Hoy quiero hablar del puntazo.
Ese punto medio del hula-hop que tanto me gusta.
De dónde sale todo.
Y dónde está todo.
Visualízalo.
Por un momento quédate en ese punto.
Ahí.
En el puntazo.
En el centro del hula hop.
¿Lo tienes?
Hoy te voy a explicar porque cuánto más lejos estás del puntazo, peor te encuentras.
Y más ansiedad, más pánico, más estrés, más pastillas, más depresión y más ansiolíticos.
El punto que te digo es un puntazo.
Es el SER.
Es tu esencia.
Es tu poder.
Ahí eres lo que quieras ser.
Ahí tienes toda la información que necesitas.
Para fluir y para evolucionar con la vida.
Hoy entenderás porque si no habitas el puntazo, las pastillas te ganan siempre la partida.
Con los ojos cerrados visualiza que el hula-hop es un sol.
Contigo dentro.
Y delante de ti, extiende tres líneas, como si fueran los rayos del sol.
Una en el centro.
Como si fuera las doce en un reloj.
Y las otras dos en diagonal.
Una a las doce y diez.
Y la otra a menos diez.
Tres rayos, tres emociones.
Las tres que, mal gestionadas, te bloquean la vida.
Y te la toxifican.
El miedo, la rabia y la tristeza.
Tres caminos.
Que se inician en la boca de tu estómago.
Y acaban a lo lejos.
Cuanto mas lejos, más desinformado.
Las emociones son información a tiempo real.
Son tus amigas.
Te avisan.
Te dan información.
Te la dan aquí y ahora.
Justo en el puntazo.
Pero has de estar.
Porque si no, es imposible recibir la información.
Y como nunca estás.
Porque siempre estás en el pasado o en el futuro.
Pensando.
Pero nunca sintiendo.
Y mucho menos en tu cuerpo.
Cuando te enteras, ya es demasiado tarde.
No “te informas ahora” y “te empastillas después”.
Y te cuento.
La emoción de la rabia, en el puntazo, no es rabia.
Sólo es una pequeña molestia.
Una pequeña información para ti.
Porque algo tuyo necesita solución.
Que para eso la vida te la trae.
Para que evoluciones.
Si ESTAS, te “informas”.
Y solucionas la molestia sin problema.
Como un granito de arena que se deshace con los dedos.
Y aquí se acaba la historia.
Y sigues fluyendo con la vida.
Pero como no estás…
La molestia, se convierte en enfado.
Y como sigues sin estar.
Ni prestar atención a tu cuerpo.
Ni a tu emoción.
La información pasa de largo.
Y salta al enojo.
Del enojo a la rabia.
De la rabia a la furia.
Y de la furia a la violencia.
Y cuando ya te enteras, es demasiado tarde.
Tienes el cuerpo machacado por la rabia.
Y encima te tomas las pastillas para rematarlo.
De una buena información en el puntazo…
Has pasado al pastillazo.
Precisamente por no ser capaz de leer la información.
Con la tristeza pasa lo mismo.
De una pequeña nostalgia sin importancia.
Provocada siempre por un pensamiento tuyo.
Que por eso precisamente te viene la nostalgia.
Para traerte información.
Y que soluciones tus “cositas”.
Pasa a la pena.
De la pena a la tristeza.
De la tristeza a la tristeza prolongada.
De la tristeza prolongada a la depresión.
Y claro, con depresión, el puntazo te queda tan lejos…
Que lo remedias con el pastillazo.
Y con el miedo, pues tres cuarto de lo mismo.
De la pequeña prudencia a la prudencia.
De la prudencia al miedo.
Del miedo a la angustia.
De la angustia a las crisis de ansiedad.
De la ansiedad al ataque de pánico.
Y del pánico al psiquiatra o a las pastillas.
Y de lo que fue en un inicio una buena información para tu evolución.
Vuelves al pastillazo.
Yo de ti, me dejaría de pastillas.
Y trabajaría tu puntazo.
Porque con puntazo nunca hay pastillazo.
Y se vive muchísimo mejor.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com
Rafa, ¿tú alguna vez necesitaste pastillas, ansiolíticos o antidepresivos?
Porque son una verdadera lata y creo que te anestesian y para nada te hacen volver a tu centro.
Yo sí las he necesitado y pueden ser un remedio momentáneo, tapan la realidad. Pero los antidepresivos tienen trampa, que son a largo plazo. Y los otros también, porque son adictivos.
Voy mejor a una juguetería a por un hula hop…
Hola Jorge, cuando rozaba los treinta los ataques de pánico eran muy fuertes y durante un tiempo ( poco, unos seis meses, porque no quise meterme en el mundo de los medicamentos) me tomé unos ansiolíticos. Las pastillas pueden ser necesarias quizá en algún momento puntual pero yo no soy partidario. El ser humano tiene las suficientes herramientas para sobreponerse a todo ( a no ser que haya alguna patología biológica o algún desorden en el cerebro). No arreglan nada, sólo anestesian y como no sanan el origen y sigues viviendo con la misma distorsión, a la larga empeoras. La ansiedad, la depresión, el estrés, la mayoría de neurosis, los tocs, los desórdenes alimentarios e incluso las adicciones ( sexo, juego, alcohol, drogas…) son sólo el resultado de patrones mentales y emocionales distorsionados adquiridos durante la infancia y grabados durante muchos años. La alternativa de empezar a buscar y entrenar tu centro es más lenta, pero mucho más poderosa, efectiva, sana y potencialmente liberadora. Un saludo Jorge