Hablemos de conciencia, espiritualidad y meditación.
Conceptos que parecen muy místicos y muy esotéricos pero que, en realidad, tienen mucho de científicos y poco del «más allá». Basta con leer sobre los beneficios que produce en el cerebro y en la salud meditar veinte minutos al día. El problema es la imagen a la que siempre han estado asociados estos conceptos y el mundo tan peculiar que los envuelve, que en muchos casos lejos de darle el valor que realmente se merecen, los han desprestigiado.
Porque en esta sociedad occidental en la que vivimos parece que si hablas de conciencia y espiritualidad, tengas que haber llegado del planeta “Raticulín” o tengas que llevar pelo largo y canoso como si fueras un gran maestro ascendido o estar todo el día subido en la parra fumando hierba.
Y nada más lejos de la realidad.
O al menos, en mi caso.
Porque de lo único que puedo escribir es de mi experiencia propia, que es la que realmente quiero transmitir.
Sí es verdad que algún día que otro día podría emular a Joel Osment en “el Sexto Sentido” y decir “a veces veo inconscientes y me miran raro” por mi forma de explicar algunas de mis teorías sobre la percepción del mundo y la felicidad, pero no he fumado hierba ni me he metido nada en toda mi vida, voy al gimnasio diariamente, llevo el pelo rapado, visto con tejanos y bambas muy corrientes, soy un tipo muy normalito, resido en el centro de Barcelona y si algo me gusta, es pasar desapercibido.
Lo único que ocurre es que en mi vida hubo un “crack”, o mejor dicho un “catacrack”.
Tiraba, tiraba y tiraba del carro sin ser consciente de lo que pesaba, hacía, hacía y hacía buscando un no sé qué en el exterior, hasta que un día la caldera interior estalló.
Ahora soy muy consciente de que el “no sé qué” que buscaba, era que me quisieran más, me respetaran más y me valoraran más y pensé que siendo empresario, teniendo más cosas materiales, ejerciendo de salvador y entrando en la “rueda de la fortuna”, lo conseguiría (inconscientemente, claro).
Y lo único que conseguí fue todo lo contrario. Me arruiné.
Porque ahora sé que el dinero es una consecuencia, nunca un objetivo.
El objetivo es SER. Ni hacer, ni tener.
SER. El resto, viene rodado.
Porque cuando ERES, conectas con tu esencia original y consigues ser verdaderamente auténtico.
Ya no hay máscara, no la necesitas.
Esencia y personaje confluyen.
Por eso todo es mucho más fácil. Porque no hay interferencias, no hay limitaciones.
Lo de dentro es afuera y lo de arriba es abajo.
Cuanto más habitas tu SER, más capacidad tienes de volver a tu centro de equilibrio cuando se te llevan los demonios y cuanto más en el centro, mas vives en el AHORA y más desapego del pasado y del futuro, que es lo que realmente no te deja SER.
Crece tu creatividad, mejora tu inspiración, afloran tus auténticos valores, conectas con tu verdadera pasión, aprecias realmente todo lo que sucede a tu alrededor, eres capaz de disfrutar de la belleza de la naturaleza, te fundes con el Todo porque entiendes que eres parte de él, eres consciente de tu misión, aparece tu propósito vital, aprecias muchísimo más los pequeños detalles de la vida… (que por cierto, creo que no hay ningún fármaco que lo consiga, a no ser que sea algún psicotrópico, pero eso es trampa).
Conectas con la abundancia.
Pero no entendida como abundancia económica, sino como sabiduría y comprensión de que todo aquello que necesitas para tu camino personal ya lo tienes.
La verdadera esencia original y la autenticidad no hay que buscarla fuera.
Está en ti.
La verdadera conexión está en el ahora.
Sólo has de encontrar aquello en lo que eres capaz de brillar y ser un verdadero crack.
Tu verdadera pasión. La abundancia económica sólo será una consecuencia.
Hay algo para lo que has venido a brillar. Sólo has de ir a por ello.
Será cantar, bailar, pintar, esculpir, crear, escribir, ayudar a los demás, conectar con los números, interpretar, curar, hacer manualidades, enseñar, vender, barrer, componer, lo que sea.
Pero que surja de tus entrañas, sin esperar nada a cambio.
Porque cuando se hace desde la distorsión, esperando a que te valoren o te quieran o te respeten los de fuera, es cuando te quemas.
Porque no es auténtico ni original, está distorsionado.
Cuando sientas que al exterior no has de pedir, sino dar es cuando descubrirás que el amor, la valoración, el respeto, la comprensión, la atención y la protección que tú te des, potenciarán extraordinariamente tu pasión.
Y te impulsarán al éxito sin esfuerzo.
Has de encontrar tu pixel en este gran lienzo en el que vives que se llama Universo.
Y aceptar que, como todo en la naturaleza, tu camino también tiene un proceso de maduración y que requiere mucha paciencia para alcanzar aquello que deseas.
Pero para todo ello, hay una puerta.
