Hoy te soy sincero.
Me falta inspiración.
Me cuesta escribir porque he tenido un día muy denso.
Ahora podría hacer dos cosas.
O empezar ese diálogo machacante y castigador.
(me va a salir una basura de post, no me queda tiempo, joder vaya día, voy a escribir fatal…)
O aceptar lo que hay.
(pues sí, no tengo ningunas ganas de escribir pero aun así lo intento a ver qué sale…)
Y como pienso que en la vida lo que te da tu mejor versión es aceptarte tal y como eres.
Me acepto y hoy me permito no tener inspiración.
Así siento que me quiero mucho más.
Y mi niño está contento y radiante.
Mucho más que si me enfurezco, me cabreo y me enfado con él por no ser capaz de inspirarse.
Porque ya sufrió lo suyo, como para que ahora vaya castigándole yo.
Así que mientras te voy escribiendo permito que me fluya esa inspiración.
Y dejo a mi niño en paz.
Que escriba y se divierta.
Siempre he pensado que la autoexigencia es lo que te separa de la excelencia.
El tramo que va desde donde estás hasta donde te exiges estar es el tramo que te impide la paz interior.
Y paradójicamente el que te impide llegar justo donde te exiges llegar.
Es decir, si quieres ponerte a hacer algo y cada día te fustigas por no ponerte.
Nunca te vas a poner y nunca lo vas a lograr.
Porque te estás autodesmotivando.
Te estás autoexigiendo, castigando y fustigando.
El día que te aceptes, te relajes y no te resistas.
Y te permitas el error.
Ese día lo conseguirás.
Porque tu propia presión te hunde.
Y te machaca.
Detrás de la autoexigencia siempre hay miedo.
Miedo a no ser quien esperan que seas.
Miedo a no ser el mejor de todos.
Miedo a no ser aceptado.
Miedo al rechazo.
Miedo al abandono.
Miedo a lo que sea.
Pero miedo al fin y al cabo.
Lo peor es tener miedo del miedo.
Y la autoexigencia es una huida del miedo.
Si tienes miedo, muy bien.
Tienes miedo.
¿Y qué?
Lo aceptas y no te resistes.
Sí, tengo miedo … ¿qué problema hay?
Ninguno.
¿Qué te está diciendo el miedo?
Es información vital para ti.
¿Para qué necesitas esa autoexigencia tan atroz?
¿Por qué necesitas tanta perfección?
A veintitrés de julio de dos mil quince eres como eres.
Si te valoras, te aceptas y te amas tal y como eres hoy, el miedo te deja en paz.
Si has ser quien no eres entonces lo normal es que aparezca.
Porque te estás exigiendo algo que no surge de tu esencia.
Ni de tu corazón.
Es tu versión forzada.
Y eso para el inconsciente es un castigo.
Te lleva directamente al dolor.
Y no al placer.
Así que acabas rindiendo mucho menos de lo que realmente rendirías si te hubieras dejado fluir.
Obteniendo justo lo contrario de lo que te hubiera gustado obtener.
Paradojas de la vida.
Que no son paradojas.
Son distorsiones del SER.
Es decir, el NO SER.
Permítete SER y vencerás.
Consejo.
Por si lo quieres probar.
Si no tienes ganas de hacer algo, no lo hagas.
Y si lo quieres intentar aunque no tengas ganas.
O no sea el momento.
Hazlo.
Pero no te castigues ni te fustigues por ello.
Acéptalo.
Y no te resistas.
Está perfecto no tener ganas.
Relájate y fluye.
Justo ahí empezarás a tener ganas de hacer lo que no tenías ganas de hacer.
Haz como yo hoy.
No tenía ni puñeteras ganas de escribir.
Si me hubiera castigado por ello.
Hoy no hubieseis leído.
Me he relajado.
Y me he dicho:
¡Pues sí, es verdad!
No tengo ni puñeteras ganas.
Lo acepto.
No me resisto.
Me relajo, me permito fallar y lo intento.
Si no gusto hoy, no pasa nada.
Mañana será otro día.
Y el sol volverá a brillar.
Porque hagas como lo hagas.
El sol siempre brillará.
Así que puestos a vivir y a brillar.
No te resistas y acepta.
“Be Happy”
Y siempre brillarás.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com
www.facebook.com/rafamotapersonalcoach
Muy inspirador Rafa. Te felicito por tu blog.
Muchas gracias Jesús. Es un placer y muy gratificante escribir y recibir comentarios como el tuyo.