No entiende de incoherencias.

No entiende de juicios.

No entiende de palabrerías absurdas.

No entiende de mente.

Sólo entiende de energía.

Y de amor.

Todo lo capta.

Todo lo percibe.

Y todo le vibra.

Por mucho que sus padres crean que no se entera.

Se entera más que ellos.

Porque energéticamente está a años luz de sus progenitores.

Lo que sucede es que el niño o la niña a esa edad.

No tiene discurso.

No puede argumentar.

No sabe.

No le interesa.

No entiende.

Por eso calla.

Llora, rabia o tiene miedo.

Vive en emoción y esencia pura.

Pero calla.

Eso sí, graba.

Siempre graba.

Lo graba todo.

Es un alma indefensa.

Que se llena de dolor.

Si, de dolor.

Por el amor que desea y sus padres no le dan.

Porque no saben o no pueden.

Pero no le dan.

O igual creen que se lo dan.

Pero al niño o la niña no le llega.

Que para el caso, es lo mismo.

Como si no se lo dieran.

Y ese dolor emocional se graba.

Se queda ahí dentro.

Latente para siempre.

Y no sólo eso.

Como el niño o la niña sólo busca el amor de sus padres.

Hace lo que haga falta para conseguirlo.

Aunque para ello se invente un mundo que no es.

Y así crea conexiones neuronales con una percepción totalmente equivocada.

Si para que le amen se ha de anular, se anula.

Si para que le amen ha de castigarse con la autoexigencia, lo hace.

Si para que le amen ha de ser incapaz, se lo cree.

Si para que le amen ha de ser un justiciero, se convierte en lo que sea.

Si para que le amen ha de enfermar, enferma.

Si para que le amen ha de sentirse culpable, se siente culpable.

El amor lo vale todo.

Como es un niño, no lo juzga ni lo piensa.

Lo hace y lo da por válido.

Para él o ella es “lo correcto” y está perfecto.

Lo conecta neuronalmente y ahí se queda para siempre.

Y ese niño se va haciendo mayor.

Te conviertes en adulto.

Y con el tiempo, ya ni te acuerdas de todo ese dolor.

Quizá tienes un vago recuerdo.

Pero ni mucho menos intuyes que sea la explicación de todo tu presente.

Crees que el pasado no te afecta.

Porque ya no está, ni duele y ya pasó.

Pues no.

No pasó.

El pasado pasó.

Pero la grabación neuronal de ese pasado.

No pasó.

Está aquí y ahora.

Es la causa de tu percepción.

Y de tu sufrimiento.

Y la tienes justo aquí.

Encima tuyo.

En tu cerebro.

Y es lo que hace que tu presente sea el que es y no otro.

Así que todo lo que percibes como “tus males”…

Los percibes así por tus conexiones neuronales.

Que un día, hace muchísimo tiempo, grabaste por amor.

O más bien por desamor.

Y ahora estás aquí, en el gran teatro de la vida.

Interpretando un personajillo limitado por esas conexiones y grabaciones.

Que habitan en tu inconsciente más profundo.

Y ni siquiera eres consciente.

Y lo que era esencia universal.

Se ha convertido en personaje terrenal.

Esta es la simple historia de cómo sin darte cuenta.

Una esencia poderosa dio paso a un limitado personaje.

Pero aquí no acaba el cuento.

Porque precisamente ahí está la vida.

Tu mejor aliada.

Está para algo.

Para avisarte de que no eres esencia.

Sino personaje.

Y que te des cuenta de lo que puedes ser y no eres.

¿Y tú que haces?

Pelearte, discutirte y desgastarte con ella.

Y enfadarte.

Porque le pides que te de justo aquello que no te dieron.

Le pides que te sane el dolor que hay en tu interior.

Pero ella no está para eso.

No está para sanártelo.

Está para recordarte que el que estás “mal conectado y mal grabado” eres TÚ.

Y precisamente por eso, a veces, te retuerces de dolor.

Aquello que tanto te molesta, en realidad sólo es una oportunidad.

De conectar y grabar bien lo que un día estuvo mal grabado y mal conectado.

Porque la vida quiere tu esencia.

No tu personaje.

Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com

Rafa Mota

Rafa Mota

Estudié económicas, prefiriendo la filosofía, y viví durante más de veinte años en el mundo de los negocios, del estrés y del dinero sin encontrar nunca esa “felicidad” que tanto buscaba y anhelaba. Hasta que la vida, tras una gran crisis económica, financiera, personal y existencial, me puso en mi lugar. Y me di cuenta de una cosa: el gran secreto de la vida no es ni hacer, ni tener, ni buscar… es SER. Esta es la base del éxito personal.

3 Comentarios

  • Jose Domínguez dice:

    Bravo Rafa,
    Me encanto tu post, llevas mucha razón, por lo menos es lo que yo aprecio, sobre todo en el sufrimiento que de pequeños hemos experimentado, del cual ahora tenemos vagos recuerdos, y como nos está afectando en nuestro día.
    Sabemos y conocemos terapias (el niño interior, las grabaciones, devolución de rasgos, etc), pero es tan difícil recordar cuando fuimos bebes, y ahí ya empezábamos a recibir esa energía que nos hacía tanto daño. No se, si se te ocurre alguna forma de poder conectar con esa etapa (0-2 años), la cual para mi es tan importante, para poder trabajar en ella.
    Muchas gracias y un saludo.

    • rafamota dice:

      Hola Jose.
      Tienes razón los dos primeros años son fundamentales y son las más difíciles de trabajar.
      Yo te diría que hagas una meditación o una respiración, que te relajes y dile a tu inconsciente que te lleve a alguna situación que te afectara a esa edad ( entre cero y dos años), donde sintieras miedo , tristeza o rabia. A ver donde te lleva. Y una vez te aparezca la situación. Visualízala con el bebé dentro, como si fueras el observador y cuando la tengas, visualiza que entras de adulto, coges al bebé y te lo llevas a un lugar que para ti sea seguro. Y allí lo calmas. Y los vas repitiendo durante un tiempo . A ver qué tal te va. Un saludo

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