Hoy empezaré haciéndote una pregunta.
Bueno, no.
Serán tres.
Una detrás de otra.
Imagina que estás agarrado a un peluche al que le tienes mucho cariño.
Pero el peluche empieza a arder.
Tus manos se queman.
No aguantan más.
La piel se te empieza a levantar.
¿Soltarías o te quedarías pegado al peluche perdiendo las manos?
Otra.
Imagina que te gusta mucho el chocolate.
Mucho, mucho.
Pero cada vez que te comes chocolate te retuerces de dolor de estómago durante una semana.
Y te dicen que puede peligrar tu salud si sigues comiendo.
¿Qué harías?
¿Seguir comiendo o dejarlo para siempre?
Alguien que precie mínimamente sus manos o su salud está claro lo que haría.
Ahora bien.
Si lo has visto tan claro.
Ahora yo pregunto….
¿Qué haces que no sueltas todo aquello que te está quemando la vida?
¿Qué haces que no sueltas todo aquello que te está amargando la existencia?
¿Que te está retorciendo de dolor?
¿Qué haces que no sueltas todo aquello que te contrae, que te hace involucionar?
¿Por qué no sueltas todo aquello que te está matando?
Da igual lo que sea.
La pareja, el trabajo, las amistades, un amante, una situación…
Todo aquello que te anula te distancia de tu SER.
De tu verdadera energía.
De tu bienestar.
Está fundiendo tu vida.
Y tú lo estás permitiendo.
Nadie más que tú.
Si no sueltas, te abandonas.
Si no sueltas, te desmereces.
Si no sueltas, te ninguneas.
Si no sueltas, no te amas en absoluto.
Si no sueltas, no te respetas.
Si no sueltas, no estás en ti.
Si no lo haces, te estás matando lentamente.
Estás apagando tu luz.
Y nadie podrá encenderla por ti.
Nadie.
Porque tú eres el único o la única que puedes hacerlo.
Nadie puede vivir tu vida por ti.
Si no sueltas, sufres.
Y hacerte sufrir es un maltrato constante hacia ti mismo.
Y lo que es peor, hacia tu niño o tu niña.
Aquel o aquella que fuiste alguna vez y se perdió por el camino.
Porque aunque no seas consciente.
Lo que sufres tú, también lo sufre él o ella.
Y cada día que pasa llora en tu interior sin que sepas evitarlo.
Si no sueltas, te apagas.
¿Qué haces aguantado situaciones, personas, vivencias que te contraen día tras día?
¿Qué haces maltratándote de esta manera?
Lo único que consigues es no enfrentarte al miedo.
Porque si no sueltas es por miedo.
Reconócelo.
Y no soltar es una forma de acabar con tu vida.
Tu vida es expansión.
Tú eres la vida.
Y si no te expandes, mueres.
Te apagas.
Así que si has de soltar, suelta.
No esperes más.
Hay algo dentro de ti que te dice que has de soltar.
Porque lo sabes.
Es tu sabiduría interna.
Pero tienes miedo.
No le temas al miedo.
Si lo tienes, está bien.
¡El miedo existe!
Y es bueno tenerlo.
Es perfecto.
Pero reconócelo…
¡¡SI, TENGO MIEDO!!
Cuando no te resistas, cesará su persecución.
El miedo es tu mejor amigo.
Y tu mejor aliado.
Sólo quiere que le hagas caso.
Por eso no te deja en paz.
Está ahí para decirte que necesitas trabajarte algo para seguir expandiéndote.
Por eso el miedo es perfecto.
Porque te avisa, te informa, te ayuda, te acompaña en tu evolución.
Pero has de escucharle.
Reconocerlo.
Dejarle entrar en tu vida con normalidad.
Y que te informe.
¿A qué tienes miedo?
¿A la soledad?
¿A no ser capaz?
¿A fracasar?
¿Al abandono?
¿A la pérdida?
¿A la ruina?
¿A qué?
Está bien.
¡Es perfecto tener miedo!
Es pura información.
Porque precisamente es él quien te dice que mires atrás.
Que analices tu existencia.
Que repases tu vida.
Y subsanes todo lo que tengas que subsanar.
Tus carencias, tus grabaciones, tus conexiones neuronales, tus limitaciones…
Sólo así podrás expandirte.
Evolucionar.
Y conseguir aquello que deseas.
¿No lo ves?
Soltar algo que te contrae no es perder.
Es ganar.
Soltar algo que ya no sirve es evolucionar.
Es aceptar que aquel capítulo te ha dado lo que necesitabas para saltar.
Y avanzar.
Si te quedas atrapado-a por el miedo.
Tu luz se apaga cada día un poquito más.
Y llegará el momento en que te habrás fundido en vida.
Y fundirse de rabia, de pena, de tristeza o de miedo.
También es morir.
Si algo te duele, te amarga, te apaga, te funde o te contrae.
Es que ya ha hecho su función.
La contracción es gasolina para la expansión.
Pero has de soltar.
Si, también.
Y seguramente llorar.
Llorar la pérdida de aquello que un día fue.
Pero que ya no es.
Y puede que sea doloroso.
Pero es preferible llorar una pérdida que ya está perdida.
Que perder toda una vida que aún está por ganar.
Porque muchas veces en la vida…
Para ganar primero hay que soltar
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com
Uff, creo q por hoy no voy a leerte más. El d anoche me ha dejado sin palabras, y este con un nudo en el estómago y con ganas d llorar. Me he visto completamente identificada en lo q ha sido mi Vida estos últimos años… no era capaz d soltar aquello q me estaba destrozando y en mi afán por intentar salvarlo me quedé por el camino, hundida, perdida y sin saber ni quien soy… alejada completamente d mi Esencia. Y cuando leo cosas como esto soy más consciente del daño q me he hecho y mi niña llora. Aún no he superado este «bache», tengo q seguir transformando esta oscuridad y sanar mis heridas. Me ha encantado este post, me ha calado hondo. Un besito lleno d Amor y Luz. Un millón d GRACIAS por Todo lo q nos das 🙂 🙂 🙂