Un buen día apareces en el vientre de tu madre, de la nada, ni siquiera eres un puñado de células bien formadas y ya vienes cargado con toda la información necesaria para que tu verdadera esencia original sea lo que quiera ser.
Naces, creces pero nadie te enseña a gestionar los motores, la energía y la magia de la vida.
Las emociones.
Que son la puerta hacia el cielo o el infierno.
Y tarde o temprano si no gestionas bien tus emociones, ellas te gestionan a ti y acabas perdiendo el control de tu vida.
Sólo son tres, miedo, rabia y tristeza ( la alegría no la cuento porque es la única que no te destroza), que a primera vista parece sencillo, pero si llevan años y años danzando a sus anchas por tu interior sin que las identifiques ni que las conozcas bien, pueden llegar a causarte muchísimo dolor.
A ti y a tus seres más queridos.
Y a los que no son tan queridos, pero están en tu entorno, también.
Aparte de limitarte la vida de forma extraordinaria o llevarse por delante tu salud.
Así que un buen día, cuando descubrí la puerta, decidí invertir el orden en mi vida.
Toda la energía que había malgastado trabajando en el exterior decidí emplearla en gestionar y ordenar mi interior.
Y lo que era una amalgama tóxica de rabia, dolor, miedos, frustración, tristeza que me quitaban toda mi energía vital y me convertían en una persona inconsciente, altamente reactiva e incapaz de sentir la magia de la vida, fue poco a poco convirtiéndose en un ordenado paraíso de sanas emociones que dejaron paso a la comprensión, la aceptación, la compasión, el perdón, la luz y la energía.
Sé que para muchos todo esto sigue sonando a chino o a “fumada”.
Lo sé y lo entiendo. A mí también me lo parecía hace tiempo (chorradas y gilipolleces, más concretamente)
Pero no puedes entender el chino si primero no reconoces que no lo sabes, empiezas a escucharlo, lo aprendes, lo entrenas y lo integras.
Lo conseguí diariamente trabajando en mis pensamientos, emociones, comportamientos, sueños y objetivos.
Observando mi vida como si fuera a través de una lupa.
Y meditando, leyendo, estudiando y reflexionando durante los últimos tres años.
Y sigo haciéndolo.
Por supuesto, compaginándolo con mi vida absolutamente normal. Que no estoy en ningún retiro espiritual.
Me gustaba ser empresario y me gusta seguir siéndolo, pero ahora mi empresa soy YO.
Soy dueño de una multinacional unipersonal conectada al mayor imperio conocido.
Así que si yo lo hice, tú también lo puedes hacer.
Eso sí, requiere trabajo constante y diario. Y confianza, mucha confianza, amor y permiso hacia uno mismo.
Porque de vez en cuando, te caes. Y vuelves a ser el mismo que eras.
Hasta que amaneces de nuevo.
De ahí que haya decidido compartir mi experiencia en mi blog, en mi Facebook, en mi web y todos los proyectos que estoy preparando para que sepas que será muchísimo más beneficioso para ti, para tu familia, para tu entorno y para el mundo en general que medites, seas consciente y espiritual, que no que vayas lleno de miedo, rabia y tristeza, vociferando a todos los de tu alrededor, llorando por las esquinas, tomándote antidepresivos o ansiolíticos y causando estragos allí por donde pasas.
Créeme, se vive mucho mejor (y sin fumar hierba).
Y por cierto, otra aclaración que muy comúnmente se suele confundir.
Ser espiritual nada tiene que ver con la religión.
Espiritual es ser consciente de que detrás de toda una parafernalia montada para defenderte del exterior, o sea de tu personajillo, está tu verdadera esencia original, conectada con algo mucho mayor que tú.
Conectada con la inmensidad del infinito.
Allí donde está todo, donde todo confluye.
Y la puerta de entrada está justo ahí.
En la boca del estómago.
Donde residen las emociones.
Las típicas expresiones: “se me revuelven las tripas”, “tengo el estómago revuelto”, “tengo un vacío aquí, en el estómago”, “se me hace un nudo en el estómago” «me siento vacía por dentro».
No es el estómago.
Es la puerta.
La puerta de entrada al paraíso.
Rafa Mota
Personal Coach
www.rafamota.com
Gracias por compartir tu experiencia. Creo q atravieso tb una lucha interna y requiero de paciencia, confuananza e ilusión para tras las caídas volver a ponerme en pie.
Y el verme reconocida en tu comentario me ayuda.
Supongo q sí, q tengo q autosanarme un poco, cuidarme y mimarme para reconocerme y volver a mi identidad…
Gracias Rafa!!!
Muchas gracias a ti por tu comentario.
Mimarse y amarse a uno mismo es imprescindible para vivir en armonía y la base para poder darse a los demás
Un saludo
Acostumbro cada noche buscar posts para pasar un buen rato leyendo y de esta forma he encontrado vuestra web. La verdad me ha gustado el articulo y pienso volver para seguir pasando buenos momentos.
Saludos